Comienzos, capítulo 11

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-Y seguimos creciendo hasta ser lo que somos ahora. - Terminó su relato John con una sonrisa.

-Entonces, ¿le diste hogar a todos los perros? - Preguntó Juliana asombrada mientras masticaba un brócoli.

-A la mayoría, sí. Los que no lograron salir fueron llevados con una vieja amiga a las afueras.

-Asombroso.

-Lo sé, siempre estaré agradecido con todas las personas que ayudaron.- John tenía ese brillo especial en sus ojos como aquel veterano que habla de sus días de juventud antes de ser enviado a combate, esa época donde todos es alegría y uno ni siquiera lo sabe.

Valentina estaba callada sin decir palabra alguna, estaba irritada lo único que quería era clavarle el tenedor al rubio.

-Qué increíble.- Dijo Juliana

-Si, increíble. - Respondió Valentina rodando los ojos de manera más disimulada posible.

La temporada de lluvias había comenzado avisando el regreso del verano. Sol, agua y arena era la definición exacta de lo que estaba por venir. El cielo estaba tirando las últimas toneladas de agua al océano para qué la gente pasará un tiempo de calidad en el playa, de resto sería unos meses muy calurosos. Como en la cabaña qué los días casi siempre eran cálidos y las noches frías, la brisa que entraba por la ventana ventilar la habitación dejando un sutil olor a petricor y pino en el ambiente.

-Ya termine.- Anuncio Juliana haciendo ademán de levantarse.

-Ah ah ah ah, alto ahí señorita. - La detuvo John negando con el dedo índice. -Acábate las espinacas- Ordenó el mayo señalando el plato donde Juliana había apartado meticulosamente todo las hojas en una mitad del plato. John no sabía absolutamente nada de la enfermedad de Juliana, era simplemente su instinto paternal hablando por él y como todo buen "padre" no dejaría que la castaña se fuera hasta terminarse todo.

-No me gustan- Se quejó moviendo la materia verde con el tenedor pinchando un poco, como si de algún raro experimento se tratara y fuera a cobrar vida para brincarle en la cabeza.

-Nada de excusas jovencita, no te levantarás de esta mesa hasta que vea ese plato vació. Advirtió con una mirada severa haciendo qué Juliana se metiera de mala gana un poco de espinaca mientras aguantaba la respiración.

Valentina por su parte se sentía aliviada, no pudo evitar preocuparse al ver que la castaña iba a tirar semejante fuente de hierro, quizá exageraba, pero la noticia la dejó un poco paranoica y no quería que nada malo pasara, además de que no sentía correcto que ella fuera quien reprendiera a Juliana, era como si le hubiera quitado cualquier derecho sobre la menor y eso le molestaba. No se sentía en posición de hacerlo y por eso por primera le agradeció a John mentalmente que fuera él quien la hiciera entrar en razón.

-No entiendo para qué las cultivas, si no te gustan- Dijo como ultimo comentario John antes de meterse una gran porción de puré de papas a la boca y después levantarse junto con Juliana.

En realidad Juliana esperaba que una vez que viviera sola ella podría comer más sano, ya que siempre se la pasaba comiendo comida rápida o café porque le daba mucha pereza cocinar y ni Sergio sabia, ni Lupe lo hacía. Por eso planto de todo, calabazas, zanahorias, incluso espinacas a pesar de lo mucho que las odiaba, creía que finalmente podría ser esa persona saludable que siempre quiso ser, pero al parecer todo resultó ser lo contrario. Fue todo un desperdicio y termino usando aquello que no comía para alimentar a las gallina o como abono para plantas.

Con la cara verde del asco se bebió todo el jugo que quedaba en su vaso haciendo buche para tratar de quitarse el sabor a "hierba" de la boca. Valentina trato de contener un poco la sonrisa que se asomo en su cara viendo a la castaña comportándose de manera tan infantil, pero era tan sencillo como saber que "a Juliana no le gustan las espinacas y punto".

You're My Robin HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora