Natali
Me dolía la cabeza, poco a poco fui abriendo mis ojos, para acostumbrarlos a la iluminación del ambiente.
Estaba en una habitación grande, y parecía lujosa. Las paredes eran blancas, había una cama en medio de la estancia además de un tocador. Tenía muebles y la habitación estaba alfombrada.
¿Por qué me encontraba ahí?
Me secuestraron, y yo pensé que despertaría con las manos y piernas atadas, en un calabozo húmedo y frío, con un hombre listo para torturarme.
Al menos eso es lo que pasa en las películas y yo creí que sería algo parecido.Me encontraba acostada en la cama, era muy elegante por cierto. Intenté buscar una forma para escapar. Comencé a buscar una ventana, pero no había ni una sola. Mi única salida era la puerta, que seguro estaría custodiada por algun matón.
Me acerqué y pegué la oreja. Solo escuchaba la respiración de una persona al otro lado. Me armé de valor y abrí la puerta, y para mi gran sorpresa esta se abrió con mucha facilidad. El tipo que estaba ahí se giró, pero no pensaba dejarme atrapar otra vez. Tenía que inmovilizarlo.
El tipo ese, intentó decir algo, pero no terminó de hablar debido a que le pateé en la entrepierna. Se encogió de dolor y le di un puñetazo con mi mano derecha. Cayó al suelo retorciendose de dolor. Empecé a correr, ignorando el dolor en mi mano. Solo pensaba en escapar. Corrí y corrí sin tener idea de a donde iba. Di con unas escaleras que llevan al piso superior, entonces caí en cuenta que la persona que era dueño de esa casa, era alguien adinerado e importante. No todos tenían una planta subterránea y elegante. La mayoría de veces eran paredes llenas de musgo.
Subí las escaleras, doblé una esquina y vi el gran salón frente a mí. Seguí corriendo y en ese momento alguien me empujó haciendo que cayera al piso. Tod el cuerpo comenzó a dolerme, el salvaje que me había tumbado me inmovilizó con todo su peso evitando que me moviera.—Si fueras lista no habrías tratado de escapar —balbuceó en mi oído—. De esta no sales viva.
—¡Suéltame! —grité retorciéndome bajo él.
—¿No la escuchaste? —dijo otra voz— Suéltala —levanté la cabeza en lo que me permitía y vi a un muchacho joven de pie en medio del gran salón.
—Sí —el que me estaba aprisionando se apartó. Me puse de pie y lo miré, estaba pálido. Le temía al que acaba de llegar.
—¿Te encuentras bien? —me preguntó, pero no respondí— Te hice una pregunta —volvió a decir. Yo solo asentí con la cabeza.
—Trató de escapar —le informó el que estaba detrás de mí.
—Pero no lo hizo —respondió su jefe—. Vete Steve —el grandote que al parecer se llamaba Steve, se marchó sin decir más.
La actitud de ese muchacho no me daba confianza. Algo me decía que me apartara lo más pronto posible de él.
—Acompáñame —ordenó, pero me quedé quieta—. No me gusta repetir las cosas —sin decir nada empecé a seguirlo.
Llegamos a un despacho, ingresamos y luego cerró la puerta. Vi que había un hombre en la estancia, estaba de espaldas observando por la ventana.
—¿Quiénes son? —pregunté escondiendo el temblor de mi voz, o eso intenté—. Por qué me trajeron aquí.
—Soy la solución a tus problemas —se giró y me hizo un ademán para que tomara asiento. No hice caso—. Sé que tus padres murieron, Natali. Tu padre fue asesinado, y tu madre murió a causa de una negligencia.
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Atrapada
Teen Fiction¿Será cierto eso de que el amor lo puede todo? ¿Será el amor suficiente para huir de un destino que te impusieron? Y lo más importante... ¿Será el amor más fuerte que la sed de venganza?