7- El Origen del Furia Nocturna

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Todos los dragones se quedaron quietos al oír esa voz, además relajaron su postura. Janie y Eclipse sólo miraban la escena, algo confusos.

- “He dicho, ¡Atrás!”

Los dragones retrocedieron unos pasos, aunque aún seguían mirando a los intrusos. Entonces, de una cueva en lo alto de la montaña, salió un Furia Nocturna enorme. Era completamente diferente al resto. Tenía un gran tamaño y musculatura, tenía unas fuertes espinas dorsales de color azul brillante. Sus ojos eran de un color azul marino por los bordes, y azul cían por el centro, adoptaban un brillo plateado y brillante. Su color de las escamas, variaba a tonos de negro y azulado. Tenía también una marca de color plata en su pata izquierda, en forma de V. Su cuerpo estaba algo cubierto de viejas cicatrices y heridas, algunas eran graves, otras no tanto. Su cola, era enorme con una aleta desplegable. Era obvio que imponía bastante. El extraño dragón se posó en medio del círculo y fue acercándose poco a poco a ellos. Eclipse no se sintió cómodo con la idea, y gruñó algo fuerte para que se alejara.

Dragón:

- ¡¡Rrrgghh!!

Pero sólo al lanzar un pequeño rugido enfurecido, Eclipse agachó la cabeza con total sumisión. Janie estaba algo asustada.

- “¿Quiénes sois?”

Janie se quedó asombrada por momentos. Luego se atrevió a hablar.

Janie:

- Eres… ¿Eres tú quién lo ha preguntado?

Dragón:

- “ Sí.”

Janie:

- ¿Cómo yo puedo oírte?

Dragón:

- Porque tienes un Don para los dragones.

Janie se queda de piedra unos momentos. Pero el dragón continúa.

Dragón:

- “¿A qué habéis venido al Origen del Furia Nocturna?”

Janie:

- ¿Origen del… Furia Nocturna?

Dragón:

- “Así es como llamamos a nuestra tierra”

Janie:

- Pues… verás lo cierto es que estamos aquí por error, y… es una larga historia. Yo vine con mi dragón hacia aquí sól-

Dragón:

- “¿Tú dragón?, no vuelvas a atreverte a decir eso otra vez”

Dijo algo molesto.

Janie:

- Claro pero… ¿Es qué he dicho algo malo?

Dragón:

- “Nosotros los Furias Nocturnas, somos descendientes de los Dioses más poderosos que existen, no somos mascotas ni nada por el estilo. Así que ningún Furia Nocturna que exista es propiedad de nadie”

Janie:

- Claro, lo siento…

Dijo Janie aún sin entender nada.

Dragón:

- “Mi nombre es Zirus, y este no es lugar para una humana. Sólo los Furias Nocturnas habitamos esta isla”

Janie:

- Perdóname, es que Eclipse y yo somos amigos, bueno, conocidos, o… algo así. Pero te prometo que si me dejas quedarme no haré nada malo.

Zirus se puso a pensar un momento, luego dijo:

Zirus:

- “Te dejaré quedarte, sólo si respetas el lugar como a todos los habitantes de él. Debes entender que esto es nuestro Santuario. Aunque una humana no lo entiende…”

Janie:

- Bueno, si lo entien-

Zirus:

- “Confío en que cumplas lo dicho”

Y sin decir más voló hasta internarse de nuevo en la cueva. Los dragones que antes les amenazaban, ahora rondaban a su alrededor inspeccionándole. Los olfateaban e investigaban. Janie comenzó a acostumbrarse a la sensación. Uno estaba muy cerca; Era joven y de ojos marrón oscuro. Janie estiró el brazo, el dragón enseguida dejó tocarse la cabeza, se había ganado su confianza. La chica disfrutaba acariciándole suavemente la cabeza. El dragón ronroneaba feliz. Pero a Eclipse no le estaba yendo muy bien, tenía a cuatro dragones inspeccionándolo, y eso le estaba agobiando un poco. Intento alejarse caminando hacia atrás, pero otro dragón se puso ahí.

Eclipse:

- ¡¡Ruaghh!!

Entonces todos los dragones que lo rodeaban soltaron un rugido. Pero lo hicieron a modo de saludo. Eclipse sólo intentaba salir de allí. Logró levantar el vuelo y salir de esa jaula de curiosos Furias Nocturnas. Pero enseguida se encontró con otro en el aire que lo olfateaba por todas partes.

Eclipse:

- ¡¡Rrrghh!! (Enfadado y molesto)

Eclipse bajó de nuevo a la isla. Enseguida volvió a ser acribillado por la masa de dragones curiosos que venían a saludarlo. Uno se acercó demasiado a él, y le mordisqueó la oreja juguetón. Sorprendido y agobiado, Eclipse suelta un resoplido molesto hacia él.

Janie:

- ¡Ja, ja, ja!, dales una oportunidad amigo. Ellos sólo quieren conocerte.

Eclipse:

- Rrrghh… (Agotado)

Janie:

- ¡Ja, ja!

Entonces, el dragón que antes se dejó acariciar por Janie, la empujó suavemente entre unos arbustos. Luego la hizo un gesto con la cabeza. Ella supo que quería que le siguiera, y así lo hizo. El dragón la llevó a un enorme árbol enmarañado de fuertes y gigantes ramas para trepar por ellas. A lo alto podían verse dragones jóvenes saltando de las ramas y levantando el vuelo, ¡Era un lugar de prácticas de vuelo!

Janie:

- Vaya…

Dragón:

- Rrgh.

El dragón levantó el vuelo y subió a una rama alta. Eclipse también los había seguido, aunque aún lo perseguían tres Furias Nocturnas.

Janie:

- ¿Qué te parece, colega?

Eclipse:

- Rrg. (Bonito)

Janie:

- ¿No molaría tirarse desde una de esas ramas?

Eclipse no pudo contestar, aún seguía intentando liberarse de esos dragones que lo perseguían.

Janie:

- ¡Ven!

Janie subió a sus lomos, y dirigió el vuelo de Eclipse hacia una rama alta. Los tres dragones se quedaron en el suelo. Eclipse se posó sobre una rama fuerte y muy alta. Janie miraba hacia delante, fascinada. Decenas de Furias Nocturnas volaban entre las nubes, abajo en la jungla, podían verse otros jugando, divertidos. Sin duda, El Origen del Furia Nocturna era el nombre perfecto para esa isla, no había un paraíso mejor que ese.

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