Capítulo 14 (Dos deseos)

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En el camino hacia la casa de  playa Kathe y Evans se  la pasaron cantando, hablando, diciendo cuanta tontería les llegara  a la mente. Por otro lado, ahí estábamos nosotros dos estancados en un silencio sepulcral. No sabía ni que pensar, ni que decir, que hacer. Él se veía en un trance, como si no estuviera aquí del todo, sumergido en otra realidad, o en otro tiempo. Él no quería estar aquí.

Cuando por fin habíamos llegado a la casa nos dispusimos a ponernos cómodos, el cansancio se  apropió de cada uno y empezamos  a bañarnos con agua caliente, ponernos ropa seca, y luego ir preparando la cena.

Mi pelo aún seguía mojado, así que me quedé frente al espejo, sentada, desenredándome con total paciencia mi cabello, mientras mi mente jugaba conmigo.

No tenía ánimos para nada. Intentaba ocultar  ese nudo que tenía en la garganta.

¿Había hecho algo mal? Preguntarle fue un error, uno grave.

¿Pero y yo que iba a saber? Debió de aclarar los puntos que si podíamos hablar, aunque con esa respuesta que dio ya lo di por echo.

¿Y cómo se supone que le dirija la palabra ahora?

Quizás no debería de sentirme así, quizás no tenga razones para hacerlo, pero no lo controlo. Estoy...¿enfadada? ¿Triste? ¿Dolida? No lo sé, solo sé que  aunque quisiera hablarle, no me sale.

Sí, enojada, ¿Pero por qué?

"Bueno, fue como una bofetada en el rostro, tienes tus razones, Eve"

No creo merecer ese desplante luego de todo, ¿o sí? No lo sé.

Un sonido hueco resonó en la habitación, ahuyentando mis pensamientos. Me sobresalté al instante.

—¿pasa algo? —Evans se quedó recostado en el marco de la puerta. Sí, Evans, el que menos pensaba.

MEe quedé muda. Tenía tantas palabras saltando de un lugar a otro en mi cabeza que no supe como ordenarlas.

Evans dirigió su vista hacia atrás donde se escuchaban las voces de los otros dos en la cocina.

Suspiró antes de entrar y cerrar la puerta. Cogió una de las sillas que quedaba al otro extremo y la puso a mi lado. Me quedé mirándolo por el reflejo del espejo intentando ocultar mi desconcierto.

—¿hizo algo que te molesto? —preguntó con total sinceridad, como si estuviera tratando de crear una atmósfera de confidencialidad.

Lo miré por unos breves segundos y seguí pasando el cepillo por mi cabello.

—¿Quién, Ashton? —me reí intentando sonar convincente —no, que va... para nada.

Él se quedó con la vista clavada en mí. Estudiaba cada uno de mis movimientos con sumo cuidado, buscando alguna señal.

—¿Qué? ¿No confías en la buena voluntad de tu hermano? –solté divertida. Aparentar estar bien dolía el doble.

—Créeme, creo mucho en sus buenas acciones, es mucho mejor persona que yo. Solo que...— en esa pausa intenté no hacer notar mi interés.

—Es solo que, pueden haber cosas que mal interpretes y eso luego crea una atmósfera de- ladeo la cabeza buscando la palabra adecuada –intranquilidad.

—Disculpa, no quería que las cosas se sintieran así- solté un poco avergonzada. Le dañé un poco el viaje a los dos.

—No, no. No lo digo por mí, lo digo entre ustedes dos, se nota bastante que no están bien —masajeaba sus manos una y otra vez, era como un tic nervioso.

Paré de pasarme el cepillo.

—¿Qué clase de cosas no podría entender? —pregunté tragando saliva.

Suspiró antes de contestar.

–La mayoría de las chicas que le rodea creen que él pues...está intentando algo con ellas, por su forma de ser, ya sabes...muy interesado en el bienestar del otro, muy atento –sentí que me estaban enterrando algo en el corazón. Intenté repetirme una y otra vez que era normal, obvio, pero eso no hacía que doliera menos.

—¿Estás diciendo que estoy dolida por que siento que no le gusto y él a mi sí? —decir aquellas palabras era como clavarme otra estaca en el corazón. Sentía los latidos retumbándome en el pecho con tanta fuerza que temía.

No sabía si estaba lista para una respuesta. Una parte de mí quería escucharla, la otra sabía que solo me dañaría un poco más.

¿Cómo es que una persona se puede volver tan importante en tan poco tiempo?

Me mordí el labio intentando no dejar salir ningún sonido lastimero.

—Lo que quiero decir, Eve, es que muchas se confunden, muchas no saben que en realidad esa es su forma de ser, porque simplemente no lo conocen. ¿Y tú, que crees? —preguntó con suavidad.

Lo miré con determinación.

—Nunca he dicho que él está intentando algo conmigo, tampoco he hablado algo de lo que deba aclarar. - Me endurecí sabiendo que esa era la única forma de salir de ese remolino de sentimientos que no sabía controlar.

Odiaba no tener el control de las cosas.

—Tranquila, desahógate –soltó directo con una media sonrisa plasmada en el rostro, una tan amable y llena de un sentimiento que transmitía calor.

–No tengo que desahogarme, las cosas con él están bien —imité su gesto tratando de tranquilizar el ambiente.

—Él...te está tomando mucho cariño —mi gesto se esfumó ante su comentario —me atrevo a decir que eres la única por la que él ha mostrado confianza, aún cuando tu no lo notas.

Esos segundos de silencio que le siguieron a su comentario se sintieron eternos.

Él te está agarrando cariño...

La única por la que ha mostrado confianza...

Vaya, y cuando pensé que no podía ser más enredado.

Se sentía como si me estuvieran preguntando sobre un acertijo, y yo solo caminaba por horas hasta encontrar la salida, una que no parecía que hubiera.

Tragué lentamente mirando hacia otro lado, intentando guardar aquellas palabras y analizarlas luego, sinceramente mi cabeza estaba todavía en esos sentimientos que me apretaban el corazón con toda  la fuerza del mundo, dejándome sin razón.

Me estaba volviendo tan sentimental...eso no me gustaba, definitivamente no.

Esto debía de cambiar.

Nunca me había sentido tan perdida entre las acciones de otra persona, y menos de un chico. Normalmente yo controlaba todo lo que pasaba y pasaría, y estar en este enrede solo aumentaba mis ganas de explotar. ¿Por qué a estas alturas tenía que pasarme esto? Luego de acostumbrarme a ser yo la del mando, viene un chico de la nada, a hacerme sentir el otro rol. El desconcertado.

—¿Por qué me dices todo esto? —pregunté susurrando.

Él lo pensó antes de contestar.

–Quiero que sepas que no te estás metiendo con un chico cualquiera. Él no es igual, Eve. Si solo quieres diversión, díselo, pero...si de verdad estás interesado en saber sobre él, tendrás que entender que puede tomar tiempo. Quizás y solo quizás tendrás pruebas, te conté lo de las chicas  porque, ¿sabes cuantas han venido hacia él fingiendo algo que no son? Muchas. ¿Sabes cuántas veces él ha tenido que pasarse días pensando en qué hizo mal cuando una chica va a gritos a decirle que jugó con ella?
No lo castigues por desconfiar o por no ser lo que tú quieres que sea. Te ha dado confianza, y tú ni siquiera te has dado cuenta, y no es que este menospreciándote, no quiero que entiendas que estoy diciendo que no la mereces, solo...- paró unos segundos antes de seguir. Me miraba fijamente, como si encontrara el impulso de seguir con mi mirada- que lo entiendas a él antes de pensar en hacer algo y que me entiendas a mí por intentar protegerlo.

¿Y cómo carajos respondía yo a algo así?

Es lo más preocupado que he visto a una persona de otra. Me imagino cuanto le quería para tener que venir a hablar conmigo con el corazón en la mano. Cada palabra me llegó muy dentro. No quería que lo lastimaran.

No sabía que responder, pero algo sí sabía... Ashton no tiene un amigo, tiene un hermano.

Le tomé una mano con fuerza con toda la sinceridad  del mundo.

—Me alegro de que él tenga a una persona como tú cuidándolo. Eres  genial- me sinceré en apenas un susurro.- no le haré nada malo. Le... —las palabras se me enredaron —le estoy queriendo y no sé aún ni como es eso posible —solté en una risita nerviosa —suena muy estúpido, pero...

—Eve, nada de eso suena estúpido. No hay tiempo límite para empezar a querer a alguien. Ustedes dos tienen una conexión y eso lo es todo —soltó con tranquilidad brindándome esa confianza —una que no se encuentra a la vuelta de la esquina.

Le sonreí.

De un momento a otro la puerta se abre y Ashton aparece en la entrada.

Me quedo paralizada por la impresión y luego reparo en que lo primero que ve es la mano mía en la de Evans.

Joder...

Evans se para con tranquilidad como si no le hubiera importado. Quizás él entienda que no pasaba nada.

Solté el aire que había retenido.

—¿Ya está? —preguntó acercándose a él con las manos en los bolsillos.

Ashton me estudió por un momento y luego asintió, respondiéndole a su amigo.

Evans le da unas palmaditas en el pecho y luego se dirige SSa la cocina.

—¡¿Eve, vienes?! —grita entonces.

Eso fue como un timbre para mis adentros.

—Sí, sí —no grito tan alto.

Me paro de inmediato dejando el cepillo a un lado y en cuanto me dirijo a la entrada, noto que Ashton no tiene intención de darme  el paso.

—¿Pasa algo? —pregunto de lo más normal. Como si todo estuviera bien entre nosotros.

—Hmm —empieza a hacer soniditos como si pensara en que decir, como si apenas pudiera reaccionar.

—No pasó nada —susurré. Estaba tan cerca de él que con un solo movimiento su aliento podía chocar con el mío. No se porqué diablos le estaba dando explicaciones, solo sé que sentía debérselas. Reaccioné por la cercanía y me alejé, dándonos espacio.

Su vista se clavó en mis ojos, perforándome con los suyos.

—No tienes que...—su voz cayó de pronto como si intentara explicarse y no supiera cómo.

Respiré profundo antes de decir cualquier cosa.

—Lo siento —giré mi rostro para poder continuar aunque sentía la presión de su mirada en mí —no sabía que te iba a irritar tanto mi pregunta —solté seca. No pude evitarlo. No soy de controlar cuando estoy irritada o molesta. Con él me estoy reservando muchas cosas.

Miró al suelo y luego al espejo que quedaba detrás de mí.

—No debí de reaccionar así, no tienes por que disculparte- su mirada recayó en mí y esta vez lo imité —Actué mal, y lo sé, es solo que...no es tan fácil tomar control de algo que todavía no puedes.

Lo miré con el ceño fruncido. Solté las primeras palabras que me vinieron a la mente.

—Nunca te obligaría a decir nada que no quisieras. Cuando te sientas listo podrás contarme, y si no quieres, no hay problema —. dije directa, con total confianza.

Él asintió lentamente. Quisiera meterme en su cabeza tan solo por un instante para saber que diablos pasaba en este instante por su cabeza.

Quería hacer algo, aliviar las cosas, aunque sentía que tocarlo no lo iba a mejorar.

por inercia metí mis manos en los bolsillos del pantalón jean. Él estudió cada movimiento.

-está frío- dije en un tono de voz lo bastante bajo posible.

No respondió, estaba muy entretenido mirando cada rasgo de  mí.

Respiré profundo.

—Debemos de ir a cenar —le recordé con una media sonrisa que me salió de lo más falsa, pero era el único gesto que salía de mí.

Pestañó varias veces como si saliera de un trance y asintió.

Caminamos en silencio hasta donde estaban aquellas dos personas que compartían el mismo mueble.

Las cosas aún no están bien, para nada, pero hoy no era el día para arreglarlo.

- huele delicioso- dije cuando me acerqué y cogí un pan tostado de esos que estaban en un plato. Intentaba sonar lo más normal posible para evitar las miradas o preguntas que me irritarían. Mi segundo nombre es cero tolerancia.

-sí, la especialidad de Kathe es tostar- comentó divertido Evans resolviendo con algo que parecía pescado.

-disculpa, no soy una máquina de comida- soltó ella rodando los ojos.

-¡oh, vamos! ¡Aunque sea arroz!

Kathe le dio golpecitos en el hombro fingiendo molestia, pero la sonrisa que intentaba reprimir la delataba.

Evans dirigió la mirada hacía Ashton y luego hacia mí con ese brillo de compasión. Asentí con la cabeza y él hizo lo mismo.

-bien...ya solo falta servirlo. Además de  guapo, cocinero.

Ashton se rio a mi lado, negando por el comentario de su amigo.

-deja de hablar de mí, ¿quieres?- empezó a servir y yo me puse a su lado para ayudarlo.

Kathe me miró y me sonrió, gesto que le devolví.

—Ashton, deja de robarme mi luz y consíguete una propia —Evans no se callaba.

Pasamos alrededor de una hora entre pláticas y comidas, risas estúpidas y alguna que otra mirada entre nosotros dos. Empezamos a jugar verdad o reto. Siempre me había gustado ver a los otros jugar, nunca participar, y si lo hacía, los retos no eran para nada bonitos. Solía sacarles en cara a muchas chicas diversas cosas solo porque no me caían bien. Ir por las calles aparentando ser una santa es algo que me irritaba en demasía. ¿Saben de esas películas donde están en ese cuarto jugando con la botella en el centro y le sacan los trapitos a una de las jugadoras? Bueno, ese papel es mío.

Bebí de un sorbo la bebida que sostenía. Era mi segundo vaso en la noche, no me estaba haciendo efecto.

Recordé aquella noche cuando conocí a Ashton. ¿Cómo diablos me emborraché con apenas unos tragos? ¿Le habrán puesto algo a mi bebida? Posible. Todavía no sabía que hacer con ese chico. Y hablando de chicos, estoy hasta la coronilla con el tema de Alexis, prometí pensar todo bien, con más calma en este viaje y sin duda, no he hecho otra cosa más que pasármela con estos chicos haciendo todo lo que nunca hice en mi vida. ¿Debería sentirme mal? Porque no era así.

Suspiré sin saber que todos me estaban mirando.

—¡Tierra llamando a Eve! —Kathe agitaba su mano cerca de mi rostro moviéndolo de un lado a otro y la miré con los ojos más abiertos.

—Eh, sí...dime.

Bufó.

—¿Verdad o reto? —preguntó bebiendo.

Me encogí de hombros y elegí lo primero.

—Hmm —se quedó mirando un punto fijo durante unos segundos. Sé lo que buscaba, una pregunta que no fuera incómoda ni reveladora —¿Tu primer beso? —eso ella ya lo sabía.

Me reí  con un tono amargo.

—Todo ha sido con Alexis —me  tragué las palabras con el alcohol. No era bueno mezclar estos sentimientos con aquella bebida.

Tal parece que mi respuesta fue pasable ya que no hicieron preguntas, gracias a Dios. Intenté no mirarlo.

—Evans —le nombré —¿verdad o reto?

—Reto —soltó con una media sonrisa plasmada en el rostro.

Ni de broma creas que te pondré a algo con Kathe...

Miré  cada rincón de la casa, buscando alguna idea.

—La playa está al frente, báñate en el agua fría- solté juguetona.

Su sonrisa desvaneció y sus ojos se volvieron más grande de lo normal.

—Estás loca —suelta con ironía —¿Quieres que me enferme?

Me encogí de hombros restándole importancia.

—Reto es reto —antes de tomar miré a Ashton recostado del mueble mientras seguíamos sentados en el piso. ¿Qué estaría pensando?

Todos miramos a Evans esperando porque cumpliera su parte.

—¡Agh, bien! —se levanta con pereza y le imitamos hasta llegar fuera de la casa.

El frío de la noche nos golpeó tan fuerte que sé que todos lo sentimos al abrazarnos a nosotros mismos al  instante.

—Joder —titubeé.

—Bien, si muero me pagas todo los gastos funerarios —empieza el señor dramático.

—Vamos, drama king, no durarás mucho, son veinte segundos —le digo.

-¡¿Veinte?! ¡Pero, Eve!

—No, no —negué con el dedo —reto es reto- le señalo la playa y el gruñe.

Empiezo a reírme al ver como corre hacia el agua para adentrarse y salir rápido.

—Me va a odiar por esto- me rio.

—Te está odiando —me corrige el chico a mi lado.

Un sonido despertó mis alarmas y me doy la vuelta para ver a Kathe con la cámara en mano.

Ella alza la vista con vergüenza.

—Lo siento —soltó una risa nerviosa.

—¿A qué le tiraste una fotografía? — Ashton se vuelve hacia ella con un aire de tranquilidad.

—No sé usarla así que se la tomé a la arena —sonrío aún con los nervios a flor de piel.

—Hmm —fue su única respuesta.

Lo miro intentando ser discreta y noto las facciones de su rostro.

Es muy lindo...y es tan interesante que resulta casi imposible que sea real.

"No es un chico cualquiera" fueron las palabras exactas de su mejor amigo, de su hermano.

Miré mis pies mientras palpaba la arena con ellos. Era una sensación de paz, el sonido del mar, incluso el frío era un detalle espectacular en aquel momento.

Cerré los ojos queriendo capturar cada momento, cada sonido que podía escuchar por más lejos que estuviera.

Me recosté de una tabla de surf que descansaba frente a la casa, esperando por Evans con suma tranquilidad y paciencia.

Sentí unos pasos acercarse a mí y sabía de antemano que era él, su olor lo delataba.

Me encantaba como olía, no solo su colonia, sino él en sí. Cada persona tiene un olor distinto, propio, y el de él era mi favorito.

Abrí los ojos lentamente y noté como su cuerpo abarcaba totalmente el mío.

Como es que hasta la forma de pararse de un chico puede ser tan...

Agh...

—¿Se te perdió algo? —pregunté con indiferencia y su única respuesta fue una pequeña risa mientras dirigía su mirada a la arena que tragaba mis pies.

—Quisiera tomarte una foto con las luces de la ciudad de fondo mientras combinas perfectamente con las estrellas –el tono susurrado en que pronunció aquellas palabras fue tan íntimo que me erizó la piel. Y volvía a encerrarme otra vez en aquella burbuja donde solo estábamos él y yo. Donde solo quería que existiera esos tipos de momentos en donde no importaba en absoluto lo que nos rodeaba, el punto era soltarlo todo y sentir.

Pero sentía...ese era mi miedo en aquel momento. Quería decirle que estaba irritada, que no era justo que viniera a decirme esas palabras de la nada. ¡¿Cómo iba a estar molesta si decía esos tipos de cosas?! Volteé el rostro ocultando mis ojos de él. No quería que se diera cuenta cuanto me afectaban esas palabras, y no solo esas sino, sus palabras.

–La ciudad está lejos —me mordí la parte interior de la boca intentando no decir nada más.

—No tiene que ser ahora, solo...quiero hacerlo. No siempre tienes oportunidad de apreciar a una chica sumergida en sus pensamientos  con las estrellas bailando a su alrededor haciéndole compañía. Es...—paró y miró mis piernas descubiertas. Las apreté por inercia al sentirme descubierta. Era la primera vez que me miraba de esa manera —es increíble, solo espero poder seguir viendo a mi admiradora secreta para grabar más momentos así —. soltó divertido con una media sonrisa.

Miré al cielo, a esas estrellas que nombraba él con tanta seguridad como si yo fuera la mismísima diosa que las llamaba.

Él siguió mi mirada y noté que Kathe hacía lo mismo por cuenta propia.

—Pidan un deseo —dice la chica a unos cuantos pasos de nosotros y me rio.

—No es una estrella fugaz —al decir aquellas palabras miro de reojo a Ashton frente a mí.

—Pídelo —insiste con un brillo de nostalgia en su mirada. ¿Así me veo cuando miro las estrellas?

Sonrío por lo loco que suena y lo cierto que podría ser.

Cierro los ojos y pido lo de siempre.

Frunzo el ceño por inercia y cuando termino de pedirlo mi mirada recae en él de inmediato.

—¿Qué? —le digo a través de mímicas con un gesto de diversión plasmado en el rostro.

Se acerca hasta llegar a mi lado y dar un suspiro.

—Pedí dos.

—¿Ah, sí? —me abrazo a mi misma viendo como Evans sale temblando del agua y me rio.

–Sí, uno tenía que ver contigo —soltó sin más y lo miré como si no hubiera entendido el idioma en el que había pronunciado aquellas palabras.

—¿Y eso? —mi corazón retumbaba con ferocidad, tanta que dolía.

Intentaba calmar el ritmo pero se me hacía imposible, el momento no ayudaba y sus palabras mataban. Empecé a jugar con las pulseras en mi muñeca.

—Me provocó —se encogió de hombros con esa pequeña sonrisa que te llamaba la atención apenas levantar la comisura de sus labios.

—¿Qué deseaste? —se tomó unos segundo para pensarlo bien. ¿El qué? No sé, quizás si debía contármelo o ordenando las palabras. No sabía aún como su mente trabajaba, era una caja de sorpresas.

—Deseé que tuvieras a alguien que no te diga lo guapa que eres sino que te lo enseñe para que te lo aprendas sin necesidad de recordártelo.

La intromisión de Evans me salvó de quedarme como una idiota parada sin saber que responder.

Las palabras que salían de su boca eran maravillas ¡Claro que se iban a enamorar de él!

Sentí que adquiría un color rojo. Sentía la sangre ardiendo por dentro y no sabía como catalogar ese sentimiento.

—Esta me la voy a cobrar, Eve —Evans caminaba abrazándose así mismo mientras temblaba. Cuando entramos a la casa con los típicos comentarios de burlas, noté los rastros de agua que caían como lluvia de su cabello.

Le pasé una toalla y una sabana como una ofrenda de paz, pero su mirada me lo decía, no iba a ser tan fácil.

Empecé a apurar el paso una vez que terminamos de jugar. Debía de llegar, tenía que ver a Ian.

Nos subimos a la camioneta y nos arropamos con varias sabanas, el frío se volvió más feroz de lo imaginado en el camino.
Los mechones de cabello  me obstaculizaba la vista en algunas ocasiones. Me sentía cansada, más no tenía sueño, ¿Era eso posible? Al parecer sí.

Todos íbamos en total silencio. Kathe iba medio dormida y Evans miraba fotografías en la cámara de Ashton con una sonrisa plasmada en el rostro.

No podía ver mucho el recorrido pero aún así, me traía mucha paz viajar con ellos de esta manera.

Ashton también estaba a punto de dormirse, recostado hacia un lado.
Me atreví a arroparlo totalmente para que pudiera descansar cómodamente y al instante se espantó.

—Disculpa.

Negó lentamente.

—Que susto me has pegado —se frotó los ojos con cuidado.

—Quería evitar que te despertaras — admití.

Sus ojos eran apenas visible para mí.

Abrió un espacio en la cobija y lo señaló.

—Ven, no quiero que te mueras de frío, rubia —su tono era amable, dulce.

—No creo que sea lo mejor —miré hacia otro lado.

No debía. Tenía que establecer cierta distancia aunque no quisiera. Lo mejor era alejarme un poco. Si seguía de esta manera, acercándome tanto a él, las cosas no terminarán bien.

Tengo novio, él tiene muchas chicas peleándose por él y bueno, cada uno con su vida.

Me entró un pequeño dolor pensando en el tiempo que duraría tratando de no toparme con él, de hacer caso omiso a cualquier cosa que tenga que ver con su persona. Odié y me maldije una y otra vez por encariñarme de tal manera. Sentía un poco de impotencia en esos momentos, de no tener lo que quería por primera vez en la vida.

Podría ser una simple amiga, de esas que llamas cuando necesitas una tarea, una compañera de tiempo, pero no, no ocupo esos lugares. O soy mucho, o soy nada.

Sentí un jalón de mi brazo, y me sobresalté.

Ashton me acobijó junto a él, acurrucándonos con el manto tan suave que daba razones para no moverse y quedarse hasta el amanecer.

—Ashton, no deb...

—Tranquila —me interrumpió en apenas un susurro —piensas demasiado, eso no es bueno.

—¿Por qué? —tragué saliva.

—Las personas que piensan mucho, pasan la mayoría del tiempo muy tristes, y pierden muchas oportunidades —su tono somnoliento me endulzaba el odio.

—¿Piensas que me estaba perdiendo alguna oportunidad por negarme a una cobija? —solté divertida.

—Pienso que estabas pensándolo mucho, eso quiere decir que querías, pero algo no te impulsaba a hacerlo.

—O alguien —susurré seca para mi.

—Descansa, te haré saber cuando lleguemos a tu casa —movió uno de mis mechones que empezaba a interponerse entre nuestras miradas.

—No tengo sueño —y era verdad.

—Estás cansada —fue más una afirmación.

Afirmé lentamente mirando hacia nuestros amigos que estaban ya dormidos.

¿Había algo que él no supiera acaso?

Me dejé llevar y aunque no dormí, me perdí en la tranquilidad de mi mente al estar ahí tan cerca de él entre las sabanas.

Una vez leí en un artículo sobre que la intimidad va mucho más allá de compartir una noche y creo que fue una de las cosas más reales que escuché en mi vida.

Cuando compartes sentimientos tan reales, cuenta, cuenta y mucho...

“Tal vez no exista una intimidad más grande que la de dos miradas que se encuentran con firmeza y determinación"

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Disculpen mis amores, si no actualizo muy seguido es por la falta de tiempo. Debo resaltar que no tengo días específicos para actualizar, solo escribo cuando la inspiración me llega, y a veces duro muchos días sin poder encontrar el momento para hacerlo con tranquilidad, mis humores no son los mejores que digamos, así que no ayuda, pero gracias por seguir leyendo aún con todo, de veras.

Espero que el capítulo les haya gustado <3 nos leemos la próxima semana.

El inesperado clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora