Jazmín

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Está en medio de la sala destrozada fumando como desquiciado su último cigarrillo. Alguien lo había llevado ahí desde hace unas horas, quien sabe, su cuerpo se había movido mecánicamente sin poner atención realmente.

La puerta se abre despacio y bufa cuando ve a Loki asomarse-. En unas horas vendrán por ti -le dice serio fuera de su tono habitual, pero lo ignora dándole otra calada a su cigarrillo.

El pelinegro no se va como espera, en vez de eso recorre el desorden de la sala con sus esmeraldas avanzando un poco, ve de reojo como se agacha para tomar algo del piso.

-Lárgate -su voz sale áspera, no quiere sus burlas, no quiere su presencia, no quiere la presencia de nadie y ruega que sea verdad lo que le dice.

-Bonita placa -Loki le extiende ese colgante con mucho significado. No. Que tenía mucho significado. La garganta se le cierra imposibilitándole gritar como quisiera y en vez de eso, voltea su cabeza hacia el ventanal con las persianas caídas, abraza sus rodillas y las pega más a su pecho en un intento de ocultar el leve temblor de su cuerpo.

-Ya veo, entiendo - habla el ojiverde con ese tono muy ajeno, le da la espalda para abrir la puerta y desaparecer tras ella.

Sólo entonces, en medio de la helada habitación esconde su cabeza entre la rodillas dejando escapar un largo sollozo.

***

Unos suaves toques en la puerta lo despiertan, no se mueve y mira el techo convencido de que pueden entrar cuando quieran, sin embargo, esos llamados son insistentes obligándolo a levantarse del piso frío y aproximarse a la puerta, es lo mejor, vuelve a repetirse antes de girar perilla. Sus ojos se abren con sorpresa al ver aquel rostro.

-Sargento Barnes -le dice la omega con una sonrisa cálida, labios rojos perfectamente pintados, su cabello castaño, ondulado y peinado como en aquellos días, vistiendo una blusa blanca y falda verde pasto.

-Bernie... -suelta con un hilo de voz y no se contiene en lanzarse, la abraza hundiendo su cabeza en el hueco de su cuello llenándose de ese olor a jazmín. La omega le corresponde el abrazo con sus manos delgadas, le soba la espalda y el cabello grasoso como si tratase se arrullar a un cachorro desolado.

-Vamos a casa.

-No a Brooklyn, oh dios, no a Brooklyn -le ruega con voz cortada apretando más su agarre, sus lágrimas traicioneras escurren por sus mejillas para secarse en esa blusa blanca.

***

Los brazos los siente débiles y acalambrados, y no sabe si es por sus músculos cobrando su factura o por las pesadas esposas que cuelgan de sus muñecas. Aguarda a Bernie sentado a unos cuanto metros, la omega está intercambiando algunas palabras con Wanda y Hill, ellas lo miran de reojo no con el coraje que espera, lo ven con una mezcla de compasión y pesadumbre, disgustándole mucho.

Clint, recargado al marco de la puerta, está ahí para vigilarlo, supone, pero el alfa de mirada violácea no parece darle importancia, se ve impaciente y puede adivinar por qué. Natasha también se había ido.

-Vámonos -Bernie le toca el hombro para que lo siga, eso hace y ambos salen con Clint a sus espaldas. Entrecierra un poco los ojos cuando la luz del sol da directamente a su cara, parpadea y ve un Quinjet con los motores en marcha.

Un alfa desciende y sus pedazos de alma se regocijan al reconocerlo; de bigote exagerado ya no tan pelirrojo y su rostro con rasgos duros, ahora ya con claros signos de vejez.

-Sargento Barnes -Dugan le saluda con una palmada en el hombro.

-Señor -responde haciendo una leve reverencia con la cabeza, y sus ojos brillan cuando Jim y Gabe aparecen tras la espalda del alfa veterano. Algo se mueve en su interior al ver a su antigua manada, el paquete que formó junto con Steve, y evita que la nostalgia le gane manteniendo su rostro impasible, limitándose a saludarlos de la misma forma. Bernie le había dicho que iban a casa, cobraba sentido ahora.

Drunken DreamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora