Por sus auriculares sonaba una melodía que hacía que sus caderas no pudieran aguantar moverse de izquierda a derecha. Era temprano, los trabajadores llegarían en una hora seguramente, por lo que no se preocupaba de que alguien lo viera bailar. Estaba limpiando una góndola de alimentos que se había manchado el día anterior y nadie había sido capaz de limpiar, y por ser supervisor, tuvo que terminar limpiando él, un punto bastante bajo para Martín Kovacs. Sin embargo, la música hacía que la tediosa tarea se convirtiera en algo bastante divertido.
—Quedo boca arriba, con su cuerpo encima, grita y desafina, se mueve tan fina— susurra para él mismo mientras apreta el trapo con insistencia contra la mancha—. Se mueve pa' mí, dejo de sufrir, cuando ella se va, no puedo dormir...
Unas manos corrieron sus auriculares unos centímetros (ya que eran cascos), y unos labios se acercaron a su oído a la par que dos manos juguetonas abrazaron su esbelta cintura.
—Baby no lo entiendo, ¿qué me estás haciendo? Tus besos me matan, tu cuerpo es mi casa...— le dejó un beso en la mejilla y Martín sonrió tímido, se dio vuelta rápido, quedando frente a frente con Pedro tomándole de la cintura. Se dejó los auriculares sostenidos por los hombros y cuello y miró al castaño con una sonrisa.
—Casi me matas del susto, ¿sabías?
—No sabía que venías al trabajo para bailar.
—Yo tampoco sabía que venías una hora más temprano.
—Bueno, hay cosas que son secreto, y los dos lo sabemos bastante bien, ¿o no?— le sonrió de una forma que casi derrite a Martín, acercó sus narices tentandolo a un beso, sin embargo, Pedro se separó antes de que aquello sucediera y se alejó de él.
Es tan ingenioso, tan él. De algún modo, le molestaba el hecho de que alguien lo tuviera así, como un imbécil. Se sentía del mismo modo que se había hecho sentir a las personas que dejó enamoradas, y el karma lo cobra todo.
Terminó de limpiar la mancha, se alejó unos centímetros y sonrió satisfecho con su trabajo. Caminó hasta el cuarto de limpieza para dejar las cosas que había utilizado y al volver se encontró con sus compañeros acomodando su lugar dado a que el supermercado estaría por abrir en cualquier momento. Martín se dirigió hacia su mejor amiga, quién lo miró con enojo.
—¡Hasta que te dignas en aparecer!— le pegó en el hombro—. Te fuiste de la joda y no me dijiste absolutamente nada.
—Perdón Barbiii, vos sabes que te amo— la abrazó y le dio un beso en la mejilla.
—¿Por qué tan cariñoso?— lo miró con el ceño fruncido y los brazos cruzados— ¿Te fuiste solo esa noche?
—Mirko me llevó a la habitación y me negué, tenía a otra persona en la cabeza... y me fui. Pero alguien me siguió.
—¿Quién?— preguntó la chica curiosa, Martín le hizo una seña con los ojos hacia el castaño que estaba arreglando las cosas en su caja. Bárbara abrió los ojos de par en par—. Dale Tin, ¿posta?
El chico asintió con autosuficiencia:— ¿Esperabas menos de mí?
—Diría que no, pero no pensaba que sería tan fácil. ¿Fueron a tu casa y...
Martín volvió a asentir, haciendo que Bárbara diera un pequeño saltito y grititos de felicidad, los cuáles llamaron la atención de algunos de sus compañeros que estaban cerca, incluído Pedro, quién al notar que hablaban de él se puso todo rojo.
—¡Bárbara!— la golpeó por el hombro y se tapó la cara con vergüenza.
—Ya está, perdón, perdón— dijo entre risas.
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no te olvidé ; pedrimente.
Romance❪ no te olvidé ❫ Los chicos nuevos siempre llaman la atención, muy pocas veces hay excepción. Lo nuevo siempre nos causa intriga, curiosidad; eso fue exactamente lo que sucedió con Martín Kovacs. Quería conocer al chico nuevo de su trabajo, sin esp...