Capítulo 9 (1/3)

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Después de no sé cuántos días vuelvo al instituto y por dios que nunca antes me había sentido tan emocionada de salir de casa. Lucy no ha parado de pintarme las uñas de colores, Juvia me ha hecho cosas extrañas en el pelo y casi tuve que cortarlo, para finalizar Erza me tenía cansada con sus citas con Jellal, no entiendo porque de entre las tres hermanas me elegía a mí para ayudarla a decidir que ropa ponerse, osea a mí la que siempre viste de negro.

Bajo por las escaleras y me encuentro a mi madre, mi relación con ella sigue siendo igual de mierda así que sin mirarla y ni hablarle cojo una manzana.

Al salir veo la catástrofe.

—No vas a conducir Erza, queremos llegar vivas. —dice Lucy quitándole las llaves del coche.

—También queremos que el coche siga intacto. —dice Juvia refiriéndose a que cada vez que Lucy conduce el pobre coche duerme en el taller.

Empiezan a gritarse en mitad de la calle. Coloco las gafas de sol que estaban sujetando mi cabello, en mis ojos y me acerco a ellas masticando la manzana.

La verdad es que la única que ha sido bendecida con el don de conducir bien he sido yo. Erza conduce demasiado rápido para una ciudad, Lucy tiene complejo de Casper y cree que puede atravesar paredes, Juvia demasiado lenta si condujera ella llegaríamos al recreo con suerte.

—¿Cómo os habéis apañado sin mi?

—Jellal nos llevaba pero como vienes tú hemos pensado que a lo mejor no querías montarte en el coche con él. —me explica Erza mirándome con cautela.

—Llámalo. —respondo secamente y me siento en el sitio del copiloto.

No culpo a Jellal por lo que me pasó, la culpa fue del coche que casi me mata y también mía porque no tendría que haberme subido en la moto después del accidente. Debí de quedarme en el suelo.

Por el retrovisor veo como el Mustang de los hermanos perfectos se acerca. Observo como Jellal se baja y saluda a mi hermana con un morreo que parece no acabar nunca le doy al claxon haciendo que se separen. Para mí desgracia llamo una atención indeseada, pues veo como la puerta del conductor del Mustang se abre y baja el moreno de ojos rojos.

Respiración larga y profunda.

Cierra los ojos.

Cuenta hasta 10.

1...

2...

3...

—Hola doña grosera. —al pronunciar esas palabras su aliento golpea mi cara.— Parece que sigues viva.

—Bicho malo nunca muere. —contesto con los ojos cerrados.

4...

5...

6...

—Genial porque me debes 600$. —al oír eso abro los ojos veo que sostiene una factura.

7...

8...

Arrugo el papel y se lo lanzo a la cabeza.

—No tienes pruebas de que fui yo. —digo e intento subir la ventana pero sus brazos no lo permiten. Saca un papel de su bolsillo trasero y me lo tiende.

"Comienza la guerra" —esto lo escribí yo hace un tiempo. Pero miro más abajo y veo nuevas letras.

—"Pues que comience"

Levanto la vista con los planes de tirárselo a la cara, pero siento como un puño se cierra contra mi camiseta haciendo que me mueva hacia adelante y sus labios se estampa contra los míos.

Es tan corto que apenas puedo reaccionar. Se separa de mí con una sonrisa burlona para después darse la vuelta e irse. Subo la ventana, vuelvo a tocar el claxon.

En nada están los cuatro subidos. Jellal arranca en silencio.

¿Quién se ha creído que es?

Un maldito estúpido que se cree que me va a tener para divertirse. Pues no lo pienso permitir. Aún no se me olvida el vídeo.

Juro que antes de que juegue conmigo de nuevo lo descuartizo y se lo doy de comer a los lobos.

Está visto que lo de contar no sirve de nada, porque estoy a punto de perder el control.

En cuanto llegamos al aparcamiento de la escuela me bajo.

Camino a paso apresurado el suelo tiembla bajo mi peso. Escucho las voces de mis hermanas llamándome, estoy tan ciega de odio que no soy capaz de detenerme aunque sea por ellas.

No pienso consentir que nadie me trate como se le dé la gana.

Entro al largo pasillo lleno de estudiantes. Todos se alejan a mi paso como si me tuvieran miedo.

Mejor así porque como se me crucé uno voy a descargar mi rabia contra él y solo quiero descargarla con el demonio.

Llego hasta la tan esperada taquilla. Una vez encuentro el objetivo, estampo mi puño contra su mejilla y mi rodilla contra el punto más sensible de un hombre.

Ahora sí me siento mucho mejor.

Me giro para sacudir el puño pues creo que me he partido la mano.

Cuando pierdo el control lo pierdo bien y frustra ser tan impulsiva. Ojalá pudiera ser como la gente normal que se para a pensar lo que está haciendo.

—No vuelvas a acercarte a mí, hijo de puta.

Cuando estoy apunto de largarme su mano se cierra sobre mí muñeca acto seguido hace que me giré hacia él. Con sus dedos me levanta el rostro para que lo mire directamente a los ojos.

—Enana vas a estar tan enamorada que me vas a suplicar que no te dejé. Entonces será cuando te destruya.

Me quedo mirándolo directamente a los ojos. Mi respiración está acelerada lo que hace que me duelan las costillas que hace poco me operaron.

Lo que yo tenía planeado como una guerra de bromas entre sus hermanos y mis hermanas se acaba convirtiendo en una guerra entre él y yo luchando por destruirnos.

—Veremos quién destruye a quién.

Me zafo de su agarre y me dirijo hacia mi primera clase del día Literatura.

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¡Hola mis queridos lectores!

¡Comienza el maratón! Ya saben que todas mis historias tienen un maratón y esta no iba a ser menos.

Emocionante este capítulo ¿verdad? Recuerdo que lo estaba escribiendo y tenía el bello de punta.

Nos vemos en unas horas.

Saludos y besos de Noa-chan.

Chicos vs ChicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora