maratón 1/3
Movía sus labios de manera lenta al realizar cada acción, sentía que el tiempo se detenía sólo para poder apreciar su rostro. Sus ojos parpadeaban a la misma velocidad en que abría su boca para meter la cuchara llena de helado y así poder disfrutar el sabor de éste. Luego de permanecer varios minutos en Doria Castle, quise invitarla a comer, lo que no sabía era que quedaría perdido en su mirada. Tenía mi rostro descansando en mis manos con los codos puestos sobre la mesa, rápidamente, me observó y frunció su ceño dándose cuenta de algo extraño. Otra gran cantidad de helado entró en su boca y habló.
—No has probado tu helado de tamarindo —me señaló molesta con la cuchara que sostenía y rió después al notar mi asombro por su tono de voz. —Pensé que te gustaría ese helado, es mi favorito, por eso lo escogí.
—Comes de una manera tan lenta que parece que el tiempo se detuviera —metí una poca cantidad en mi boca y saboreé a detalle el helado. —¿Qué tal el de menta? —pregunté levantando las cejas.
—No es mi favorito, pero su sabor se me hace muy particular —se encogió de hombros y sonrió para sí misma, volviendo a aquellos movimientos tan lentos que comenzaban a frustrarme.
—¿Por qué aceptaste mi invitación? —pregunté.
—Fácil, moría de hambre —una vez más sus ojos se perdían en una línea, moldeando a la vez sus mejillas. —También vi que te hacía falta salir con alguien, por cierto, ¿estás de visita?
—No, vivo acá hace un mes —otra cucharada se vio entrar por parte de ambos. —Dime, YoungSoo, ¿tienes hermanas?
Su rostro cambió y pareció dudar por varios segundos, luego de debatir en su mente, habló.
—Tengo una hermana, pero vive en Alemania, no la veo desde hace mucho —suspiró cansada dejando a un lado el helado. —¿Tú tienes hermanos?
—Soy hijo único —respondí sin ganas.
Nuestra mañana transcurrió entre preguntas, acertijos y experiencias que ella se atrevía a contar, depositando toda su confianza en mí. YoungSoo era demasiado alegre, soñadora y muy extrovertida. El clima que en horas de la mañana era tan ameno, que incitaba a todo el mundo a salir de sus cuevas, desapareció cuando una tormenta llegó a adueñarse de la tarde y lo que sería la noche. Sentía como el frío quemaba mis huesos, no sentía mis manos y piernas.
—Supongo que acá es donde te quitas la camisa y me la das para que no tenga frío —comentó titilando, buscando calor entre sus brazos.
—Supones mal —respondí. —Acá es donde me dices que quieres que te lleve a casa sin importar qué —metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón y vi como se refugiaba más en un abrazo, cosa que no conseguía al maldecir a cada instante.
—Si fuera una chica de película diría algo tan patético como lo que acabas de decir, pero, puedo caminar hasta mi casa.
—La mía está demasiado lejos, así que seré la chica. Potresti portarmi a casa. "podrías llevarme a casa" —mi italiano logró convencerla, accediendo a llevarme a su casa.
💒
El verde de las paredes daba una sensación de armonía, combinaba con la única pared blanca de la sala. Observaba desde el sofá como preparaba dos tazas de café, mientras se acercaba a la pequeña radio y colocaba algo de música. Apagué mi móvil y sonreí al verla con dos grandes tazas de las cuales salía humo. Acepté gustoso y me incorporé mejor en el sofá.
—Bien, es la primera vez que dejo que un completo desconocido entre a mi casa —dio un sorbo y durante todo el tiempo que llevaba a su lado, la vi nerviosa y su voz temblaba.
—Si lo ves de esta manera, no soy tan desconocido —hice una pausa para peinar mi cabello hacia atrás y continué. —Sabes mi nombre y donde vivo.
—No es lo suficiente para que dejes de ser un desconocido.
—Dale, dejaré que preguntes todo lo que quieras —rodé los ojos y fingí fastidio hacia su persona. —Puedes empezar.
—¿Tu madre no te regaña por llegar tarde a casa? —ladeó un poco su cabeza a la izquierda y el tono de su voz resultaba tan dulce que juraba estar hablando con un ángel.
—Antes de salir le avisé que estaría caminando y conociendo los alrededores, además tengo veintidós —reí y vi como YoungSoo abría los ojos junto con su boca, como si fuese la primera vez viendo alguna cosa extraña que lograba llamar su atención.
—Luces muy joven para tener veintidós años, Jeongguk.
—¿Me veo muy joven? —pregunté a lo que ella asintió. —Tú te ves algo mayor, ¿tienes mi edad?
—Tengo dieciséis —formé con mi boca una "o" y negué varias veces con la cabeza, siendo imposible de que tuviera aquella edad, porque para ser sincero, lucía tener mi misma edad.
YoungSoo, dieciséis años, italiana con padres coreanos. Amante a la música clásica, el jazz y disfrutar de la vista que ofrecía el Doria Castle, su lugar favorito y el mío, coincidiendo en una cosa. La vi bailar desde la esquina de la sala, riendo de paso al ver sus tan increíbles y a la vez pésimos movimientos, dejándose llevar por la melodía que dejaba salir la radio. Sus ojos se encontraban cerrados, acción que realizaba al bailar ya que así se sentía más segura. De repente, sentí mi alma de un adolescente quien añoró con hacer todas esas cosas que ella podía realizar sin problema alguno.
Agitó su mano y gritó "vieni, balla con me, lasciati trasportare dalla musica e vivi", ven, baila conmigo, déjate llevar por la música y vive. Con algo de pena, entrelacé su mano con la mía haciendo que la menor dejara de bailar, retiró algunos cabellos de su cara y trató de regular su respiración. Veía color en sus mejillas, la sentía viva al tocar su mano y acariciarla de paso.
—Si pudieras regresar el tiempo, ¿lo harías? —preguntó en un susurro casi inaudible.
—Por supuesto, hice muchas cosas de las cuales me arrepiento —confesé.
—En la vida no existen los arrepentimientos —comenzó a mover sus caderas de lado a lado mientras lentamente soltaba mi mano. —¿De qué te arrepientes?
—De ser como soy —suspiré con fuerza y detuvo sus movimientos para acercarse nuevamente a mí, lo suficiente para poder sentir su respiración agitada pegar con mi mentón. Acunó mi rostro con sus manos y se elevó de puntas para quedar a mi altura.
—Frente a mis ojos veo un ángel al cual le han cortado sus alas —sus labios rozaban los míos con cada movimiento que realizaba. —Y un ángel sin sus alas no puede volar, dime, ¿desearías retroceder el tiempo? —nuestras miradas se conectaron al igual que nuestros corazones.
—No —respondí colocando mis manos sobre su cintura.
—Entonces déjame darte mis alas, úsalas y vive, comienza a vivir, Jeongguk.
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papi, papi ©jeon jeongguk.
Fiksi PenggemarA Jungkook le atraían las chicas mayores pero ella fue la excepción. -contenido sexual. #1 Fanfic. [02.09.19] #1 Kpop. [29.09.19] #1 Btsjeongguk. [07.10.19] #1 Btsfanfic. [06.11.19] #1 Jeonggukie. [10.11.19] #1 Btsjungkook. [30.12.19 #1 Jeongguk. [...