Aquel nombre no sorprendió mucho a Retzel ya que nunca antes lo había escuchado, pero si sentía que era muy importante. La mirada del hombre le parecía muy conocida y aunque lo acababa de conocer recientemente, sitio mucha familiaridad en él. Por otro lado, Quinn no salía de su asombro al presenciar ante sus propios ojos al verdadero y único Marlow. En la Utopía se decía que Enders, padre de Excel, tras haber acabado con Marth y Shanon, sus hijos habían muerto en una persecución. Ahora, podía ver que aun respiraba un Volcano.
El joven rey no tenía la más mínima de las ideas sobre lo que pasaba por la cabeza de Quinn y mucho menos acerca de la historia que a sus espaldas ocurrió, pero que ante sus ojos estaba viva y latente. Aquel hombre, Marlow, barbudo y con ojos muy hermosos pero de un color claro, casi como si estuviese ciego, tenía una leve sonrisa que traía nostalgia al joven Platoniano.
- Mucho gusto. Retzel Osh. – estrecho la mano y se inclinó.
- ¡Oh no! – se disculpó Marlow. – Soy yo quien debe inclinarse. Nunca pensé que un rey vendría a mi visita.
- Solo tengo unos pocos días como rey. – se apenaba Retzel de su inexperiencia como gobernante. – No debe sentirse así.
Quinn no dejaba de mirar a Marlow y solo pensaba en cómo habría escapado y sobrevivido. Aquel lugar se veía tan desolado y salvaje como para vivir allí.
- Puede preguntar lo que quiera. – dijo Marlow a Quinn, pero miraba a Retzel.
- ¿Cómo escapo de la Utopía? – la pregunta fue directa, Quinn no iría con rodeos, quería saberlo todo.
- Jum... Los Utopianos siguen siendo tal y como los recuerdo. – decía Marlow mientras se acercaba al Paladín. – Entren a mi humilde cueva.
El hogar, por así decirlo, de Marlow era una pequeña cueva. Bastante cálida aunque un tanto oscura. No había sillas, mesas, muebles ni nada cómodo como era de esperarse, pero había unas pieles pintadas con un símbolo extraño. El nombre que tenía era uno que nunca antes se había pronunciado y que Quinn observo por unos instantes. Retzel se sentía un poco mal de ver aquella condición en la que el hombre vivía, pero la hospitalidad de Marlow hacia ellos le hizo notar que no se arrepentía o sentía pena de su hogar.
- Quizá no es mucho, pero esto es lo mejor que les puedo ofrecer. – Marlow les dio unos vasos de barro con un Té que había preparado previamente. – Esto es un Té de Cristantina, es lo más... digno que puedo darles.
- ¿Qué es Cristantina? – pregunto Quinn, tras dejar de observar la pintura.
- Es una hierba que solo crece a los alrededores de esta cueva y en la parte superior. He aprendido mucho en este tiempo de soledad. – relataba. – La comida no me preocupa. La Cristantina es muy saludable. Sé cómo bajar y subir sin escalar. Cada vez que lo necesito voy por frutas silvestres y regreso.
- Si puede bajar... ¿Por qué nunca ha ido a una Unidad? – pregunto Retzel.
- Los asuntos de los hombres de abajo no son de mi incumbencia. – Marlow se sentó en el suelo y cruzo sus brazos. Invito a los presentes a sentarse. – Desde que llegue aquí he aprendido mucho más que cualquier otro hombre que allá abajo vive.
- ¿Cómo? Si me disculpa, aquí no hay maestros ni nadie que le enseñe. – dijo Quinn.
Marlow se levantó, camino a la oscuridad del lugar y regreso con un pergamino, un libro viejo y una flecha rota.
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Sueño de Unión.
RandomLos sueños siempre son algo difíciles de lograr, y mucho más cuando la fuerza más grande del mundo esta en tu contra. Pero son en esos momentos de dificultad cuando sale a florecer aquel valor que nos lleva a ser impulsados a la meta que queremos lo...