057.

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Las estrellas nos acompañaban por el sendero que tomamos para poder ir a mi casa, todo lucía muy frío y, aunque a estas alturas de la noche la gente no permaneciera en las calles, hoy estaban más solitarias que nunca. Apresuramos nuestro paso al darnos cuenta que la lluvia pronto caería, nos encontrábamos expuestos al diluvio que se aproximaba. Su cuerpo se aferró más al mío al sentir una ola de frío que calaba todos nuestros huesos, sonreí y besé rápidamente su frente para doblar a la izquierda y ver a lo lejos mi hogar. 

Una tarde amena pude pasar junto al amor de mi vida, sin embargo, recuerdos me llenaban la mente y me hacían nublar la vista cada vez que quería olvidar, después de tanto tiempo, tuve recuerdos fugaces sobre Hye, aquella mujer que creía amar condicionalmente. Nunca me atreví a tocar el tema de su muerte, tampoco era algo necesario a estas alturas del partido, simplemente me entraba la pregunta del millón; si estuviese en vida, ¿tendría oportunidad alguna con ella? si es así, ¿sería feliz como lo soy en este momento? Son cosas que ni yo ni nadie más puede responder, sin preguntas las cuales se las lleva el viento. 

Al estar frente a la puerta y ver que esta se hallaba abierta de par en par me asomé muy poco para ver si alguien se encontraba en casa, y como era de esperarse, aquella chica más baja de estatura que nosotros con una sonrisa deslumbrante, corriendo con los brazos extendidos teniendo aquellas pecas tan características en su rostro salió a recibirnos, no sin antes hacerme retroceder tan sólo unos pasos debido al impacto que recibí su caluroso y feroz abrazo. Sooyoung permanecía intacta sobre su puesto y me dedicaba una sonrisa mientras yo quería zafarme de su agarre.

—mi sei mancato troppo, amore —(te extrañé demasiado, amor) fueron las palabras que me recibieron y rápidamente dedicó su mirada a Sooyung, quien no dejaba de preguntarse tal vez quién era la chica y por qué actuaba así de manera tan extraña e inusual. 

—Youngsoo, quiero presentarte a mi novia, Sooyoung —la menor frunció el ceño y negó con la cabeza seguido de soltar una carcajada que seguramente logró escucharse en la otra cuadra. 

La pecosa algo tímida se acercó a ella y extendió su mano analizando a su paso la situación. No era incomodo, tampoco era que en algún momento llegase esa extraña conversación en donde le tendría que decir quién era exactamente, sin embargo, sus miradas se conectaron y sentí algo en el corazón que me hizo estar algo inquieto durante la velada. Tuve la sensación de que se conocían de alguna parte, de que era un sueño lo que estaba viviendo, pero pese a ser totalmente diferentes lucían tan iguales. 

—tutti saranno felici quando scopriranno che sei tornato —(todos estarán felices cuando descubran que estás de vuelta) me tomó de la mano y entrándome a la fuerza, dejando atrás a Soo, hizo como si solamente existiéramos nosotros dos en el momento. 

Todos en la estancia se alegraron de verme, cambiando en un abrir y cerrar de ojos sus expresiones al ver una persona ajena ante algunos. Mi padre, quien se encontraba casi dormido en una silla no dudó ni dos segundos en levantarse para recibirme con dos besos en la mejilla y una perfecta sonrisa, quien se unió al mismo tiempo mi madre y por último la madre de Youngsoo. Por segunda vez, logré zafarme del agarre de la menor y tomando de la mano a la castaña la acerqué a mi canto y la presenté. 

—Papá, ella es la chica de la que te he hablado, Sooyoung, mi novia —la nombrada extendió su mano y mi padre la estrechó en cuanto le dio igual que a mí dos besos en la mejilla.

Las horas pasaban y más me sentía en vivo con menos ganas de irme, a mi lado se encontraba una chica risueña, joven, encantadora y llena de alegría intentado sobre estacar en cada cosa que comentaba, haciendo gestos tristes debido al gran tiempo que duró enferma; tampoco era un tema que a mí me interesaba. Poco a poco el cansancio se hacía presente y mis ojos empezaban a entrecerrarse sin que yo se los ordenara. Por su rostro, supe que iba a dar justo donde no quería que lo hiciera y provocándose ella misma, habló.

papi, papi ©jeon jeongguk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora