papi, papi ©jeon jeongguk.

028.

Era testigo de la escena tan desgarradora, no sabía qué decir, qué hacer, ante mis ojos sólo podía ver al de cabello púrpura sostener la mano de su abuela mientras que ésta le sonreía con gran dificultad, tratando de decir algo. La semana pasada mi salida con Taehyung se canceló después de haber recibido una llamada del hospital en donde su abuela se encontraba, un ataque al corazón puso en riesgo su vida, y hoy, pasaba por la misma situación. Las clases habían terminado y una llamada recibió, inmediatamente fuimos a ver qué pasaba con su abuela, con la única persona que ha estado toda su vida y, temía de que las cosas fueran cada vez peor.

Todo lo malo y preocupación desapareció en cuanto la vimos, observaba la televisión mientras una de las enfermeras se encargaba de darle de comer, Taehyung esta a feliz al igual que yo, pero, ambos sabíamos que detrás de esa sonrisa había algo más de lo cual ninguno sabía. La medicina que recibió era bastante fuerte al punto de hacerle perder el conocimiento de las cosas, actuando como una niña pequeña, pero, eso al mayor no le importaba. Me encontraba en la esquina de la habitación, esta vez, observando mi móvil. Cero llamadas de mamá y cero llamadas de Jeongguk, me sentía feliz y tranquila, aunque haya pasado una semana todo marcha bien, lo que significa que en sus vidas yo nunca importé.

Mi vista empezaba a tornarse pesada, ya hace días que me pasaba lo mismo, el motivo lo desconocía pero suponía que no era de importancia La gente sana también se enferma. Me levanté al ver a Taehyung despedirse de su abuela y la enfermera a su lado, era momento de ir a casa y hacer lo que primero se nos viniera a la mente antes de asistir a la cita con Min, porque después de tanto tiempo, de las súplicas de mi amigo, acepté aquella cena de la que un día me habló, para dejarle en claro que soy simplemente su amiga. Al salir de aquel lugar tan espantoso para mí, retomamos el camino a casa. Dos timbres indicaban que nuevos mensajes habían llegado, siendo éstos de mi padre, que a todo momento ha mostrado preocupación ante mí y mi mejor amigo, añadiendo al final que nos ha preparado un postre. 

—Hoy te ves más alegre, más hermosa —comentó Tae con una sonrisa. —Y siendo sincero me gusta verte más así. —besó mi mejilla y volvió a sonreír. Estaba tan acostumbrada a sus halagos y a sus afectos que ya no me sorprendía. 

—Tae, ¿estás seguro que quieres que tengamos una cita con Min? —jugué con mis dedos y bajé la vista a mis zapatos. Sabía perfectamente las intenciones de él y por tal motivo accedí a su idea, pero, los nervios siempre han estado ahí, y por nada del mundo me gustaría saber que terminaron por mi culpa. 

—Muy seguro, no será nada del otro mundo. Vamos a comer y hablaremos, de paso, le dejarás en claro que eres mi amiga —guiñó su ojo derecho y paró en seco. 

El semblante cambió por completo cuando su vista se fijó en un auto a lo lejos, lo cual no bastó ni un segundo para saber de quien se trataba. Si antes estaba nerviosa por lo de Min, ahora era el doble. Sentía que había pasado un mes, incluso años, desde que lo volví a ver, pero por razones del destino las cuales desconocía, los veía bajar del auto. La mano de Taehyung se aferró a mi brazo indicándome que me quedara en el mismo lugar, que no diera si quiera algún movimiento. Mi corazón dejó de latir en el momento que nuestras miradas se cruzaron y una sonrisa en su rostro se reflejó, por otro lado, mi madre no notó mi presencia, o eso es lo que quiso demostrar. Los llamados de la señora con gran cuerpo hicieron sacar al pelinegro de su burbuja, arrugando su nariz y entrando con ella a lo que parecía ser una tienda. 

—Tu madre me da asco —habló Tae en voz baja para no ser escuchado, cosa que se le dió fatal porque claramente escuché. 

No dije nada al respecto, no quería discutir con el chico de cabello morado y mucho menos dejarlo nuevamente plantado en el tema de Min. Era mejor ignorar y fingir que nunca vi eso, lo que demostró mi madre a la perfección.