Sus labios rozaron los míos con la intención de apartarse, pero no lo suficiente.
No quería abrir los ojos, no estaba preparada. Intenté recomponerme, aún bajo el frío viento y lo miré. Miraba mis labios con anhelo como si quisiera saciarse, como si no le fuera suficiente.
Y así fue, me beso, algo efímero, pero necesitado.
Me reí un poco entre sus labios y mordió delicadamente, encendiendo algo en mí. Aparté su cabello de su rostro, para verlo mejor. Nos miramos un breve momento y sabía que estábamos pensando lo mismo.
"No la caguemos"
Alejé lo más que podía la pregunta " ¿Y ahora qué somos? " ¿Qué significa esto? "
-Las preguntas y las respuestas para después, entonces -me adelanté antes que sintiera que le exigía algo y asintió aliviado.
-Vamos, ven...
-¿A dónde? -me llevó con él de la mano hacia su auto y nos subimos empapados.
Empecé a frotarme y él tomó mis manos con las suyas y empezó a calentarme.
Mi corazón se llenó de ternura, y un amor indescifrable. Enserio, ¿Él era real?
-Lo siento, tuve que pensar primero en abrigarte, va y te enfermes.
Le acaricié el rostro.
-Estoy bien.
Me besó la mano que mantenía en su mejilla y quise comérmelo a besos.
-¿No habías ido en tu carro hoy? ¿Qué hacías a pie?
-Quería despejarme un poco -respondí como si fuera una excusa para mojarme.
-Eve... -me miró preocupado -no quiero que te vuelvas a arriesgar así. No importa qué pase, siempre puedes llamarme -vi que se mostraba culpable por aquello -asegúralo. -pidió con firmeza, lo miré dudosa y él alzó una ceja, esperando por mi respuesta. Asentí sin más y lo vi suspirar.
Nos dirigimos en un silencio cómodo. Era como si cada uno tratara de interpretar la situación, pero no mucho, para no arruinar el momento, para tener al menos una hora sin pensar en las consecuencias o lo que implicaría todo aquello.
No quería preguntarle qué pensaba, ni él hacía el asomo de querer hacerlo tampoco.
Nos metimos dentro de unas calles que jamás he visto en mi vida.
Empecé por primera vez de manera seria a preguntarme hacia donde íbamos. Confiaba en él, no me llevaría a un lugar que fuera peligroso, pero me sentía ansiosa y la vez, esperando que este tiempo juntos no terminara.
Sentía un nudo al pensar que pasaría en menos de unas horas.
Una luz empezó a hacerse presente, como un camino hasta llegar al final y quedé perpleja.
Estabamos en lo alto, ¿Dónde? No tenía idea, pero eso pasaba a segundo plano cuando planté mi vista hacia el frente.
Salimos del auto y yo miraba atontada todo alrededor.
Habían muchas luces. La ciudad estaba repleta, en constante movimiento. Me quedé en silencio, admirando la sencillez de aquello. Una nostalgia se respiraba en ese momento. Nunca me habúa detenido ni por un momento a pensar en esos pequeños detalles, en lo que el mundo creaba. Era un lugar especial, no siempre tenías la oportunidad de ver las cosas desde ese punto. La luna brillaba como nunca la había visto, haciendo énfasis en el lago que se veía, al que tampoco había ido. Había visitado otros países, tantos hoteles, tantas cosas fuera, que nunca me pasó por la cabeza ver a mi alrededor por un minuto y apreciar lo que tenía aquí, cerca.
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El inesperado cliché
RomanceEn un instituto donde las cámaras son el motivo de alegría, las porristas son la sensación, y los futbolistas son los candidatos especiales y únicos en la lista, se crean las múltiples historias clichés que todo adolescente, en algún punto de su vid...