2.- Recuerdos.

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Me dolía solo recordar cada pequeño instante que pasábamos juntas, cada recuerdo era una a puñalada en mi pecho, recordándome lo tonta que fui, mis ojos estaban acuosos y mi mente invadida de recuerdos.

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— Quítate la ropa.

— Wow, cálmate, apenas nos conocemos, ¿acaso estás loca?.— No, yo ya te conocía con anterioridad, guapa.

— Quiero verte desnuda.— ¡Y vaya que era verdad!

— Sí bueno, esto no va funcionar así.— ¿Segura?

— Me gustas.— Cierto.

— ¿Qué?

— Eso querías que repitiera, ¿no?.— Sonreí.

— Bueno sí per...

— Bueno, ya lo dije, me gustas y mucho.— ¿Yo dije eso?

— ¿Estás consciente de que nos conocemos hace un una semana y media y sólo hemos hablado tres veces?

— ¿Y?.— Como sí me importará eso.

— Bien, como sea, también me gustas y en serio estoy loca por ti.

— Perfecto, ahora, desvístete.— Ahora si se viene lo bueno.

— ¿Ni siquiera vas a besarme?

— Ven aquí.— Sus labios eran un manjar.

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Aún podía percibir el suave toque de su cuerpo contra el mío, era tortuoso el imaginar que ya no podría sentirlo, sólo vagaba de mi habitación a la universidad. Esperando a saber noticias de mi dulce niña pero al parecer el destino no quería dejarme el camino tan fácil y en cierta forma lo comprendo, fui muy estúpida.
Me levante de mi cama, quitando el húmedo camino que las lagrimas dejan sobre mis mejillas, sorbí mi nariz y tome un vaso. Sólo para beber un poco de agua y lo recordé. Ella odiaba el agua.

Aquella pequeña ocasión ella se quejaba del por qué la tocaba entre las clases de piano y nunca llegábamos a más, era una pequeña forma de torturarla, recuerdo haberla citado en mi casa, tenía planeada una cena romántica y después subir a mi habitación y ver lo que podría pasar en esta noche tan sensual.

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— Pero ven.— Tome su mano y la lleve a la cocina.— ¿Agua?.— Ofrecí gustosamente.

— Emm...— Su gesto cambio.— Por supuesto.

— Toma.Le serví un vaso grande y bastante lleno, creo que me pase un poco.

— Gracias.— No podía dejar de observarla, era hermosa, cada pequeña parte de ella.

Ni siquiera se tomó el agua, sólo dio dos pequeños sorbos, ahí me di cuenta que no le gustaba.

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Recordé todas y cada una de las veces que nos entregábamos completamente la una a la otra, como yo era la única dueña de sus incesantes jadeos y ella de los míos, como nuestros cuerpos competían por un rose y la manera en que ambos se unían en una bella armonía. Solté un sollozo. No lo soportaba más, la necesito, ahora.

¿Dónde estarás pequeña?






















Puede que no muy lejos....

𝙸 𝚗𝚎𝚎𝚍 𝚞. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora