Melodías y Guerra, capítulo 7

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Se detuvieron a solo unos metros del pueblo donde dejaron la bicicleta escondida entre algunos arbustos y evitar que alguien quisiera robarla. Valentina tomo dos manzanas rojas brillantes de la canasta, le recordaban al color del collar que una vez le regaló a Juliana.

"¿Será que aún lo conserva?" Se preguntaba mientras le daba una de las manzanas a la castaña que seguramente debía estar exhausta después de tanto movimiento, además del peso extra que ella era, con ese pensamiento lanzó el fruto hacia arriba para atraparlo de nuevo esta vez con las dos manos y repetir la acción de esta forma varias veces.

-Gracias. - Le agradeció dándole una gran mordida a la fruta haciéndola crujir entre sus dientes y empezaron a caminar hacia el pueblo que se postraba sobre la inmensidad del bosque.

El cuerpo de Juliana empezó a sentirse más ligero y el dolor de cabeza amainó notablemente en cuanto terminó de comerse la manzana, sus hombros se relajaron y se dejó contagiar un poco por la emoción que Valentina transmitía. Se giró a verla a medida que avanzaban y podía sus labios apretados a modo de tratar que la sonrisa que amenazaba con salir se quedara de esa forma, oculta. Las cosquillas hicieron aparición en su estómago una vez más y su corazón se hinchó de ternura al verla de esa forma.

-Es bastante lindo. - Comentó Valentina con gracia golpeando suavemente el hombro de la castaña en su caminata, siendo ambas presas de cómo sus pieles desnudas se erizaban por el contacto.

-Mucho, son gente muy buena. - Lo más joven empezó a rascar sus brazos expuestos con las uñas tratando de evitar el contacto de nuevo.

"If I had a diamond heart, I'd give you all my love. If I was unbreakable" Fue lo que pensó en ese momento Juliana, era el coro de una canción que Sergio le había enseñado y después la pasó a su computadora, en ese momento así se sentía ella. Si tan solo su corazón fuera indestructible quizá y solo quizá ella podría ser de otra forma, no tendría que pasar por aquellos momentos incómodos y sería la ex super buena onda que perdona y olvida y finalmente logran quedar como amigos, pero no. Ella no lograba perdonarla después del daño causado y eso la hacía sentir como si estuviera haciendo algo malo. Su corazón era un sistema intrincado de venas y sentimientos, siempre le habían enseñado a aprender todo lo posible, pero nadie nunca le había enseñado que existen cosas que era mejor solo olvidarlas y seguir adelante. Siempre fue mala para lidiar con el dolor y por eso lo evitaba a toda costa, y en esos momentos Valentina le estaba causando cortes que sabía seguirán creciendo hasta volverse largos rasguños sangrantes que la harían gritar...una vez más. Y tenía miedo de eso, tenía miedo de Valentina, de dejarla entrar en su vida de nuevo.

"Si tuviera un corazón de diamante." Volvió a repetirse en su cabeza.

Según el diccionario un pueblo es una entidad que se dedica principalmente a tareas agrícolas y que vive en zonas rurales, pero donde se encontraban ambas chicas era todo lo contrario.

Era pequeño, sí.

Un poco rural.

Poco habitado.

Pero la mayoría de los que vivían eran personas como Juliana que de pronto el dinero les sobraba y queriendo alejarse del ajetreo de las ciudades construyeron su propia civilización lejos de los problemas urbanos. En medio de todo había una gran iglesia que se podía notar que estaban remodelando debido a los andamios que tenía a su alrededor.

Cuando al fin tocaron el asfalto notaron cómo la gente que pasaba a su alrededor las miraba curiosos sabiendo que ellas no eran de ahí, al menos no Valentina. Incluso un hombre que se parecía mucho al director de su antigua escuela pasó cerca de ellas dándoles la misma mirada, solo que en sus ojos se notaba el cansancio. La miraba duraba dos segundos y después se giraban para continuar con sus vidas sin ganas de querer averiguar más. Así fue hasta que una pequeña rubia seguramente de la edad de la castaña o quizá un poco menor paso frente a ellas regalándoles una sonrisa tímida y amable, su vestido blanco volaba debido al viento y Juliana se quedó un momento observando su caminar hasta que se detuvo cuando encontró a otra chica de cabellos color avellana y tome su meñique para seguir el camino que llevaba desde el inicio. La escena enterneció el corazón de la menor y sonrió con aires de nostalgia.

You're My Robin HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora