dιᥱz.

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La mayoría de las veces (por no decir todas), Martín siempre iba a lo directo: beso, subir la intensidad y terminar cogiendo, después era el adiós y a la próxima salida lo mismo. Siempre la misma rutina cuando quería estar con alguien, la única vez que había ido a una cita había sido con... con... ¡era su primer cita! Se puso completamente rojo, no lo podía creer, no tenía nada de experiencia con las citas, a la única que había asistido era cuando una amiga suya malinterpretó las cosas.

Se sentó en la cama con rapidez y le pegó un grito a su hermana, quien se apuró a llegar con su hermano.

—Sentate, necesito tu ayuda.

—¿Y ahora qué pasó?

—Y-yo... boluda nunca tuve una cita con alguien, necesito tu ayuda.

La joven de diecisiete años se carcajeó por unos segundos, pero al ver que su hermano le estaba hablando seriamente, dejó de hacerlo. Se sentó en la cama frente a él como indio y apoyo su cara en sus manos.

—Que raro vos, si sos re gato.

—Sí, pero nunca fui a una cita. Tipo no es wow cita, pero sí, agh— frustrado, se pasó las manos por la cara—. ¿Qué mierda hago?

—Las citas son para conocerse mejor con la persona, hablas de tus gustos personales, tu familia, anécdotas, esas cosas. ¿Ya se besaron?— Martín asintió—, bueno, mayormente en las citas se dan el primer beso, vos siempre arrancas por el final.

—¿Y si no le gusto?— su hermana lo observó sorprendida, Martín se reprendió por utilizar esas palabras—. No, o sea, quiero decir...— se rascó la nuca—, ya sabes, si no lo entretengo o eso.

—Es una ruleta rusa, vos solo tenés que intentarlo, si él te interesa vas a escucharlo, ¿no?— Martín asintió—, si vos le interesas, él va a escucharte.

—Te adoro pendeja horrible— le dio un beso en la frente—. Si me duermo, a las nueve despertame.

—Chao, Romeo.

Era la énesima vez que revisaba su cabello en el espejo y seguía estando inconforme. También sentía que los pantalones negros que llevaba consigo no le entallaban bien y lo hacían ver más bajo de estatura de lo normal. Uf, ¿dónde estaba ese autoestima por los cielos? Lo estaría necesitando en este preciso momento. Negó con la cabeza y se refregó los ojos, sintió a alguien detrás suyo abrazándole por la cintura y haciéndole masajes en los hombros.

—¿Por qué tanto estrés?— cuestionó la dulce voz de su madre, Martín abrió los ojos y la visualizó por el espejo, sonriendo con calidez.

—Siento que nada me queda bien.

Zahady frunció el ceño:—¿Vos inseguro? Pensé que después de tu adolescencia no volvería a oírte siendo así— negó con la cabeza—. Amor, estás precioso así, nunca te había visto tan bonito.

—Solo lo decís porque querés verme bien.

—Obvio que siempre voy a querer verte bien, hijo. Pero te lo digo realmente, estás súper lindo así, ese chico quedará hipnotizado.

Martín sonrió y se dio una mirada más en el espejo, seguía sintiendo que algo le faltaba... su madre llevó sus manos al elástico del pantalón del menor y le subió un poco más el pantalón, haciendo que se le viera más al cuerpo, justo como el pelinegro lo deseaba. Se giró hacia su madre y le dio un beso en la mejilla, se colocó un poco de perfume y ambos salieron de la habitación.

—No creo llegar tarde, pero por las dudas me llevo las llaves. Los quiero— volvió a darle un beso en la mejilla a su madre y saludó a su padre con la mano para, posteriormente, salir de la casa.

no te olvidé ; pedrimente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora