trᥱs.

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Martín volvió al comedor, encontrándose con su amiga mirando a la nada, perdida en sus pensamientos. Él estaba sonriente, ya tenía en mente a su nueva presa, como su madre le había dicho en la mañana. La pelinegra se volteó al sentir su presencia.

—¿Y entonces, quién sigue?— dijo, dando por entendido que ya había estado con el nuevo, Martín se rió.

—¿Tan trolo me tenes?— Bárbara prefirió no contestar eso, era obvia su respuesta—. No hay siguiente todavía.

—Umh, que raro— dijo ella, llevándose la mano a la barbilla—. ¿Heterosexual?

—Lamentablemente— respondió en afirmación, sentándose frente a ella nuevamente—, pero es flexible. Le rocé la pija con los dedos, deberías ver como se estremeció. 

Bárbara simplemente se quedó sin palabras, la verdad no podía creer como cualquier chico que Martín quisiera se cayera a sus pies. No sabía si era hipnosis o si simplemente se dejaban llevar por su belleza superficial (que ella no encontraba, realmente). No lo entendía. A ella le costaba muchísimo estar con una chica, y antes de cualquier encuentro sexual necesitaba conocer a la persona, cuatro citas, como mínimo. Pero bueno, cada persona es diferente y no es quién para juzgar. Estuvieron almorzando un rato más hasta que se hizo la hora de volver al trabajo, por lo que cada uno se fue a su caja dispuesto a hacer sus deberes. Así hasta la hora en la que cambiaban de turno y les tocaba irse. Martín estaba acomodando su ropa en el vestidor, cuando sintió su teléfono vibrar, dando a entender una nueva notificación. Lo sacó de su bolsillo y visualizó de quién se trataba el mensaje.

Mirko♡.
Nene preciosoooo, a la noche hay joda en mi casaaa.
Y obvio, estás más que invitado.
Vení con tu amiga, te extraño mucho🤧.

Tin💘
Ahí voy a estar cosito 💕.

Una vez que terminó de escribir aquello, se colocó una remera sobre su torso desnudo, y —aunque no quiso— sus ojos fueron a parar en Pedro sin camisa. Era inevitable pensar miles de cosas al verlo de esa manera, colocándose una remera negra de algodón sobre aquel torso tan lindo con tan solo 16 años. Por favor, es que era demasiado lindo. Pocas veces un chico le atraía tanto como para llamarlo más de una vez (que es el caso de Mirko). En cambio, aún no había estado con Pedro y ya sabía que lo volvería a llamar. Es más, con Pedro se le ocurrían miles de cosas para hacer y eso que lo había conocido esa misma mañana. No podía ser, recién lo conocía y ya estaba pensando en el color de la habitación de sus hijos. No, claro que no literalmente pero casi. El castaño levantó la vista, sintiéndose incómodo de tener una mirada fija en él y no saber de quién se trataba. Rápidamente, cazó a Martín viéndolo cual acosador, lo que le causó gracia antes que enojo. Martín se hizo el boludo, pero de una manera muy extraña, que siquiera llegó a convencer al chico de altura alta. Sin más, terminó de vestirse y salió en búsqueda de su mejor amiga, quién estaba apoyada en una pared, esperandolo.

—Por dios, pareces una mujer. Seguís demasiado con el estereotipo.

—Lo sé, soy una diva.

—Pareces Pablo.

—¿Agustín?

—Sí, imbécil.

Alzó los hombros, había estado con él una vez, pero después de eso no dejaba de hablar de citas, de llamadas y de una relación. Simplemente, lo espantó.

—Tenemos una fiesta hoy, Bar.

—¿Tenemos? Tenes, querrás decir.

—Dale boluda, tenes que hacerme la segunda, no me dejes tirado.

—Na, ni a gancho, prefiero dormir.

—Dale tonta, vamos.

—Na.

—Bueno, a las diez estoy en tu casa— le dejó un beso en la mejilla y salió del trabajo rumbo a la parada de colectivo.

no te olvidé ; pedrimente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora