12) "Aquellos de afuera, aquellos que luchan".

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 Retzel poco a poco entraba en un estado de pánico mientras llegaba a Protega con Quinn, y aunque iba con la compañía de Troy, sentía miedo por la reacción del rey Trul al ver al Paladín. Por otra parte, sentía que el gobernante lo iba a entender y permitir hacer lo que tenía planeado, aunque realmente era algo muy mal visto y quizá los habitantes de Protega iban a cuestionarlo. Troy sentía mucha nostalgia al ver aquellas puertas hermosas, a los Graft custodiándolas y el recibimiento caluroso de su gente que tanto lo amaba.

 Elis nunca había visto tanta amabilidad, aunque Protega era la primera Unidad que visitaba ya que toda su vida la paso en Nerxis, además el clima era agradable y acompañado del cariño humano, era algo inexplicable.

- Protega, la mejor Unidad. – susurraba Troy para sí mismo mientras avanzaban por las calles de la Unidad.

- Es muy bonita, no lo negare. Pero Nerxis no tiene nada que envidiar. – agregaba Elis, que logro escuchar las palabras del príncipe.

- ¿Nunca han ido al Este? ¿Nunca han visto las planicies de Urboth? – Quinn intervino en la conversación, titulando los lugares más hermosos que había visitado antes. – Las colinas de fuego. La cima de la torre al este de Dur-Hum-Bi.

- Esos lugares no se comparan al estanque del rio CirMe. – añadió Retzel.

 Entre los diálogos y debates sobre qué lugar era más hermoso y agradable llegaron al castillo. Los guardias nunca le quitaron los ojos de encima a Quinn. El general Tremesh reconoció al Capitán, pero no tanto por ser él, sino por el espíritu, por su linaje. Los Starburn, una de las familias protectoras más grandes jamás vistas, son quienes rivalizan con los Yuf, Osh, Soshtab, Icedem, Kerrim y Hum-Bi.

- Bienvenido, mi príncipe. – reverencio con inmenso amor y nostalgia a Troy. – Saludos, rey Retzel. – siguió la reverencia al joven rey. – Princesa Elis... – realmente no sabía qué hacer, ya que pensaba en la muerte del rey Fiodor. Solo llevo su mano al pecho y se inclinó con pesar.

- Tremesh, informa a mi padre que he regresado, y con buena compañía. – ordeno Troy que extrañaba hacerlo. – ¿Iras de inmediato?

- Así es. – afirmo Retzel. – Sígueme, Quinn

 Elis fue tratada como nunca antes y la atención hacia ella era sublime, digna de una reina. Troy se presentó ante su padre que lloraba al ver que su hijo estaba sano y salvo. Mientras, Quinn y Retzel se dirigían al lugar más sagrado, quizá, del Oeste... Al Templo del Viento.

- ¿Y piensas que en ese lugar vamos a encontrar respuestas a nuestras preguntas tan complicadas? Pienso que tus sueños y mis cuestionamientos no tienen respuestas humanas. – decía Quinn tratando de encontrar razonamiento a todo lo que pasaba.

- No lo sé, realmente no tengo la más mínima idea. – el joven miraba de reojo al Paladín. – Pero mi madre solía decirme que cuando la situación y el momento no te sonríen, debes escuchar al Viento. ¿Y qué mejor lugar que este?

 Alzaron la mirada ante una estructura alta y preciosa, perfectamente elaborada. Detalles muy hermosos y un diseño muy peculiar que en ninguna otra Unidad se puede ver. El creador de aquella obra maestra fue nada más y nada menos que Irvin Falard, hijo mayor del Primero del Oeste, quien construyo el templo en el año 30 y su edad era de 52. Su hermano, Imer Falard, ayudo con la construcción de tan hermoso lugar. De color blanco con ciertos lugares bañados en un Azul muy claro asemejándose al cielo mismo y unas pequeñas ventanas que ligeramente se abrían para que el Viento entrara de forma leve, aquello era para sentirlo de forma mínima, y poder escuchar la voz que traía.

Sueño de Unión.Where stories live. Discover now