» TWO.

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Al llegar a tu casa, respiraste con tanto alivio que hasta a ti te sorprendió tu actitud. Era la primera vez que una interacción con él te ponía en tal estado.

Insolación. Estuve parada ahí mucho tiempo y me afectó el sol — te excusaste.

«No fue el sol, fue el hecho de que te cachó espiándolo, metiéndote en sus asuntos. Y no solo él, la hermana también» te recriminó tu subconsciente.

Ladeaste la cabeza apartando el pensamiento y corriste escaleras arriba, hacia tu habitación. Al estar ahí, de tu armario sacaste un pantalón de mezclilla oscura, una blusa de color azul de manga corta, sin ningún estampado en ella; tomaste también un par de tines y unos tenis de color blanco.

Remplazaste el uniforme por ese nuevo atuendo.

De un cajón en el mueble cercano a tu cama, sacaste una pequeña cajita de madera, al abrirla, tomaste el poco efectivo y la tarjeta de débito que había ahí y metiste todo a tu cartera. Diste la vuelta para ir rumbo a la puerta, pero te detuviste por un instante.

Desde hace varios meses atrás habías estado trabajando esporádicamente y ahorrando el dinero de los salarios para poder comprarte cosas por cuenta propia, hasta ahora habían sido cosas pequeñas, ropa, películas, libros, discos, nada que afectara considerablemente tus ahorros. Pero ahora eso estaba por cambiar.

Apretaste tus ojos y volviste a ladear la cabeza para alejar el pensamiento. Si seguías pensándolo, corrías el riesgo de echarte para atrás.

Tomaste tu bicicleta de la cochera, colgaste tu bolso en tu hombro izquierdo haciendo que la cuerda cruzara por tu pecho y saliste de tu hogar. Al pasar por la casa de Wonpil, lo viste a él y a su hermana examinando el teclado. Te detuviste un instante, justo en el momento donde Wonpil negaba con la cabeza y su hermana le palmeaba el hombro.

El teclado ya no funcionaba.

Ver su cara de tristeza mezclada con frustración te partió el corazón de nueva cuenta.

— Espérame un poco más, Wonpil — susurraste.

Pedaleaste hasta la papelería más cercana y pediste papel de regalo; no comprarías un estuche, ni soporte, pues Wonpil ya tenía esos y aun siguen en buen estado, así que el teclado te lo darían en su caja, y sabías que esta sería enorme, así que decidiste comprar un rollo entero de papel envoltorio.

— ¿No tiene algo más masculino? — preguntaste a la mujer al otro lado del mostrador.

— Son viñetas de cómics, señorita.

— Sí, ya lo sé, pero estaba pensando en algo como para alguien más grande — mordiste tu labio inferior —. O algún papel con un estampado de algunas notas musicales, guitarras, baterías o algo referente a la música.

La mujer negó. Al pedir un rollo de papel entero, tu única opción era aquel que tenía las viñetas de cómics, el resto eran papeles de patrones navideños que habían sobrado de la temporada pasada.

Pagaste con el efectivo el papel de regalo, un moño, una tarjeta con su respectivo sobre, una cinta adhesiva y un refresco. Colocaste tus compras pequeñas en la canasta de la bicicleta y te las arreglaste para llevar el rollo atorado sin que pudiera caerse.

Pedaleaste hasta la tienda de música y estacionaste la bicicleta en la entrada. Fuiste directamente al área de los teclados y los examinaste. No tenías idea de cuál elegir; y ver los precios no ayudaba mucho.

Uno de los empleados, se acercó para ayudarte, le explicaste que era un regalo para un amigo, le dijiste de cuánto es tu presupuesto y a base de eso, el empleado te ayudó a elegir. Pagar el aparato musical te dolió más de lo que esperabas. Era la primera compra que realizabas que costaba la mayor parte de tus ahorros y ni siquiera sería para ti; no obstante, saber que sería para una buena causa, te hizo sentir mucho mejor.

Miraste la gran caja en el mostrador y sonreíste ante la compra.

— Ya está hecho — susurraste.

— A su amigo le encantará — mencionó el empleado — es un buen modelo.

Aquello te elevó los ánimos al cielo.

El empleado se ofreció a llevar el teclado hasta afuera de la tienda, pero tú le detuviste. Se mostró confundió al inicio pero tras decirle que envolverías la enorme caja con papel de regalo, comprendió. Te costó unos segundos ir por el enorme rollo.

— No se burle, solo encontré este — dijiste cuando conectaste miradas con el sujeto de la tienda —. Ya sé que no es nada rockero, pero no pude hacer otra cosa.

— No, descuida. Seguro le gustará a tu amigo. A mí me gusta.

«Ajá, sí» pensaste.

Dudabas un poco de aquel comentario, pero preferiste dejarlo así. Entre los dos, cubrieron la enorme caja con el envoltorio y colocaron el moño rojo en la esquina superior izquierda de la caja.

Con una pluma de color negro, comenzaste a escribir algo en la tarjeta que compraste previamente y al finalizar, la guardaste en el sobre.

«Para Wonpil» escribiste en el frente del sobre, quisiste anexarle un pequeño corazón enseguida de su nombre, pero te acobardaste en el último minuto y pusiste solo una carita feliz.

Trabaste con cuidado —y con algo de cinta— el sobre cerca del moño.

— ¡Listo!

Una sonrisa adornó tu rostro cuando viste tu regalo en el suelo de la tienda.

Le diste un gran sorbo al refresco que compraste antes y volviste a sonreír.

— Le encantará, ese amigo suyo, es muy afortunado — comentó el empleado.

Le miraste y le agradeciste por los ánimos. No obstante, la sonrisa que apareció, a los pocos segundos desapareció. Lo único que faltaba era llevárselo a Wonpil, pero el aparato pesaba horrores y ni de chiste podrías llevarlo enganchando en la bicicleta o cargándolo por tu cuenta.

— ¿Sucede algo?

Tu mirada se enfocó en el sujeto, luego se desvió un poco hasta su pecho, en donde tiene colocado su gafete.

«Jackson»

— A decir verdad sí, Jackson — el chico arqueó la ceja—. Tendré que pedirte un favor más.

Le regalaste tu mirada y sonrisa más tierna para que a Jackson no le quedara otra opción más que aceptar.

Y así fue... Jackson aceptó.

THE GIFT » WONPIL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora