059.

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Cuando la noche cayó y las cigarras cantaban, supimos que era nuestro momento. No importaba la hora, tampoco el clima del momento, simplemente éramos felices nadando desnudos en aquella laguna que pese a que estuviera extremadamente helada, nuestros cuerpos se encargaban de mantener el agua tibia. Enrolló ambos brazos por mi cuello y me dedico una de sus tantas sonrisas, la observé y afirmé lo enamorado que estaba. 

—¿Sigues con ganas de comer langosta? —pregunté divertido tras recordar la pregunta que hizo hace una hora.

—Se ha ido, pero tengo ganas de comer tomate con leche —rodé los ojos tras escuchar lo que deseaba con toda su alma comer, unos gustos espantosos que nadie en su sano juicio comería.

Peiné mi cabello con ambas manos hacia atrás para que se quedara en aquel lugar, me impedía ver. Nadé sólo un poco para llegar a la orilla y volver a hacer el mismo acto de segundos antes, su mirada estaba puesta en mí fijamente de una manera intimidante, queriendo decirme algo más que hasta el momento no he podido descifrar. Salí del agua dándole vista de toda mi parte trasera y tomé la toalla para pasarla por todo mi cuerpo. Minutos después salió ella. 

—Pensé que nos quedaríamos más tiempo —comentó algo desanimada haciendo una leve curva con su labio inferior para segundos después darme una espectacular vista de lo que sería su trasero. 

—Por cierto, ¿dónde estuviste esta tarde? —tras haber llegado con mis padres ninguno quiso comentar palabra alguna y la curiosidad me estaba matando, porque aquellas miradas que se dedicaban los tres eran un martirio para mí quien no se enteraba de nada. 

—Sólo quisieron darme un pequeño paseo por los alrededores —dándose vuelta y encogiéndose de hombros respondió con un ligero tono burlesco el cual decidí pasar de alto y, al verme que quería hablar me interrumpió. —Te daré una pista si decides comprar tomate y leche. 

—Soo, son casi la una de la mañana, ¿crees qué alguna tienda está abierta? —pregunté algo obvio. —Y no creo que en el hotel haya servicio.

Después de aquella mirada en donde decía que quería asesinarme por no buscar un modo para cumplir su capricho decidimos secarnos por completo y luego vestirnos. Entrelazando nuestras manos abandonamos el lugar y emprendimos camino hacia el hotel que quedaba tan sólo tres cuadras y medias. Como si se tratase de una niña pequeña, a mis espaldas llevaba el cuerpo de Sooyoung el cual a los pocos minutos de recostar su cabeza contra mi hombro quedó dormida, últimamente se cansaba demasiado. 

Hace unas semanas decidimos venir hasta acá y borrar todo lo malo de nuestras vidas, de lograr el cambio que tanto necesitábamos y que por fin lográbamos. Mis pasos eran lentos y mis ojos se cerraban al paso que quería caminar, recordando hace tan sólo un par de años lo que era en el pasado y lo que hacía en él, disfrutando lo que suelen decir "la vida loca", dándome lujos, pasando por cada mujer que mis ojos vieran, derrochando el dinero en cualquier cosa y sobre todo hundirme en el aroma del sexo, alcohol y humo que alguna vez llegué a querer. 

—Tomate con leche...—susurró entre dientes. 

—Pensé que estabas dormida —bajé con delicadeza su cuerpo hasta que sus pies pudiera tocar el pavimento y así verla mejor. —¿Quieres caminar? —asintió con la cabeza. 

—En la tarde recibí una llamada de mi mamá —todo vello de mi cuerpo se erizó con tan sólo escucharla, era un tema que decidimos no volver a tocar y que por cosa del destino tenía que salir nuevamente a la luz. Por el gesto que hizo sabía que no estaba feliz del todo pero en cierta parte le alegraba, una señora que poco se preocupaba por su hija y que disfrutaba de un buen sexo antes que de pasar tiempo con ésta. 

—¿Y bien? —algo nervioso por lo que tendría que decir tomé su mano y aunque no caminábamos con la misma velocidad de antes, nos dedicamos a dar sólo pasos pequeños y lentos.

