Capítulo XII: Sal de ahí, Mantillo malo.

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-¡Mandíbulas, sal de ahí en este mismo instante!- gritó Potrillo, aporreando furioso la puerta de la sala de control con sus pezuñas.

-No hasta que me pagues lo que me debes-respondió Mantillo desde adentro-. Y si tardas mucho rato más, pensaré en convidarle un poco de saliva de enano a estos preciosos equipos de última tecnología que tienes aquí.

Potrillo relinchó desesperado. Era la última vez (esta si que sí) que apostaba algo con Mantillo.

Como ciudad Refugio estaba tan aburrida últimamente, la única entretención que tenía era espiar a los fangosos vía satélite, jugar duendipolio o actualizar el equipo de la PES.

Había actualizado todos los trajes y cascos, había inventado una nueva arma, la Gamma 15, muy efectiva y prácticamente invisible. Lo que hacías era bombardear los átomos de tu enemigo con rayos gamma, destruyendo los enlaces intermoleculares y haciendo así que el sujeto se evapore en cuestión de segundos. Gracias a ese invento ya casi no quedaban sapos deslenguados en las calles.

Pero se le había acabado el presupuesto.

Luego había espiado a los fangosos, pero tenían el mismo circo de siempre: plagas de virus, guerras religiosas, derrames de petróleo, Greenpeace luchando por los osos polares del Ártico... Los fangosos no tenían idea de que el fundador de Greenpeace había sido un duende. Igual de estúpidos que siempre.

Luego había invitado a su viejo amigo Mantillo Mandíbulas a jugar duendipolio. Mala idea.

Se habían hartado a los cinco minutos, y les pareció una mejor opción ponerse a espiar a Artemis Fowl.

Potrillo se infiltró en los satélites fangosos en un santiamén, y buscó al chico Fowl en las cámaras de seguridad de la universidad, donde se suponía que estaba a esa hora.

-Apuesto a que va a estar solo en un rincón-dijo Potrillo.

-Y yo apuesto a que estará sentado conversando, rodeado de chicas bonitas-contraatacó Mantillo. El enano no tenía ninguna posibilidad de acertar, por lo que Potrillo se atrevió aún más:

-Pues te apuesto, uhm, un cajón de zanahorias y... Curry de ratón. Mucho curry de ratón.

-Hecho. Y yo apuesto mi dentadura.

-Pues yo no quiero tu dentadura.

-Pues es lo único que tengo, poni, confórmate- respondió Mantillo-. Además, las dentaduras de enano son muy bien pagadas en el mercado negro. Y no se ve muy seguido una dentadura tan buena como la mía.Ah, casi lo olvido. Si gano, tienes que publicar un artículo sobre mí en tu sitio web diciendo lo genial que soy, eso atraerá a las señoras enanas.

Potrillo aceptó la apuesta. De cualquier manera, llevaba todas las de ganar, el fangosillo era muy predecible.

Pero no se esperaba lo que vio en las cámaras del casino de la universidad de Artemis.

El fangosillo estaba sentado, conversando, con dos chicas, ni más ni menos. Una de ellas era Minerva, la francesa loca que raptaba diablillos. La otra, una completa extraña.

Mantillo sonrió de oreja a oreja.

-E-esto no es posible. Tu-tu planeaste esto con el fangoso, estoy seguro-tartamudeó el centauro.

Mantillo levantó un dedo, moviéndolo frente a la nariz de Potrillo.

-Claro que no, cara de poni. Ahora, págame. Y Ponte a escribir ese maravilloso artículo sobre mi. Anda, mueve esas pezuñas.

-No pienso hacerlo, hiciste trampa-indicó Potrillo- Ahora te ordeno que salgas de la sala de operaciones, tengo que trabajar, después hablaremos sobre esto.

Una historia de Artemis FowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora