Siempre a la misma hora

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Paterson (Adam) y Daisy

Paterson era el conductor de autobuses en Westminster, conocía ya la ruta de la cuidad de memoria y a su mayoría de habitantes, niños que iba a la escuela, esposos, adolescentes, muchas personas que solía saludar e incluso hacer plática con ellos durante su trayecto.

Pero había una chica que le parecía demasiado linda, no solo por su físico o su bella sonrisa, ella era muy amable, siempre solía saludarlo y desearle una buena noche cuando subía y bajaba de autobús, y digo noche porque siempre le hacía la parada en una esquina cercana a un bar, a las 11 de la noche, la chica era su última pasajera, jamás había tenido una plática que fuera más allá del saludo con ella, pero estaba seguro de que la chica trabajaba en aquel bar.

Ese día como todas noches desde hace un año, iba conduciendo rumbo a su última parada, y justo la vio ahí, levantando la mano para el que él se detuviera, y así lo hizo, se detuvo, abrió la puerta y ella como siempre le sonrió, pero antes de que él pudiera saludarla oyó que alguien la nombró, he hizo que su linda sonrisa se esfumará

-¡Daisy!- se escuchó el grito de un joven que iba corriendo, la nombrada volteo, malhumorada a ver al chico, que se detuvo al frente del autobús.

-Déjame tranquila, John, por favor- pidió de manera algo desesperada.

-Esto no se va a quedar así- advirtió el chico, con un tono amenazante

Paterson quien hasta el momento se había mantenido callado pero expectante intervino, al notar la forma furiosa que empezaba a tomar el hombre.

-¿Está todo bien?- le pregunto a Daisy.

Ella solo negó con la cabeza y le dijo: -Por favor conduce- el la miró y sin dudarlo, cerró la puerta frente al chico y avanzó dejándolo atrás hasta que se perdió en la vista

Daisy soltó un fuerte suspiro, tocó su cabello,Paterson la observaba por el espejo fijamente, no sabía si hablarle o dejar que el silencio siguiera hasta que la parada de su pasajera llegará, pero fue ella quién rompió el silencio

-Soy Daisy, pero eso ya lo sabes - le dijo, mientras se levantaba de su asiento y le extendía la mano,mano que el tomo con delicadeza, no podía negar que ella le gustaba, desde hace un tiempo- es curioso no?

-¿Qué es curioso?- cuestionó Paterson

-llevo un año tomando este camión para llegar a casa, y es la primera vez que cruzamos palabras, bueno más allá de un saludo- dijo riendo un poco, curvando su labios en una leve sonrisa que le daba un aspecto de ternura

-Soy Paterson, pero eso ya lo sabes- dijo mostrando su gafete que estaba puesto en su camisa- si, ya es un tiempo que llevas siendo mi último pasajera de la noche- le dijo sonriendo, en verdad le alegraba poder platicar con ella

-Bueno, ahora podremos platicar más- dijo sin mirarlo, y apagando su sonrisa, volviendo a soltar un suspiro

-Disculpa si soy entrometido, pero,¿Quién era el sujeto que te amenazó?- preguntó preocupado

-es compañero de trabajo, lleva tiempo pretendiendome, hoy se puso furioso cuando le dije una vez más que no quería saber nada de él- calló unos segundos, y retomó - le dije que había alguien más, que me gustaba y es por eso que está vez me siguió hasta la parada- concluyó

Paterson la miró un poco, a los ojos pues tenía que mantener la mirada en la carretera, y le dijo: -algunos hombres son unos idiotas, que no saben respetar a la mujeres, es inevitable que te gusten, pero si la chica ya te dijo que no, acéptalo y sigue tu vida- esas palabras hicieron que Daisy lo mirara con cierto brillo, Paterson era un hombre serio y malhumorado a la vista, pero lo que se dejaba ver ahora, era un hombre caballeroso y muy amable

ONESHOT REYLO/DAIVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora