Capítulo IV: El pequeño Arty

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Entretanto, los padres de Artemis habían vuelto a sentarse, y hablaban con Holly sobre los últimos detalles del viaje de Artemis.

-El avión partirá a las diez. A eso de las once ya estaréis en Londres, instalando las cosas de Artemis en su departamento -explicó Artemis padre a Holly. La elfa proyectó un mapa 3D de Europa sobre la mesa, donde se veía la trayectoria que tendría el jet de los Fowl desde el helipuerto de la finca hasta el aeropuerto de Londres.

-La verdad Holly, me tranquiliza mucho el saber que acompañarás a Artemis.

Holly se revolvió incómoda en su asiento.

-Pues, sobre eso... Venir aquí no fue mi decisión, Señora Fowl. Verá, estoy en una misión oficial como agente de la PES. El Comandante Kelp me envió a supervisar el traslado de Artemis.

-Pensé que la policía de los duendes tenía cosas más importantes que hacer que vigilar a un adolescente- intervino el padre de Artemis, suspicaz.

-La verdad, señor Fowl es que no todos los miembros del Concejo se sienten cómodos con la idea de Artemis viajando fuera de Irlanda. Piensan que puede ser potencialmente peligroso para las Criaturas, por lo que hay alguien constantemente siguiendo sus movimientos.

El Señor Fowl abrió la boca, probablemente para reclamar en contra de los duendes que espiaban a su hijo, pero Artemis se le adelantó:

-Y yo estoy constantemente espiando a las Criaturas. No te preocupes por eso, padre; papá-lo tranquilizó. Miró el reloj-. Será mejor que vaya por Mayordomo, son casi las 9:30.

-No es necesario, Artemis, ya estoy aquí- intervino el sirviente entrando al comedor. Se había dado una ducha, no quedaba ni rastro de harina en su persona. Usaba su típico traje, su cabeza rapada al cero, cómo siempre.

Holly se levantó y voló hasta él para saludarlo. Le dio un abrazo a la enorme cabeza de Mayordomo.

-Hola, grandullón. Te echaba de menos.

-Y yo a ti, Holly. Me alegra verte. ¿Nos acompañarás?

La elfa asintió y sonrió. El sirviente le devolvió la sonrisa.

-Se necesita un guardaespaldas euroasiático de dos metros y una sanguinaria elfa policía para cuidar de un adolescente. Quién lo diría...- se oyó una conocida voz femenina desde detrás de Mayordomo.

-¡Juliet!- exclamó Holly, gratamente sorprendida. La joven rubia se acercó sonriendo. Usaba ropa deportiva negra y ajustada. Llevaba el pelo atado en una trenza, su aro de Jade rebotaba en su espalda a cada paso que daba.

-¿Qué tal, compañera?-le dio una palmada amistosa a Holly en la espalda-. Vengo a cuidar de los Fowl por un tiempo, mientras mi hermano y el pequeño Arty están lejos.

Artemis hizo un mohín de enfado.

-Ya no soy un pequeño, Juliet, soy prácticamente un adulto, en apenas tres meses cumplo los dieciocho, además-

Juliet lo hizo callar besándolo rápidamente en la mejilla.

Artemis se puso colorado y se alejó un paso de Juliet, al tiempo que se limpiaba la cara con la manga de su suéter. La chica rió, alborotándole el pelo.

-Puede qué seas el chico más listo del planeta, pero sigues siendo un crío para mí.

Artemis rodó los ojos.

-Como sea, me alegra verte, Juliet, pero para la próxima, agradeceré qué respetes mi espacio personal, para variar. Mayordomo, Holly, ¿Nos vamos?

Mayordomo se tomó unos minutos para poner a Juliet al tanto de los nuevos mecanismos de seguridad de la mansión. Luego de que Artemis, Holly y el sirviente se despidieran de los Fowl, caminaron hasta el helipuerto de la finca y subieron al jet, Mayordomo cargaba el equipaje de Artemis.

Holly examinó los controles del aeroplano con detenimiento.

-Nada mal, para estar hecho por fangosos-asintió-. Aunque tengo la ligera sospecha de que Artemis hizo algunos cambios que incluyen tecnología mágica.

El chico puso su mejor cara de inocencia.

-Yo jamás haría algo como eso, capitana Canija. Me siento ofendido.

Cada uno se acomodó en su asiento. Holly iba de copiloto. Se puso el casco y se concentró en su bitácora de misión.

Artemis, mientras en la sección de pasajeros puso música clásica, algo de Tchaicovski, para variar, se sirvió un poco de caviar y se relajó en su asiento. Por un momento casi se sintió como un chico normal. Casi.

Hola.

Juego del día: póngale nombre al capítulo.

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