Natali
Eso que decían sobre la injusticia de la vida era muy cierto. ¿Cómo lo sabía? Pues yo lo viví.
Mi vida fue perfecta durante 19 años. Mi madre y padre me apoyaban en todo lo que yo decidiera. Éramos una familia a la que no le faltaba nada. No éramos ricos, pero no nos faltaba nada. El trabajo de mi padre proporcionaba lo suficiente para cubrir todos los gastos y gustos que tuviésemos. En simples palabras tenía una familia perfecta y feliz. Hasta que ocurrió lo peor.
Un año atrás, invitaron a mi padre a un evento muy importante que organizaba la empresa en la que él trabajaba. Mi padre y madre fueron allí. Yo me quedé en casa de una amiga, puesto que no me interesaba esas reuniones.
Se suponía que volverían a media noche, así que yo debía volver a mi casa máximo a las 11. Se me pasó la hora y regresé a eso de las 12:15, pensé que me los encontraría enfadados por haber llegado tarde, pero grande fue mi sorpresa cuando no los encontré. Intenté llamarlos, pero no contestaban. A eso de las 2:30 de la madrugada, mi madre llamó. Ela estaba llorando.
Dijo que se encontraba en el hospital. Y me pidió que fuera lo más pronto posible.Al llegar mi madre me abrazó con todas sus fuerzas, y me contó todo.
Resulta que en plena fiesta, habían ingresado cinco tipos con armas en mano. Llevaban puesto traje, pero no se les podía reconocer debido a la máscara que portaban. Comenzaron a decir cosas incoherentes dirigiéndose a mi padre:
«No cumpliste tu palabra, ahora haremos valer la nuestra».
Comenzaron a apuntar a mi madre en la cabeza. Papá se puso de pie y pidió que no le hicieran daño a su esposa ni a su hija. Uno de ellos agarró a mi madre de la melena y le puso el cañón a la altura de la sien.
«¡Sueltenla! ¡O juro que acabaré con ustedes, uno por uno!», gritó mi padre.
El que tenía a mi madre, en la desesperación por hacer que mi padre se callara presionó el gatillo en su dirección.
«¡Que hiciste Joes!», gritó uno de los encapuchados al que había disparado a mi padre.
La bala le llegó en el lado izquierdo del pecho. Perforó el pulmón y se quedó alojada ahí. Los médicos dijeron que era una operación complicada y que lo más probable es que mi padre no lo lograría.
Estuvimos esperando horas, mi madre no dejaba de llorar. Nos encontrabamos devastadas. Conforme pasaba el tiempo salían doctores que iban a darles noticia a otras familias. Era desesperante no saber nada sobre mi padre.
Luego de mucho esperar un médico salió de la sala de operaciones y se nos acercó. La noticia que nos dio no era muy alentadora. Dijo que la operación había salido bien, pero las próximas horas eran decisivas. Todo dependía de mi padre.
Convencí a mamá para que durmiera un poco. Ella fue a darse una ducha a casa, mientras que yo me quedaba en el hospital. Cuando regresó se veía mejor. Mi madre tenía fe en que mi padre lo lograría, que saldría de esa situación y volveríamos a estar juntos.
Cinco horas después, mi padre falleció.
Llevamos acabo el funeral y el entierro.
Mamá estaba muy deprimida, no comía, no dormía. No hacía nada. Se quedaba sentada en su habitación abrazando el suéter de mi padre.Pasó un mes, pero nosotras seguíamos de duelo. Yo tenía que ser fuerte por mi madre. Aún lloraba a papá en mi soledad, cuando mamá no me veía.
Mamá había adelgazado demasiado, lo único que consumía durante el día era un batido y dos panes, además tomaba algunas pastillas, me decía que eran para que pudiera dormir. Le pedí que fuera a un médico, pero ella se negaba, decía que no era necesario.
Un día se desmayó. La llevé al hospital y el médico no quiso decirme nada porque no me consideraba alguien responsable.
Ingresé a la habitación de mi madre y ella estaba con una sonrisa.
—¿Cómo estás mamá? —pregunté.
—Me siento mejor, cariño —volvió a sonreirme—. Quiero decirte algo Natali —extendió su delgado brazo hacia mí.
—¿Qué es?
—¿Recuerdas lo que decía tu padre?
—¿Sobre qué?
—Todo tiene un final, incluyéndonos. Y aunque tratemos de evitarlo, es imposible.
—¿Qué quieres decir mamá? —en el fondo comprendía lo que quería decirme, pero me negaba a creerlo.
—Mi salud se ha deteriorado bastante. Sé que es mi culpa, pero ahora no hay nada que se pueda hacer —sentía el mundo destruirse bajo mis pies.
—¿Cómo que no hay nada que se pueda hacer?
—Perdón cariño —una lágrima resbaló por su rostro—, perdóname por no pensar en ti y habernos hecho esto.
—No me digas que... —su silencio me confirmó lo que más me temía— No ¡NO! No puedes hacerme esto, acabo de quedar sin mi padre y ahora tú... ¿también te marcharás dejándome sola? —reclamé, sentía mis lágrimas por mis mejillas.
—Natali, hija...
—Si te mueres... —un nudo se formó en mi garganta— ¿qué haré yo?
—Estoy dejando todo en orden para que no tengas que pasarla mal cuando ya no esté aquí.
—No quiero escuchar eso mamá. ¿Crees que el tener dinero y comodidades hará que mi dolor se disperse? —al escucharme rompió en llanto.
—Lo siento —dijo y ambas nos pusimos a llorar.
Una semana despues mi madre falleció.
No solo me había quedado sin papá, sino también sin mi madre. Todos me veían con lástima. Otros me criticaban y decían que era un ser ruin. Me juzgaban por el hecho de no haber visitado a mi madre en su ultima semana de vida. Me señalaban solo porque no me permití derramar una lágrima en el entierro. Así de injusta eran las personas conmigo, me apuntaron solo por lo que ellos veían, no se daban cuenta que lo único que hacían era martirizarme más de lo que yo lo hacia.
Me encontraba de pie frente a las tumbas de mis padres. Quería dejarme caer y llorar hasta que no me quedara fuerzas, pero las lágrimas no brotaban. Me sentía miserable, ya nada tenía sentido para mí.
Después del entierro me convertí en otra persona. Culpaba a aquellos que mataron a mi padre, si no hubieran acabado con él, mi madre no se hubiera deprimido, y seguiría con vida. Esos malditos me habían quitado a mi familia, y no se los iba a perdonar. Solo tenía el nombre del que mató a papá, pero no me iba a dar por vencida. Era difícil, pero no imposible.
Continué mi vida después de tal episodio en mi vida. Tal y como me había dicho mi madre, dejó todo arreglado para que mi futuro estuviera muy bien asegurado. Vivía mi vida tratando de ser una chica normal. Pero lo que nadie sabía es que era una chica que iba tras los asesinos de su padre, dispuesta a hacer lo que sea para hacer pagar por todo lo que me habían hecho. Si era necesario tener que vender mi alma al mismísimo demonio, lo iba a hacer y nada podría detenerme.
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Atrapada
Dla nastolatków¿Será cierto eso de que el amor lo puede todo? ¿Será el amor suficiente para huir de un destino que te impusieron? Y lo más importante... ¿Será el amor más fuerte que la sed de venganza?