Capítulo 8 ( El juego y la pantalla )

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Gracias a las personas que apoyan la historia desde su inicio, lo aprecio mucho. Estoy muy consiente de las faltas que tiene la historia, y aunque no sea justificación, intento corregirlo, pero cuando tengo el tiempo :( más adelante, los capítulos estan con mejor desenvolvimiento y ortografía, lo prometo <3 se darán cuenta.

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Básicamente lo único que hice al llegar a "mi hermoso hogar" fue dormir. Me acosté de inmediato.

Sonó el despertador y juro que pensaba pasar el día en aquella cama que tanto me lo pedía, pero lo recordé...hoy era el juego.

Me levanté de un tirón como si mi cama quemara y empecé a arreglarme más de la cuenta.

Estos días son especiales.

Mientras me hacía una cola alta, me intentaba mirar al espejo para ver el ángulo en donde me quedaba mejor y al instante me recordé de la noche anterior, de los hermosos ojos café devolviéndome la mirada.

Tragué fuerte ante el recuerdo.

Podía pasarme horas viéndolo y no me cansaría.

Soy de investigar a las personas que me agradan, a las cercanas, las analizo bastante. No me atrevo a decir mucho ya que apenas nos conocemos, pero lo poco que me ha mostrado lo he sentido tan sincero...

Y veo como se me escapa una sonrisa de solo pensarlo

Ok, tranquilízate, cariño.

Me doy varias palmaditas en el rostro para despejarme un poco y concentrarme en lo que importaba.

Repito cada cosa que debo llevar para que no se me quede nada. Soy muy perfeccionista la verdad, cada cosa debe de ir en su lugar, como debería de ser.

Escucho desde el otro lado de la cama como mi celular vibra en la mesita de noche.

Lo ignoro para seguir enfocándome en las cosas importantes para hoy, pero la persona es insistente y no deja de marcar.

Luego de un rato, lo descuelgo cansada sin apenas mirar la pantalla.

—¿Diga? —¿Acaso no saben que esto es sagrado para mí?

—Hey, Eve —prácticamente mi corazón hizo Click

—Hey —suavicé mi tono y me senté en la cama.

—¿Estás lista para hoy? Espero que hayas dormido bien, disculpa que te haya quitado horas de sueño. Dijiste que te llamara por si te quedabas dormida.

—No, no, tranquilo, gracias. — contesté y pensé en agregar algo sobre ayer —la pasé bien —me mordí el labio sin pretenderlo. Era un tick.

Ese día me la iba a rifar con energía, mis pilas estaban puesta y no había nada que las apagara.

—Yo igual —se escuchaba tranquilo, pero noté ruidos del otro lado de la línea.

—¿Estás conduciendo?

—Pues sí, voy de camino al colegio ya que debo asistir bien temprano. ¿Quieres qué pase por ti?

—Claro, eso estaría bien, si tienes tiempo —empecé a empacar las cosas que tenía fuera con rapidez.

—Uno siempre tiene tiempo para lo que quiere —soltó una vaga risa que imité.

—Tu humor nunca falla, ni en la madrugada ¿Eh?

—Nunca, rubia —se rio —bien, llego en 10, seré tu chófer por algunos minutos, deberías de pagarme.

—No, me sorprende, ayer dijiste que eras millonario —contesté divertida.

El inesperado clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora