» NINE.

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Querías golpear a Jackson. Darle un golpe en la cabeza para que él estuviera quieto y dejara de hacer tonterías. Sin embargo, por muchas ganas que tuvieras de golpearle, preferiste mantenerte a raya.

Los dos habían llegado ya al salón de música. Efectivamente, Wonpil y sus amigos estaban ahí, ensayando un par de canciones antes de la presentación.

Te dije que estaría aquí — había dicho Jackson cuando llegaron, y desde entonces, él se la pasó haciendo pequeñas bromas sobre tu enamoramiento.

Procura no babear tanto — dijo en una ocasión —. No seas tan obvia, disimula — palabras más, palabras menos, Jackson estaba siendo una piedrita en el zapato.

— ¡Ya basta, Jackson! — le regañaste por lo bajo, dándole un ligero golpe en el hombro — Harás que se dé cuenta.

Tú eras discreta, Jackson no y corrías peligro de ser descubierta por su culpa. Inclusive ahora que espiabas a Wonpil, disimulabas para que no pareciera tan obvio, sin embargo, con Jackson cerca corría el problema de que ambos fueran descubiertos.

Le diste tu mirada más amenazadora a Jackson, pero él no se inmutó siquiera.

— Él ya sabe que tú le gustas desde hace mucho — confesó él y tus ojos se abrieron de más.

Tu piel palideció y una repentina resequedad en tu boca te invadió. Instintivamente volviste la vista al salón de clases y sentiste pánico.

«Me largo de aquí» pensaste, pero tu cuerpo no respondió.

Tu mirar se fijó en Wonpil una vez más, tecleaba algo en su teléfono, mientras el resto de sus amigos platicaban sobre el evento de la noche.

«No, no puede saberlo» el pensamiento volvió a cruzar tu mente.

Tal vez te las habías ingeniado para que él no se diera cuenta de tus sentimientos todo este tiempo, pero debido a los sucesos de este reciente par de días —y tomando en cuenta las palabras de Jackson— todo indicaba que el dato es real; que Wonpil posiblemente ya está al tanto de lo que sientes por él.

Recordaste la noche anterior, cuando descubriste que él te veía desde la ventana de su casa. Wonpil no lo había hecho nunca, y precisamente ayer que lo hizo ahora Jackson te decía tal cosa.

¡Diablos!

— Era broma lo que te dije — escuchaste decir al pelinegro, pero eso ya no importaba. Aunque lo hubiera dicho de broma, había una posibilidad de que fuera verdad.

No mencionaste nada y tras una mirada fugaz al tecladista, avanzaste lejos del salón de música. Escuchaste a Jackson gritar tu nombre, llamándote.

Sentiste miradas sobre ti, demasiadas. Pero tenías miedo de ver de quien se tratase, lo menos que querías es que Wonpil y sus amigos te vieran en esta situación, podrían verte cualquier otro del alumnado, pero ellos no.

— Me voy a casa, sugiero que hagas lo mismo — le dijiste lo suficientemente fuerte para que te escuchara.

— Oh, por favor. No quería que te molestaras.

Jackson te alcanzó, te detuvo tomándote del brazo, haciéndote girar para verlo.

— Lo siento — susurró —. A veces hablo de más. Una disculpa.

Le miraste a los ojos y notaste la sinceridad en su mirar, por lo que aceptaste la disculpa.

— Está bien, pero no hagas más comentarios así — le señalaste con tu índice para poner algo de presión y verte más firme en lo dicho.

Jackson sonrió.

— De acuerdo — asentiste y le regalaste una sonrisa en señal de paz.

Tu mirada se desvió por un momento hacia el aula, querías ver al chico de los rayos rojizos una vez más antes de irte, pero vaya sorpresa que te llevaste. Sus ojos castaños te miraban fijamente, parecía que él estaba atento a lo que hacías junto con Jackson y por un momento sentiste algo de temor.

Intentaste de desviarle la mirada sin más, pero escuchaste a Jackson decirte que no lo hicieras. Él se había percatado de lo que sucedía.

— Mueve la cabeza ligeramente hacia mí, como si te estuviese llamando y después ríete, como si hubiese contado algo muy gracioso.

Las instrucciones de Jackson eran claras, pero no estabas segura si podrías llevarlas a cabo.

— Vamos, sí puedes — te echo ánimos tu amigo, como si hubiese leído tus pensamientos.

Pasaste saliva e hiciste el mayor esfuerzo.

Funcionó.

O eso dijo Jackson.

— Solo mantén la sonrisa más tiempo — dijo el pelinegro, entre risas para seguir con la pequeña escena — golpea mi hombro un poco.

Lo hiciste y Jackson de tambaleó un poco, dándole un toque divertido que te causó una sorpresiva risa, lo cual ayudó a la credibilidad.

Ambos escucharon la música de nueva cuenta en el aula. Wonpil y el resto de sus amigos habían vuelto al ensayo.

— Andando, vámonos. Ya no nos miran. Estás a salvo — bromeó Jackson, a la par que te tomaba de los hombros para girarte e irte empujando poco a poco lejos del aula. Sonreíste por el pequeño chiste.

Ni siquiera tuviste tiempo de mirar de reojo a Wonpil una última vez, sin embargo, él sí.

Wonpil pudo ver como te marchabas con el chico de la tienda de música, pudo ver la sonrisa dibujada en tu rostro y algo dentro de él, lo hizo sentirse molesto. Molesto porque esa sonrisa no era para él.

THE GIFT » WONPIL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora