CAPÍTULO 15 : SHOTO TODOROKI

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Esto sucedió hace muchos años, fue un tiempo antes de que Izuku naciera.

Todoroki Shoto había nacido en una familia de Alfas, su madre era la unica con diferente especie, ella era una beta. Cuando se supo que él era omega varias personas se decepcionaron, el principal fue su padre.

Solo con pensar en tener y criar un hijo omega le daba asco, pero, a pesar de eso y gracias a la insistencia de su madre, decidieron criarlo, aunque tiempo después se sabría que esa no fue la mejor elección.

(...)

Después de eso pasaron siete años, la unica atención que aquel niño bicolor recibía era la de la mujer que le dio la vida, su padre nunca le dirigía la palabra y mucho menos lo miraba, sus hermanos eran obligados ha alejarse de él, después de todo, alfas y omegas no se podían mezclar como si fueran una familia.

Él sabia que todo el mundo lo miraba con desprecio, que todos los rechazaban, pero, confiaba en alguien, esa persona era su madre, ella nunca lo haría sentir mal, porque según él, ella era la única que lo amaba, pero, quien pensaría que esa mujer sería la causa de toda su desgracia.

(...)

Los años pasaban y a medida que eso sucedía, las peleas y discusiones empezaban.

—¡Desde que Shoto nació no te has atrevido a mirarnos, ni a él ni a mí! —reclamaba la mujer albina, su esposo parecía querer ahorrarse esa discusión —¡Tambien es tu hijo, aceptalo de una vez! —exclamó mientras con sus manos sujetaba la camisa que el alfa llevaba puesta.

—¡Yo nunca he querido tener un hijo omega!— le respondió con un fuerte grito.

—¿Entonces por que accediste a criarlo?— la mujer tenia lagrimas en sus ojos.

—Acepté porque tu me lo pediste...— su esposo parecia serio al decir eso —Pero, no confundas las cosas, que ese niño viva en esta casa, no significa que lo quiera cerca— el hombre recibió un empujón de parte de la mujer.

Ambos adultos continuaron con su discusión por muchas horas más, pero ninguno de los dos se daba cuenta que Shoto los escuchaba y observaba. Era solo un niño, y su autoestima era muy baja, le afectaba todo lo que pasaba con sus padres.

(...)

Los años continuaron pasando y ahora él tenia diez años de edad. Aún recordaba lo que pasó ese año, ese mes, ese día, lo recordaba cada vez que se miraba en un espejo, en su rostro había una marca que nunca se borraría, y aunque quisiera olvidar siempre la recordaría, a esa mujer y a su desdicha.

—¿Mamá? —llamó shoto, su madre se encontraba en su habitación ordenando algunas de sus cosas.

—¿Que sucede?— lo observó por unos segundos y luego regresó su mirada a lo que hacía.

Con el pasar del tiempo aquel niño se habia dado cuenta del rostro demacrado que tenia su madre, al principio ella le sonreía cada que lo veia, ahora ya no había nada, pero a pesar de eso, decidió ignorar ese trato, porque sin lugar a dudas ella lo quería.

—¿Podemos ir al jardín? —preguntó acercándose a ella.

—Ahora no... Tal vez después —respondió fríamente, el pequeño empezó a curiosear por las cosas de su madre.

—¿A que hora? —preguntó mientras miraba un adorno que había encima de una comoda, era pequeño y lindo.

—¡Dije después! —el repentino grito de su madre lo hizo asustar —¡Ahora sal de aquí, estoy ocupada! —el niño no dijo nada y salió a toda del cuarto.

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