6- Descubiertos

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Janie:

- ¿Qué piensas, Eclipse?

Miró a su dragón, el cual estaba intentando evitar al pequeño bebé que quería morderle la cola.

Eclipse:

- Ruag, ruag, ¡Ruaghh!

Rugió dolorido cuando al fin el pequeño logró agarrarla.

Janie:

- ¡Ja, ja, ja!

El pequeño se soltó de la cola cuando Eclipse rugió enfadado. Lo miraba con curiosidad.

Janie:

- Creo que ya que estamos aquí, lo mejor será explorar un poco, ¿No crees Eclipse?

El dragón rugió asintiendo. Los tres se internaron en la espesa jungla. Por dentro era algo más oscura, pero eso era por la sombra de los árboles. Avanzaban despacio, cuidadosamente. El pequeño bebé dragón se paraba de vez en cuando para intentar coger la cola de Eclipse. El cual sólo la elevaba para que no lo consiguiera. En mitad del camino, Eclipse se encontró con una fruta algo extraña. Parecía un melocotón, pero estaba enganchado de una fuerte rama. El dragón se preguntó que sería. Con curiosidad, la olfateó. Le pareció divertida, así que fue a morderla.

Janie:

- ¡Eclipse, no!

Pero fue tarde, de repente, de unos arbustos sale, ¡Una planta carnívora gigante!

Eclipse:

- ¡Ruagh!

La planta intenta tragarse a Eclipse, pero entonces, el pequeño bebé dragón lanza una llamarada de fuego fatuo a la planta. Esta, algo quemada, se retira a su árbol. Eclipse mira al pequeño dragón sorprendido.

Janie:

- Bueno… Eclipse, procuremos no tocar muchas cosas extrañas. No sabemos lo que hay aquí.

Eclipse se acerca al dragoncito, y agacha la cabeza con respeto, mientras ronronea agradeciéndoselo. Él solo pone una cara divertida y vuelve a tirarse a su cola a morderla. Eclipse pone una cara de agotamiento, y deja que el cachorro se divierta.

Janie:

- ¡Ja, ja!, bueno, sigamos.

Janie avanza entre la jungla. En el camino, Eclipse trata de liberarse del cachorro que aún lo está mordiendo. Levanta la cola y consigue desengancharlo. Janie levanta unas hojas que están en medio del camino, y descubre, ¡Un enorme río lleno de Furias Nocturnas!

Janie:

- Es… increíble.

El pequeño dragón salió de la jungla, y corriendo feliz, se lanzó al agua. Eclipse quiso salir, pero Janie lo detuvo.

Janie:

- ¡No!, no somos de aquí… Si salimos los dragones notarán nuestra presencia.

Mientras tanto, en Mema, Hipo ya se había dado cuenta de la desaparición de su hija. Estaba hablando con Bocón.

Hipo:

- ¿No la viste ni salir a volar?

Bocón:

- No, lo siento Hipo…

Hipo corrió hacia Astrid muy preocupado.

Astrid:

- ¿¡La han visto!?

Hipo:

- No… ¡Ni Bocón la ha visto!

Astrid:

- Pero es imposible que se haya ido… ella…

Hipo:

- Desdentao y Eclipse tampoco están.

Los ojos de la rubia se agrandaron como platos.

Astrid:

- Pero Desdentao…

Hipo:

- ¡No me esperaba esto de Desdentao…!, él debería haberse quedado aquí, no haberse ido con ellos…

Astrid se acerca a Hipo y lo abraza tiernamente.

Astrid:

- Tú sabes que Desdentao jamás haría algo que pudiera hacer daño a Janie, y menos a Eclipse, es su hijo. Los encontraremos, ya verás.

La rubia le dedicó una mirada de consuelo a Hipo. Él pareció alegrarse un poco más.

Hipo:

- Sólo espero que estén bien, Astrid…

Mientras tanto, en la isla, Janie y Eclipse miraban fascinados la escena de los Furias Nocturnas. Habían un montón de ellos. Todos jugaban felices, algunos en el río, otros se revolcaban en la hierva de la jungla.

Janie:

- ¿Quién se lo creería, amigo…?

Entonces, un Furia Nocturna de ojos verde claro salió de entre las sombras amenazando a ambos.

- ¡¡Ruaghh!!

Janie:

- ¡Ah!

Eclipse:

- ¡Ruaghh!

Eclipse rugía para intentar apartarlo. Pero el dragón adoptó una pose amenazadora, sus ojos eran dos rendijas.

Janie:

- ¡Eclipse, vámonos de aquí, rápido!

Janie subió a su dragón rápidamente, pero no sin ser perseguidos por ese dragón. Lograron ganar altura y velocidad, pero ambos sabían muy bien que no tenían mucha estabilidad de vuelo, aún.

Janie:

- ¡Vamos colega, vuela, vuela!

Pero el dragón les lanzó un fuego fatuo, ambos lo logran esquivar, pero se encuentran con la situación de que tienen que girar por una montaña alta.

Janie:

- Oh, no…

Janie sólo se pegó más al lomo de Eclipse y se sujetó fuertemente a las anillas.

Janie:

- Está bien, amigo, ¡Vamos a hacerlo!

Janie y su dragón van girando poco a poco.

Janie:

- Eso es, eso es… ¡Venga, ya casi estamos!

Pero entonces, antes de lograr girar la montaña, Eclipse se desestabilizó, perdiendo altura.

Janie:

- ¡Otra vez no…! ¡¡Ahh!!

Ambos cayeron a la isla de nuevo. No se habían hecho daño, se levantaron rápido al ver que estaban acorralados por una gran pared de roca enorme, y además rodeados de Furias Nocturnas enfurecidos.

- Rrghh…

- Rrrghh…

- ¡Ruaghh!

Eclipse:

- ¡¡Rrrghh!!

Pero fue peor. El rugido hizo que todos se enfurecieran más, caminando lentamente hacia ellos amenazantes. Eclipse sólo pudo enseñar los dientes fieramente mientras retrocedía hacia la pared, sin escapatoria. Janie estaba igual de asustada. Se pegaba a Eclipse todo lo que podía. El dragón también adoptaba una pose protectora hacia Janie. A medida que iban retrocediendo, la cubría más con su ala derecha. Entonces cuando todos los dragones iban a atacarlos.

- “¡Qué nadie los toque!”

HTTYD IIIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora