-Voy a irme- le informo a Vergil, veo como frunce el ceño y se pone de pie con la cara llena de enojo
-Tenemos un acuerdo- me reclama- creí que eras lo suficientemente honorable para cumplirlo.
-Pienso cumplirlo, pero no necesito de ti para sellar el inframundo, Sparda una vez lo hizo, no veo por qué no pueda hacerlo yo.
-¿Es por Dante? - pregunta dándose la vuelta recargando la palma de su mano sobre la empuñadura de Yamato
-¿Que tiene que ver el? - cuestiono
-Eh visto la forma en que lo observas, eh visto como se evitan y es más que obvio que algo pasó entre ustedes.
-No pasó nada- le digo.
Entonces Nero baja las escaleras, acaba de levantarse, tiene el cabello despeinado y su boca lanza un gran bostezo, nos mira por unos segundos de mala gana, lo veo entrar a la cocina. Ruedo los ojos y luego vuelvo a mirar a Vergil
-Ustedes tres tienen demasiados problemas- voy por mi chaqueta, Nero voltea a verme y le digo a Vergil -veré que puedo hacer y si necesito de tu ayuda lo sabrás.
Vergil se lleva una mano a la frente y la desliza hacia atrás acomodándose el cabello, debe estar pensando lo problemático que resulta lidiar con una chiquilla como yo
-No me gusta ser el Plan B de alguien- murmura alejándose de mí -si me necesitas no me busques.
Desde aquel día han pasado tres meses. No eh tenido noticias de mi padre, sin embargo, en los últimos días ha habido una serie de muertes extrañas, cuerpos con rasguños y cortes con armas desconocidas
-Vaya, vaya- dice Nico dejando el periódico sobre la mesa mientras se fuma un cigarrillo -otra vez esos demonios.
-¿En dónde han sido los últimos ataques? - le pregunto mostrando interés en el tema.
Nico deja salir una bocanada de humo
-En ese bar de moda, puedo llevarte- sugiere viéndome a través de los anteojos.
Le dedico una sonrisa agradecida y ella aspira nuevamente el cigarro, deja salir el humo y lo apaga presionándolo contra el cenicero
-Entonces vamos- le digo.
Nico conduce de manera temeraria, ni siquiera estoy segura que tenga licencia de conducir, pero tampoco me atrevo a preguntarle, tiene un coche desgastado por el maltrato más que por el tiempo
-Llámame si me necesitas- dice una vez que llegamos a nuestro destino, me limito a asentir mientras bajo del auto
-Dalo por hecho- alcanzo a decir antes de oír las llantas rechinar y el auto desaparecer a toda velocidad. Apenas me acuerdo el día que la conocí.
Estaba sentada en un bar tomando un poco de vodka cuando ella apareció a mi lado, saludando al hombre de la barra, atrayendo la atención de todos, me golpeo en el hombro y me dijo
-Hey ¿por qué no pruebas algo más fuerte? Yo invito.
-No gracias- conteste insegura del efecto que tendría el alcohol en mi cuerpo
Nico sonrió y le dijo al de la barra
-Mike, sírvenos uno de esos tragos con fuego, vamos a compartirlo- el hombre asintió y se puso a prepararlo -¿no eres de aquí o sí?- me pregunto
-No- le dije -y dudo mucho que puedas adivinarlo.
-Oye tranquila, no veo el problema- me guiño un ojo y agrego -después de este trago no hay nada que no vayas a decirme...
Nico tenía razón, el alcohol termino afectándome y yo le conté todo de golpe. Desde mi verdadero origen hasta el motivo por la que estaba dispuesta a traicionar a mi padre.
Afortunadamente ella sabía más de lo que yo podía haber pensado, incluso me sorprendió cuando reconoció a Dante y mostro su alegría por encontrar a alguien que lo conociera en persona. Desde esa noche de confesiones y borrachera, Nico y yo hemos sido inseparables.
El bar donde me ha dejado está completamente destruido, en realidad todos los edificios a su alrededor lo están y no me toma mucho encontrar la causa del problema. Un gigantesco monstruo con cuernos y cuerpo humano arroja una desfigurada y pesada piedra hacia mí, esquivo el lanzamiento, burlándome por su falta de puntería, el gruñe y choca los puños
-Puedo oler la sangre de tu padre a kilómetros- me dice -debo llevarte de vuelta a casa, solo así me ganare el respeto del emperador.
-Esta es mi casa ahora- replico -se lo puedes decir cuando te mande de vuelta al infierno.
El demonio se ríe, abre la boca y lanza una gran bola de fuego que golpea e incendia otro edificio
-¡Fallaste!
El demonio suelta un rugido, saco mis pistolas y le apunto a la cabeza. Vergil me odiaría por no pelear con una espada, menos mal que no está aquí para reprochármelo, pero las armas han sido un regalo de Nico y son tan increíbles que eh terminado enamorándome de ellas.
Lanzo unos cuantos disparos, lleno el cargador e intento ponerme a la altura del demonio escupe fuego, él lanza un puñetazo que choca con la pared de un edificio, gruñe, grita y yo aprovecho para arrojarle una granada a la garganta, el demonio se tambalea y termina cayendo a mis pies. Me limpio la chaqueta blanca, vaya color que eh escogido para un día de trabajo. Avanzo entre la destrucción y a lo lejos distingo una luz brillante de color rojo neón
-Ahí está mi querido portal- murmuro, corriendo hacia él y entonces me arrojo al vacío cayendo por varios segundos entre la nada.
Viajar por un portal no es nada divertido, una parte de ti siente como la carne quiere arrancarse de tu cuerpo, unas vibraciones te sacuden y de pronto caes de golpe en un sitio desconocido. Es un medio de transporte rápido, pero no apto para cardiacos.
Aterrizo en una plataforma de piedra, meto las manos para no arañarme el rostro
-Vaya golpe- digo soltando un suspiro, me limpio la tierra y me doy cuenta que mi chaqueta se ha rasgado en la parte del hombro izquierdo -maldita sea- murmuro, era mi favorita.
Frente a mi están dos puertas de metal. Empujo una de ellas para entrar a una especie de jardín, lleno de plantas tétricas. Atravieso otra puerta y por fin me encuentro en el interior de un edificio, hay unas letras en latín que no logro comprender, debe ser una de esas advertencias para los visitantes, donde te recomiendan no continuar o encontraras la muerte.
Conozco bien este sitio, solía correr por los pasillos acompañada de uno o dos guardias que se aseguraban de despejar el área de demonios, aunque debo admitir que eran muy pocos los que se atrevían a desafiar a mi padre.
Me sorprende el silencio del lugar y me sorprende aún mas no haberme encontrado con nadie, mi padre debe estar esperando que llegue por mi propia cuenta.
Camino a través de un túnel de piedra, es la única forma de llegar a la torre principal, así que lo recorro, a lo lejos alcanzo a ver una luz muy tenue. Giro a la derecha guiándome por la iluminación y subo unas escaleras en forma de caracol. Empiezo a escuchar ruidos, reconozco este lugar de inmediato. Son las celdas donde Vergil estuvo encerrado. Solo tengo que llegar hasta la otra orilla y entrare al castillo donde mi padre solía mantenerme cautiva, pero entonces veo a un hombre de cabello blanco, él alza la mirada al escuchar mis pasos y sus ojos azules destellan una ligera luz de esperanza
-¿Qué demonios estás haciendo aquí Nero?
Él me sonríe, por primera vez creo que le da gusto verme y entonces se acerca a los barrotes
-¿Crees que puedas ayudarme a salir? - me pregunta dedicándome una sonrisa torcida.
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El deseo del demonio (Nero y Tu)
Fanfiction¿Que pasaría si la hija de Mundus intentara sellar el inframundo con la ayuda de los descendientes de Sparda? Marzo 2019