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No tenía que seguir viendo, escuchando y sintiéndome mal en lugar que no es bueno para mí, aunque fuese mi propia casa. Después de aquella salida, todo cambió aún más. El trato que ofrecían era tan espantoso que, me había cansado. Tal y como me lo dijo esa tarde, así lo hice. Me encontraba alistando maletas, tomando todo lo necesario para poder vivir en casa de mi padre, era bastante alejada de la mía y de la escuela, pero supongo que el cambio estará para bien. Mi madre al escuchar que me iría de casa suplicó varias veces que me quedara, pero el hacer eso implicaría una mala relación, más daño y más desprecio. Por otro lado, Jeongguk sabía perfectamente el porqué lo hacía.

Esa noche, cuando llegamos a la casa y vi como el pelinegro le pedía la mano a mi madre, fue el detonante para decir no más. Me dije a mí misma que debía olvidar cada momento a su lado, desde que llegó hasta en este momento, aunque la gente vive de los recuerdos yo no tendría porqué hacer eso. Tras haber hablado con mi padre y contarle mi terrible situación, comprendió todo y, olvidé que era de mente abierta que nunca me puso problema alguno ante mis decisiones, había olvidado que en verdad me amaba. Caí rendida sobre el suelo y cubrí mi rostro con mis manos, pequeñas gotas de sudor bajaban por mi frente y mi garganta pedía a gritos un vaso con agua. Estaba llevando conmigo mi habitación entera.

No recordaba con exactitud los días que habían pasado, pero podía asegurar que cada uno fue espantoso, desde la mañana hasta la noche era un gran martirio para mí. Jeongguk, a pesar de haberme pedido semejante cosa, de tener que irme de mi propia casa, estuvo varias noches detrás mío pidiendo, suplicando casi hasta de rodillas que por favor no hiciera tal cosa. Pero no entendía, no comprendía el hecho de que llegó a joder mi vida, mi relación con mi madre y todo lo bueno que había en nuestro hogar. Y seguía con mi idea, Jeongguk estaba con mi madre por su cuerpo y el dinero que ganaba.

—¿Necesitas ayuda? —su figura hizo presencia en mi casi vacía habitación. Cabello desordenado, ojos ligeramente hinchados, vestimenta de universitario y, un anillo en su mano. Lo ignore por completo, me levanté del suelo y seguí con mi labor, haciéndome la idea de que no me encontraba con él.

Mi madre, como de costumbre, se había ido a su trabajo y, aunque me costara también aceptar de que era una vil prostituta, me imaginaba un trabajo común y corriente cada vez que nombraba temas del mismo. Nos encontrábamos solos, no habíamos cruzado palabra alguna hasta este preciso momento, pero, Jeongguk no tenía intenciones de rendirse, tomó algunas prendas de ropa y las puso en mi maleta, ignorando también el hecho de que yo hacía lo mismo. Su mano atrapó la mía y me detuvo al instante, había algo diferente en él, pero, siempre era igual, siempre cambiaba para una ocasión.

—De verdad tengo muchas cosas por hacer, por favor, déjame en paz —mi voz salió demandante, tal y como yo quería. Había demostrado estar enojada cuando era todo lo contrario, ahora con él debía fingir, como él lo ja venido haciendo.

—Está bien, solamente he venido a entregarte algo —de su bolsillo trasero saca un papel, por lo que supuse era una carta. —Leela cuando estés sola, o en este momento si quieres, yo saldré un rato -me la tiró y dio media vuelta para poder salir por la puerta.

—No te guardo rencor, Jeongguk —observé el papel y a él. —Simplemente espero que dejes de seguir entrando en mi vida -sonreí.

—No permitas aquello, porque si hago esto es por una razón, no quiero que termines de entrar a la mía —dicho eso, salió de la habitación y a los pocos segundos se escuchó la puerta principal cerrarse. Empezaba a entender su plan y, era bastante astuto para ser sincera.

Taehyung hizo presencia en lo que sería mi nueva habitación con una bandeja repleta de comida, caminaba despacio observando fijamente lo que traía en manos teniendo miedo de que cayera algo al suelo. Sonreí al instante y rápidamente tomé algunas cosas para dejarlas en una pequeña mesa de centro. Tras haber salido de mi casa dos horas después de que Jeongguk desapareciera de mi vista por completo, invité a mi mejor amigo a pasar la noche, mi padre no se molestó para nada, al ccontrario, le agradaba la idea de que estuviera conmigo, aunque fueron pocas veces en que el mechi pintado hablara unas cuantas cosas con mi padre, pero, siempre le agradó.

papi, papi ©jeon jeongguk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora