Había apagado mi celular, no quería escuchar las llamadas insistentes de ninguno de ellos. No tenía ni humor, ni paciencia.
Ayer hasta me había caído de las escaleras, era bastante tarde y estaba muy oscuro, pero de cualquier modo que lo pinte, fue uno de los peores días.
Al levantarme conseguí quitar la alarma y coger toda mi fuerza de voluntad para levantarme, sí, colegio.
Aquella pequeña persona no la había visto al estar fuera de casa, así que esperaba por lo menos hoy verlo, quería saber que estaba bien.
Una vez preparada para ir al colegio no esperé que Alex me buscara, de ninguna manera iba a ir con él. Quizás y solo quizás no tenga culpa alguna, pero tenía una espina dentro de mí que me decía que sí, que tenía todo el derecho para estarlo.
Cogí un taxi y llegué rápidamente al colegio. Había mucho movimiento, veías distintas personas en grupos, chicos tocando como si fueran una banda, otros leyendo libros, pero, donde estaban las chicas porristas? Se suponía que hoy tenían que estar temprano, pero...
Miré mi reloj de muñeca y se me paralizó el corazón.
Estoy tardísimo...joder
Corrí como si mi vida dependiera de ello. El centro de ensayos estaba lejos de donde yo estaba ubicada, me tardaría varios minutos.
Al llegar con el corazón en la mano, abrí la puerta de un tirón y observé a todas en filas. Jeanine y Kathe estaban al frente.
Estaba exageradamente tarde.
Las dos chicas allá me miraban con caras de pocos amigos.
Me acerqué lentamente, aun agitada por la carrera que había dado.
—Buenos días —dije una vez que me recompuse.
—Llegas tarde —la voz fría de Jeanine me despertó del trance en el que estaba.
La miré determinadamente antes de cualquier cosa,
Tranquilízate Eve, no le vayas a contestar.
—Ya hemos anunciado las que estarán ya que no estabas presente —la voz más calmada de Kathe me tranquilizó el enojo que estaba empezando a desarrollar tan temprano.
—Bien —respondí cortante, haciéndome una cola en el cabello.
—Les haremos una pequeña demostración de la rutina de baile para que vayan familiarizándose —Jeanine hizo un sonido con los dedos acelerando el paso de las que ya estaban en el equipo para la formación.
—Es muy temprano Jeanine, no creo que sea lo mejor —comenté dudosa.
—Las clases de hoy en la tarde se han cancelado —respondió devolviéndose a mí.
—¿Por qué razón? —pregunté extrañada.
—Habrá un partido en medio de clases que se extenderá, Greys tendrá un encuentro amistoso. Pero como has desaparecido desde ayer y no revisaste tu teléfono, como lo ibas a saber? — contestó sarcástica.
—Hagamos la rutina, esto lo hablaremos luego —intervino Kathe con un tono de voz fuerte.
No articulé palabra alguna, tenía razón, sea lo que sea, más tarde lo hablaríamos. Me puse en mi posición aún con el enojo encima.
La música empezó a sonar por todo el lugar y empezamos a movernos.
Intento recordar bien los pasos. Hay muchos detalles que aunque sean pequeños marcan mucho la diferencia, la sincronía lo es todo aquí.
Algunas nos colocamos estratégicamente en las manos de tres chicas, dos a los lados y una atrás, cada una tiene una función estricta. Me lanzan por los aires, mientras giro en mi propio eje y caigo en sus brazos. Nos colocamos rápidamente en nuestros respectivos lugares mientras luego Jeanine, Kathe y yo damos 3 volteretas y seguimos moviéndonos en sincronía. Casi cuando termina la rutina puedo ver a un grupo de chicos entrar al lugar. Por sus uniformes sé que son del equipo de fútbol, al parecer, también tenían asuntos pendientes temprano. Nunca me importaba ensayar delante de los chicos, pero en cuanto lo miré, mi equilibrio se fue a la mierda.
En ese momento estaba repitiendo uno de los pasos en las manos de mis compañeras para dar un gran giro por los aires, pero perdí totalmente la fuerza y concentración al mirar el chico de rulos rubios con Alex al lado.
Caí bastante mal, MUY MAL. Todo fue en cámara lenta y a la vez, pasó tan rápido.
Sentí mi brazo estamparse contra el suelo, al mismo tiempo, todo mi cuerpo romperse en aquel momento.
Grité a todo pulmón, como si me estuvieran arrebatando la vida, pero nunca había sentido algo tan grande. Mi cabeza también había sido gravemente herida, todo me daba vueltas. Cerré los ojos con fuerza para aminorar el mareo pero me fue inútil. Supe que debía de ir al médico cuando sentí un líquido caliente en la parte derecha de mi frente. La cabeza me palpitaba y me toqué el rostro, me había manchado la mano con un líquido rojo, era sangre.
Sentí a alguien alzarme del suelo, las voces eran apenas audibles, como murmullos.
No perdí la conciencia, pero sentía que en cualquier momento pasaría.
El cuerpo que me cargaba estaba agitado, se movía bastante y eso hacía que mi cabeza doliera más. Sentí el flash de las cámaras, pero en ese momento no tenía cabeza para nada más.
*
Pude oler algo bastante fuerte, seguro fue la razón de que me despertara.
Abrí levemente mis ojos. Era un cuarto pequeño, con algunas cosas de...
Enfermería? Estaba en la enfermería.
Intenté sentarme, pero una mano logró evitarlo, me recostaba.
Vi el propietario de ella y era nada más y nada menos que Axel.
En ese mismo instante me percaté de que llevaba vendado el brazo derecho, por cualquier leve movimiento sentía un dolor punzante que me recorría no solo esa parte, sino, el cuerpo entero.
Bufé.
—Me temo que tengo que llevarte a tu casa.
—No iré a casa, y si lo hago, voy sola —contesté de mala gana.
—¿Se puede saber qué te pasa? —preguntó extrañado.
Me quedé callada mirándolo. No quería hablar de eso, no quería contarle a nadie.
—No vuelvas a dejarme sola en una fiesta —respondí en cambio.
—¿Estás enojada por que no estuve contigo ayer? Como hacemos siempre, Eve —recalcó las últimas palabras y supe que lo veía algo tan estúpido.
—Pues se acabó eso —respondí al instante —no quiero estar sola, se supone que somos la imagen, el ejemplo de una buena pareja, ¿Crees que dejar a tu novia sola en una fiesta es algo digno de admirar? —lo miré seria en cuanto terminé de hablar.
Respiró profundo antes de volver a mirarme.
—No quiero pelear.
—¡Ah! pues yo no quiero seguir entonces, te vas buscando otra, porque no estaré para cuando te dé la gana, no merezco esto —hablé claramente. El dolor de cabeza aumentó y me llevé la mano al rostro intentando aliviarlo.
—¿Estás terminándome? Eve, creo que debes descansar —se rio por lo bajo como si lo que yo había dicho fuera una broma.
—Salte —le ordené seca.
Quedamos en total silencio por unos segundos hasta que la puerta fue deslizada. Jorge estaba de pie, ahí en la puerta.
—Disculpen. Alex, te necesitamos —el chico nos miró dudoso de que sea el momento más apropiado, pero sé que no tenía de otra. Me saludó con un leve movimiento de cabeza, con algo de pena.
Alex miró a su amigo por varios segundos, luego agachó la mirada y se mordió el labio.
—Lárgate —di por finalizada la conversación.
—Volveremos a hablar de esto —respondió en cambio, levantándose de la camilla.
Ni de broma.
En cuanto Alex se fue entró la doctora al espacio.
Primero analizó mi rostro y luego mi brazo vendado e hizo una mueca que no supe como interpretar.
—Presiento que no estás con esa cara por el dolor de tu brazo, Eve.
—Es mi primera vez aquí y me conoce tanto —. Respondí aburrida.
—Bueno, tu primera vez aquí siendo mi paciente, ya que vienes con Axel cada dos meses o menos —dio una pequeña risa al recordar.
Si, Axel vivía lastimándose por el fútbol y yo venía a acompañarlo.
Ella estaba mirándome el rostro con suma tranquilidad.
—¿Qué pasó? ¿Pelearon?
Bufé antes de responder.
—Es difícil —agaché la mirada viendo el vendaje.
Se paró a revisar no sé qué, al parecer buscaba algo.
—¿Y cuantas horas necesito estar con esta venda? No va conmigo —bufé.
—Oh, cariño —rio ante mi comentario.
—¿Qué? —la miré seria.
Ella seguía de espaldas sin siquiera mirarme unos segundos.
—Tendrás que estar con eso por lo menos una semana, Eve —respondió dulcemente.
No, no, no.
Quedé en pausa un momento sin saber bien como reaccionar.
Empecé a reír como si me hubieran contado el mejor de los chistes.
Esta vez ella volteó a verme seria.
—Oh, lo dice enserio —mi mente quedó en blanco de solo pensarlo.
—Disculpa, Eve —dijo con un tono reconfortante, o ese fue el intento.
—Oh por Dios, me voy a morir —pensé en todas las cosas que tenía que hacer, en que esta horrible venda no la aguantaría ni un día, en lo pésimo que me ha estado yendo, todo de un tiro.
Esto era una broma.
Intenté respirar fuerte para no soltar un grito.
—Tranquila, solo tendrás que faltar a las últimas prácticas y al partido de la otra semana, No es para tanto.
La miré abriendo más mis ojos, casi saliéndose de sus orbitas.
—Oh por Dios, me voy a morir —repetí con mayor fuerza.
***
En cuanto salí, escuchaba los gritos de las personas. Ya habían empezado a jugar el partido.
Pero yo no tenía ninguna intención de ir, al contrario, me sentía como la mierda y lo único que quería era alejarme de todos.
Caminé hacia el parque que estaba cerca para despejar la mente, evadir todo.
Era un lugar bastante bonito, recuerdo traer a Ian para acá cuando tenía muchas energías.
Una punzada me atravesó el pecho.
Este no era el momento para pensar en ello. No hoy, no quería sentirme de esa manera.
Me senté en uno de los bancos dobles donde se podía ver perfectamente a cada niño jugando en los toboganes, saltando por doquier, un lugar lleno de risas, risas verdaderas.
Di un largo suspiro al cerrar mis ojos.
—Vaya, te pensé invalida a estas alturas.
Abrí los ojos al instante al escuchar esa voz.
La reconocía.
Giré un poco. Era él, estaba del otro lado del banco.
Me quedé sin saber que decir. Un gran viento llegó hacia nosotros y sentí como si fuera apropósito. Me había quedado mirándolo como aquel día, y a la vez, pensando lo mismo.
Siento que quieres decirme algo con este chico, ¿Pero qué?
le pregunté a quien sea que este inventando esta historia tan rara. Miles de emociones me recorrieron como un remolino.
Él movió su cabeza para un lado, de una forma tan inocente y tan...no sé.
—Disculpa, estoy muy sentimental —respondí como una estúpida.
—Ah, bueno, ayer estabas muy sentimental también, ¿Eso es normal en ti? ¿O debo preocuparme? —me dedicó un lindo gesto, otra de sus sonrisas.
—No sé ni lo que me pasa, para ser sincera —respondí un tanto enojada conmigo misma por actuar de aquella forma, y por sentirme así.
—¿Te has perdido? —preguntó más serio, pero aun con sus gestos tan inusuales, no sabría cómo explicarlo. Como si el momento fuera bastante importante y el quisiera mantenerlo en un aire distraído, en cosas triviales para aligerar las cosas.
Sí, era eso.
—No, sé dónde estoy, vine caminando —respondí con una pequeña sonrisa.
—No hablo de eso.
Lo miré extrañada.
—¿De qué hablas entonces? —pregunté sin entender.
—Una de las peores cosas que hay es perderse a sí mismo, ¿Estás perdida, Eve?
Me quedé sin palabras.
Era como si estuviéramos en una burbuja muy personal, y yo no sabía bien como responder a tales preguntas, no sabía ni quien era yo cuando me lo preguntó. Estaba desconcertada ante algo tan poco habitual, nunca me habían preguntado eso, y jamás pensé que lo harían tampoco.
Cuando sentía que una persona se entrometía en mi vida (como mayormente hacen) les gritaba, les decía muchas cosas, me enojaba hasta mi límite, porque con él no?
—No tienes que responder —me dedicó una leve sonrisa. Se notó que no me esperaba aquella pregunta.
Quién lo diría, en un parque con una persona que no conozco, permitiéndole verme sin barreras, porque sí, estaba sin ellas.
Empezó a recoger sus cosas, entre ellas logré ver su cámara, la de ayer, la que contenía aquellas fotos que nadie debía de ver, pero que él me permitió tomar la decisión para saber qué hacer con ellas.
Era como darme la pistola para quitarle las balas, él necesitándolas.
Y no pude estar más agradecida.
Me sentí un poco mal, no quería incomodarlo, y el sintió que hacia eso exactamente.
Antes de que se dedicara a caminar, a alejarse para irse, intenté llamarle, pero...
No me sabía su nombre.
—¡Hey!
Volteó y me miró fijamente.
—¿Qué consejo le darías a una chica perdida?
Lo pensó un poco antes de responder.
—¿Lo primero? puede que necesites hacer muchas cosas hasta conseguir lo que de verdad te apasiona, seguir tus gustos, seguirte a ti, no esperar que hagan de ti una parte de ello —respondió con simpleza.
—¿Y lo segundo? —intenté recordar cada palabra, pero lo último que contestó me dejo pensando todo el día.
Sonrió una vez más, de una manera tan natural.
—Quizás quieres que alguien te encuentre.
Quedé suspendida. Sentía el propio latido de mi corazón. El aire movía con fuerzas los arboles a nuestro alrededor, mientras hojas iban a su compás con el mismo destino, caer. Sus palabras movieron algo en mí y sentía el frio, pero de una manera tan acogedora.
Me sentía en una de esas experiencias en las que cuentas y nadie entiende.
Pero él sí.
—¿Te veo mañana en clases? —intenté articular aquellas palabras sin enredarme.
—Me llamo Ashton —dijo riéndose más fuerte- mañana es sábado, no hay clases.
—Oh —respondí un tanto desilusionada. Nunca quería ir a clases, pero cuando al fin lo necesitaba, pues el destino se ponía en contra mía.
Me desesperé.
—Jostin hará una fiesta, deberías de ir.
—¿Jostin?
—Te lo presentaré mañana si quieres —su voz era dulce.
—Claro —le sonreí.
—¿Te espero aquí a las 7?
—¿Me llevarás? —pregunté en medio de una pequeña risa.
—Oh, sí, cierto, disculpa, se me olvidaba que...—empezó a balbucear y me reí aun más.
—Iré —le afirmé.
Quería conocerlo, me parecía una persona de esas que te curaban el alma.
—Perfecto —respondió dando un pequeño suspiro.*********************************
Hiiii, quería darles las gracias a las personas que apoyan esta historia, espero que el capítulo sea de su agrado y les juro que tengo bastantes ideas, un gran propósito.
Como ya saben, las clases han empezado y tengo dos historias en proceso, esta y "Nuestro pequeño accidente" así que tal vez los siguientes capítulos vayan a ser cortos, pero igual trataré de actualizar seguido <3
No tengo días para actualizar, solo lo haré una vez a la semana, y si tengo tiempo dos.
Una vez mas, ¡GRACIAS! nos leemos pronto <3
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El inesperado cliché
Roman d'amourEn un instituto donde las cámaras son el motivo de alegría, las porristas son la sensación, y los futbolistas son los candidatos especiales y únicos en la lista, se crean las múltiples historias clichés que todo adolescente, en algún punto de su vid...