Capítulo 5

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Alexander

Natali, era una chica fuerte, más de lo que podría haber imaginado. Al inicio se mostraba desafiante, no daba señales de temor, o de inferioridad. Ella mantenía la cabeza en alto, y se mantenía firme en lo que decía.
Cuando la vi, esperé que por lo menos se inmutara con mi presencia y se tragara su actitud tan altanera y desafiante, estaba acostumbrado a eso, pero Natali era diferente. Esa actitud te llevaba muy lejos, pero también te ganaba muchos enemigos.

—Natali, decide ahora —dijo mi padre. Ella se quedó pensando un rato, pero de pronto levantó la mirada hacia los ojos de mi padre.
Reconocía esa mirada. Ya no era la misma que cuando se entero de la verdad. Esa mirada triste y vacía había desaparecido, y ahora una mirada fría y cruel estaba en su lugar.

—Yo... acepto —dijo sin dudar. Mi padre sonrió.

——Perfecto Natali, ahora trabajas para mí —mi padre me dirigió la mirada.

—Buena decisión... primita.

Natali

¿Por qué lo había hecho? ¿Por qué había aceptado algo así tan a la ligera?
Era una estúpida, me había metido en una muy grande. ¿Quién en su sano juicio confía en un extraño que dice ser de tu familia?

Mateo pertenecía a la mafia, ¿qué tan difícil puede ser para él investigar a cualquier persona? Si tiene todos los recursos necesarios.

Esto no iba a acabar bien, lo presentía.

—No me digas que ya estás arrepintiéndote, primita —dijo Alexander con un atisbo de burla.

—En primer lugar, deja de llamarme así, tú y yo no somos nada Alexander. En segundo lugar, yo soy una mujer de palabra. No me he arrepentido de nada en mi vida.

—¿Segura que nunca te has arrepentido de nada?

—Muy segura Alexander.

—Me parece difícil de creer.

—Pues tendrás que hacerlo —decidí dar vuelta para marcharme, pero de pronto alguien me sostuvo del brazo. Alexander.

—Ahora, ¿qué diablos quieres Alexander?

—No te puedes marchar hasta haber culminado tu entrenamiento.

—¿Por qué no puedo marcharme?

—Es necesario que aprendas a...

—He leído libros que tratan sobre mafia, y sé que tengo que saber defensa personal, debo aprender a usar un arma y también convertirme en una asesina profesional, incluyendo la tortura antes de acabar con mis víctimas —una sonrisa bailaba entre sus labios al escucharme—. Lo que no entiendo es porque no puedo salir de esta mansión. Podría venir todos los dias, cumplir cierto entrenamiento y luego marcharme para seguir mi vida. ¿O acaso soy una prisionera y no me he enterado? —Alexander comenzó a reírse, pero era una risa moderada.

—Para empezar, la desición que tomaste va a cambiar tu vida. Con respecto al entrenamiento no puedes irte y venir todos los dias. ¿No dices que has leído libros que tratan sobre mafia?

—¿Qué quieres decir?

—Si te vienes todos los días, alguien va a empezar a sospechar, podrían seguirte y descubrir algo que no queremos que nadie sepa. Si esto sucede se convertirá en una molestia que tendremos que eliminar —oirlo hablar sobre matar a alguien con tanta tranquilidad hacía que se me congelara la sangre.

—Pero si desaparezco así como así tambien los hará sospechar, más que nada los que son cercanos a mí —Alexander solo me observaba.

—¿Quiénes son mas cercanos a ti? —medio preguntó y medio ordenó que contestara de inmediato.

—Mis amigos: Karen y Andrew.

—¿Estás en una relación con alguien?

—Mmm... no.

—Dudaste —él me examinaba con la mirada— o me estás mintiendo o no me dices algo.

—Andrew...

—Se enamoro de ti y tú lo rechazaste.

—¿Estaban siguiendome?

—No.

—Entonces como sabes acerca de eso.

—Simple deduccion.

—Bueno.

—Ese "amigo tuyo" va a ser un problema.

—Lo se.

—Esto es lo que haremos. Te iras de aqui pero en una semana aproximadamente tendrás que volver.

—Una semana es poco.

—Dos...

—Me iré por un mes —dije.

—Es demasiado tiempo.

—Necesito este tiempo para atar los cabos sueltos, en un mes regresaré aqui.

—Está bien, pero ni se te ocurra mencionar sobre esto a nadie.

—¿Me crees estúpida?

—Ni siquiera a tu amiga Karen.

—No pensaba hacerlo —respondí con desdén.

—Solo para recordarte, esto no es un juego, si se lo dices, su vida podría correr peligro, y supongo que no quieres eso.

—No pienso decirle una sola palabra.

—Más te vale.

—¿Algo mas que este olvidando el señor paranoico? —dije jugando.

—Confió en que uses tu instinto. No voy a decirte mas.

—Me largo.

-—Adiós prima.

—Estúpido.

Di media vuelta y comencé a caminar.
«Ahora ya no hay vuelta atrás».

Me apresuré a la puerta de salida y vi a un hombre de traje parado ahi.

—¡Natali! —era la voz de Alexxander— Steve te llevará a casa.

—¿Puedo rechazar?

—Me temo que no, fueron órdenes de mi padre, y él fue muy claro.

—Está bien pero es la última vez que hacen esto.

—Dicelo a mi padre.

Sali de aquella mansion seguida por Steve. La estancia era super grande y hermosa, vista por fuera. Pero no tardé en sentir que había soledad dentro de ella.

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