—Llamó para saber como me encontraba, preguntó por papá, por el estudio y por ti —sonrió con dificultad. 

Por primera vez me resultó aburrida escucharla, sus palabras eran fastidiosas y enojo comenzaba a aparecer de mi parte. Fingía prestarle atención asintiendo y haciendo sonidos con mi boca para poder demostrar interés, cosa que no tenía. 

—¿Podrías callarte? —no quería que mi voz sonara tan severa pero fue todo lo contrario. Vi como se detuvo en seco y con algo de confusión me observaba, sin darme cuenta nos encontrábamos ya en la entrada del hotel. Sin esperarla, abrí la puerta y la cerré tras mi paso.

A la velocidad de la luz entró también y sus brazos me detuvieron haciéndome girar sobre mi puesto para mirarla, elevaba una de sus perfectas cejas perfiladas y chasqueaba la lengua a su paso; sabía que se había enojado. Cerré mis ojos tras sentir el impacto de su mano contra mi pecho y a lo lejos contoneaba sus caderas para tomar lo que serían las escaleras y evitar el elevador, bufé por lo alto y le seguí el paso. 

—Mi intención no era gritarte —hablé tras sus espaldas. —Pero detesto que hables de tu madre.

—Tú nunca tienes la intención de nada —reí al verla subir las escaleras de manera extraña, posicionando una mano sobre su espalda mientras que con la otra trataba de sostenerse en la baranda negra. 

—Era mejor tomar el elevador, ¿sabías? —pregunté casi en susurro. —Para tu estado no es bueno que hagas tanto ejercicio físico. 

—Si tanto quieres tomar el elevador puedes devolverte —y decía la verdad, perfectamente podría hacer eso pero no lo haría, aunque sabía que pediría mi ayuda cuando estemos en el piso número cinco; por desgracia la habitación que nos dieron era en el séptimo. 

Luego de verla exhausta y tras haber acudido a mí llegamos a la habitación. Me deshice de su ropa y tiré la toalla sin darme cuenta en dónde caería. Su rostro era pálido y tocar su cuerpo me demostró que moría del frío. La senté sobre la cama y quité sus zapatos y como pude lo demás de su ropa hasta que quedara en ropa interior, sonriendo al ver como con el pasar de los días incrementaba más y más. 

—¿Sabías que Taehyung se habla con YoungSoo? —pregunté metiéndome bajo las sabanas y abrazando su cuerpo por la espalda deposité un beso sobre su hombro desnudo. —Me comentó que estaba conociendo a un chico y lo nombró, no pensé que de todos los hombres que hay en el mundo fuera esa persona. 

—Lo sabía, incluso dentro de unos días sé que ella se irá a Alemania a visitar a su padre, está de cumpleaños, ¿no te lo dijo? —en su voz había un tono desafiante, queriendo demostrar que sabía más que yo y por el momento era así. —Tae me lo comentó hace unos días. 

Levanté las sábanas y observé su panza, un poco grande, algo delicada y hermosa. Me acerqué y puse mi oído sobre ella escuchando su interior, había paz en ese lugar desconocido para ambos, la mano de Sooyoung se encargaba de acariciar mi cabello y sonreír de oreja a oreja al sentir un camino de besos por todo su vientre; disfrutaba hacerlo cada noche antes de irnos a dormir. Bajé un poco la tela de encaje color blanco para ver sus entradas y aprovechar para delinear la zona, inmediatamente su piel se erizó y tuve que contener mis ganas. 

—¿Crees que llegue a tener tus lunares? —me incorporé mejor en la cama y volví a cubrir su cuerpo al darme cuenta de que la noche sería fría todo gracias a la lluvia. 

—No lo sé —reí junto a ella y antes de meterme bajo las sábanas, por segunda vez, besé sus labios con vehemencia. 

Entrelazamos nuestras manos como signo de que nunca nos íbamos a separar, realizábamos ese gesto cada noche a la hora de dormir, amaneciendo casi en la misma posición pero manteniendo la unión. La abracé con fuerza para transmitirle calor e inhalé el dulce aroma de su piel. 

—Gracias por existir, Sooyoung.




próximo capítulo gran final.

papi, papi ©jeon jeongguk.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora