Capítulo 1 ( ¿Debería llevarte a tu casa? )

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Hoy no es el primer día de clases, pero si los principales

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Hoy no es el primer día de clases, pero si los principales. Para mi es indispensable estar presente para principios de año, y más si es el último. Hoy es el día en que tienen la oportunidad de presentarse como candidatas para porristas, no todas pueden entrar, eso está más que obvio.

—¡Eve! ¿Puedes venir por favor? Necesitamos empezar, estamos atrasadas.

La voz de Jeanine me sobresalta. Está un poco molesta, odia las tardanzas.

—Voy, voy...

Me dispongo a trotar donde se encuentran las 2 capitanas, 3 conmigo, y sí, mis mejores amigas por supuesto.

Una vez que me siento entre ellas puedo visualizar el espacio lleno de chicas con los uniformes de nuestra institución, y pensar que solo pocas serán aceptadas...

—Buenas tarde chicas —hablo lo más alto que puedo, intentando no sonar tan irritante.-empezaremos con las evaluaciones, pero antes de, necesitamos de su colaboración con el silencio para notificarles en que se basa nuestro equipo, algunas reglas importantes, y bueno, básicamente lo indispensable, ¿De acuerdo?

Todas asienten con la cabeza, así que empiezo a brindarles la información necesaria antes de empezar.

—El equipo de porristas consiste en el uso organizado de música, baile y gimnasia. Para lograr tener un mejor rendimiento como porristas será necesario desarrollar una excelente condición física, disciplina, elasticidad, potencia y fuerza para que todo el equipo se vea tan coordinado y preciso que parezca uno solo. Los practicantes de esta disciplina se caracterizan por ser desenvueltos, con liderazgo, que saben inyectar entre la gente que los rodea su espíritu de lucha y triunfo, además de mostrar jovialidad, carisma y facilidad para impulsar a sus compañeros a lograr sus metas. NO hay una regla que indique el número de porristas, dependerá del equipo y sus políticas.- digo cada palabra con seriedad. Cuando hablas proyectas muchas cosas de tu persona, así que intento ser lo más educada y centrada posible, obviamente les doy un resumen para no ser aburrida, empezando por que esa palabra no va conmigo.

Kathe habla una vez que se percata de que he terminado de hablar lo más importante y informa sobre el último detalle que me faltó.

—El implemento obligado es el Pom pon que va sostenido con sus manos. El cual le da vida a una parte muy esencial de la rutina.

—¿Alguna pregunta? —habla esta vez la pelirroja.

—Bien, sin más que decir... empecemos.

Pasan las horas y puedo admitir que no han sido tan malas las candidatas de este año, se nota que mayoría han estado en gimnasia y eso le suma bastantes puntos. Nos dirigimos hacia la cafetería de la universidad y pedimos lo de siempre.

Oigo los típicos comentarios de Jeanine y Kathe sobre las imperfecciones de cada chica, el cabello, su rostro, el cuerpo, pero es algo que me tiene sin cuidado, no buscamos perfección en apariencia, o al menos eso es lo que yo pienso.

—¿Hoy es la fiesta en la playa... iras? —pregunta Kathe sin fijar su vista en mí, sino en su dispositivo.

—Claro, ¿Desde cuando nos perdemos las fiestas? —respondo con una sonrisa en el rostro.

Tengo claro todas las características que hacen de esta institución totalmente cliché, una de ellas somos nosotras, en qué tipo de película de ese estilo no están las 3 divas? La rubia sobre todo, las que destellan rosado por todos lados, maquillajes en carteras caras, y sin obviar las parejas, siempre el novio de Fútbol, pero que puedo decir? Me gusta la vida que llevo.

Viendo a través de los grandes ventanales del establecimiento, me percato de los libros que van siendo escritos. Me explicaré mejor:

Cada vez que veo situaciones que pasan normalmente en los libros, siempre pienso en alguien escribiendo en alguna parte del universo una nueva historia. Es como si el mundo en donde estoy fuera el paralelo, personajes de alguna historia, algunas más famosas que otras, más trágicas o por esos estilos. No sé cómo explicarlo, me llena de un sentimiento inexplicable saber que alguien del otro lado esté empezando un libro, quizás sabiendo como terminaría todo, o tal vez, viendo a donde llegarían las cosas por si solas. Me he percatado de que yo siempre he sido el intermedio, sí, a la que todos odian, pero nunca me he quedado dando la cara en un mismo punto, es decir, no encuentro que yo sea algo constante en alguna historia, debería preocuparme? Digo... sentir que a veces solo soy un pequeño intermediario, algo pasajero que les da razones a los demás para seguir con sus tramas, al parecer mi vida está esperando ser escrito, o quizás, muy probable, mi escritor me dejó en ese estado inconcluso, donde solo escribió la trama hasta cierto punto y hasta se cansó de la historia, de lo que creó, mejor dicho, de mí.

Vuelvo a ver la escena frente a mí y una sonrisa se formula en mi rostro al pensarlo. El chico tropieza con la chica y le ayuda a recoger sus pertenencias, ustedes saben ya el resto, todo entre ellos ocurre en cámara lenta y puff, amor a primera vista.

Mis pensamientos son interrumpidos por la vibración que hace mi celular en la mesa. Me quedo mirando fijamente la pantalla para ver de quien se trata pero el número es desconocido.

—¿No vas a contestar? —pregunta Jeanine mientras sostiene un labial en una mano y un espejo en la otra.

—Nunca respondo a números desconocidos.-respondo con simpleza- gracias- le digo a la chica que trae mi café, ¿pero, como no? Obviamente debía de pasar algo de este tipo el día de hoy. Siento mi pecho arder y me levanto al instante en que siento el líquido hirviendo en mí. Suelto un grito por el dolor que me causa y puedo sentir todas las miradas centradas en mí.

—¡¿Qué rayos te pasa?! —habla por mi Kathe cuando se levanta a la par mía.

—Lo...lo siento, de veras, disculpa, no sé qué...

—Largo...—la interrumpo. El lugar queda en total silencio y puedo ver a la chica con los nervios a mil tomándose las manos con torpeza.

Respiro hondo antes de soltar algo más.

—Puedes irte...—digo tranquila.

—Ahora te traigo algo, no se... una toa...

—¡Agh! —salgo furiosa del lugar y llamo a quien me ayuda en situaciones así. No sin antes haber recogido mis cosas de ahí.

Al instante en que toco un pie fuera, la diferencia de temperatura me estalla hasta lo más profundo, mi piel se eriza al sentirlo.

3 tonos antes de que la llamada sea descolgada y pueda oír su voz.

—Hey, amor, justo iba de Sali...

—Ven a buscarme, ahora mismo.—suelto furiosa.

—¿Okey?¿ Hice algo malo? —responde dudoso.

—Te cuento cuando llegues, te doy 5 minutos...—cuelgo la llamada mientras respiro hondo para tranquilizarme.

Volteo hacia el lugar y puedo ver gracias al gran ventanal que Jeanine apunta hacia la chica quien mantiene la cabeza agachada, y por la situación en que se ve todo desde donde me encuentro, no es nada agradable.

—¿Enserio? Por qué siempre tengo que ser la mala? —miro al cielo para ver si mi procreadora me escucha.

Entro al lugar aun con la molestia del líquido en mi pecho.

—Estás despedida...—escucho lo último que le dice a la chica parada.

—Jeanine, es suficiente, vámonos...— su vista se dirige hacia mí y luego vuelve hacia ella.

—Hablaré con tu jefe más tarde. —se dispone a recoger sus pertenencias mientras Kathe la sigue, no sin antes dedicarle una mirada poco amable de su parte hacia la chica.

Una vez que salimos del lugar no dudé en decírselo.

—No hablaras con su jefe —le ordené

Su mirada queda clavada en mí como si hubiera dicho lo más incoherente en la vida. Se voltea hacia mí con los brazos a la altura de su pecho y me dice lo siguiente:

—¿Estás oyendo lo que dices? O sea, ¿En qué mundo estas Eve? Te acaba de...

—Fue un accidente —la interrumpo, esta vez mirándola seriamente.

—Esto no fue ningún accidente Eve, deja de ser tan blanda, esa chica lo hizo apropósito,¡¿Es que no lo ves?!

Miro hacia atrás y puedo ver a un chico acercársele mientras le tiende una toalla para secarse las lágrimas con suma delicadeza, mientras la mira con un brillo en los ojos y nervios.

¡Y click! Como si mi procreadora me enviara una señal, ahora que ella me acaba de decir eso, me percato de lo que en verdad pasó y de pronto, ya todo tiene sentido.

Una nueva historia.

—Ahora si lo veo...—digo sonriendo mientras miro detalladamente todo.

Ella sigue mi mirada y enarca una ceja en modo de molestia.

Al instante observo como el carro rojo de Alexis se sitúa al frente nuestro.

—¿Lo llamaste tan rápido?¿ Por qué no me sorprende? — comenta riendo Kathe.

Ruedo los ojos en respuesta. Todos saben que nosotros somos uno, Alexis y yo somos la parejita perfecta, o eso dicen.

Me subo al carro y desde que cierro la puerta Alex me acaricia la mejilla. Su tacto es adictivo para mí.

Para mí y más nadie porque él es todo mío, ¿Entendieron? Ok.

—¿Qué tienes Barbie? —dice mirándome fijamente a los ojos.

—Hola Alexis, mucho gusto, yo estoy bien, gracias por preguntar...—no dudo en soltar una leve sonrisa por su intromisión en este momento.

—Oh, no me había percatado de ti, ¿Que hay? –habla sarcástico.

—Púdrete —suelta esta vez la ojitos azules.

El dedo de Alexis hace unos leves movimientos de izquierda a derecha, negando.

—Esas no son formas de hablar de una jovencita tan... —sus palabras quedan en el aire pensando en que decir, pero como es de esperar, no se le ocurre algún adjetivo bonito que ponerle.

Cualquiera lo mal interpretaría, pensarían que se odian a muerte, pero no es así, no tengo problemas ni yo con sus novios, ni ellas con él.

Qué bueno.

Nos dirigimos hacia el apartamento de Alex a buscar algunas cosas que según él, eran necesarias llevar para la fiesta en la playa que se llevaría a cabo en unas horas, él, como siempre, sería el centro de atención, y cómo no? La novia del rey no puede faltar.

Una vez entramos a su departamento, me dirigí hacia la cocina. Yo siempre dejaba tarros de helados cada vez que venía aquí a dormir, y como quería quitarme un poco el mal humor no lo dudé ni un segundo.

Caminé hacia la sala de juegos donde estaban Jeanine y Kathe sentadas hablando de cosas sin sentido y de un salto me tumbé en el sofá de agua que había, haciendo que Jeanine volara hacia el suelo.

Las carcajadas no se hicieron esperar, ella era la más pesada de las 3 pero aun así, era bastante fácil hacerla caer, no importaba la situación...

—Mi pobre pompis, ¡Dios! ¿Sabes? Seguro me costará una fortuna ponerlo como estaba.

—¿Admites que te hiciste cirugía? –dije sarcástica

—No, imposible, según ella es puro gimnasio —me siguió el juego Kathe.

—¡Es gimnasio! ¿Saben? Estaba pensando en...

—Seguramente estabas pensando en mi, querida...—interrumpió Alex apareciendo en nuestro campo de visión con una nevera pequeña en las manos bajando de las escaleras.

—Dije pensando, no perdiendo el tiempo...—contestó cortante.

—¡Oh! Yo soy tú y no salgo de mi casa...—comento echándole leña al fuego.

—Ignoraré tu comentario no digno de una niña como tu

—¡Jah!

—Amor, no sé cómo aguantas comer tanto helado...— se aproxima hacia mí para quitarme alguna sobra del helado de fresa que comía y que al parecer mantenía cerca de mis labios.

Le sonrío para agradecerle y me plasma un beso en la frente.

¿No es dulce? El mejor novio, no pude pedir algo mejor.

—Okey, vámonos, no quiero aguantar sus muestras de amor, alquílense un cuarto.

—Creo que tendremos lugares de sobra allá en la fiesta, gracias por preocuparte —.me agarra de la mano para así levantarme del sofá mientras le guiñaba el ojo a Jeanine. Las caras de mis amigas fueron de total sorpresa, rostros que mantendré grabadas en mi cabeza.

El transcurso de todo fue tranquilo, en lo que cabe de la palabra, vamos, adolescentes, carro, música a todo volumen, eso es vida. Muchas veces ellas se ponían a bailar en el carro como si no hubiera un varón cerca, vergüenza ajena se llama lo que sentí. Hasta que llegamos...nos parqueamos en uno de los lugares en los que solo los del equipo de fútbol tenían acceso, como siempre.

—Hey, hermano, ¿Qué onda? —un chico con rulos rubios se nos acercó; era amigo de Alexis, parte del equipo. Se saludaron como todo hombre, macho, pecho, peludo, hasta que se fijó en nosotras.

Yo tenía puesto un crop top, con diseños de girasol y algo corto negro abajo, cosas simples, pero naturales, sí, me había cambiado en la casa de mi novio.

Jeanine mantenía un abrigo largo, le llegaba más debajo de la cadera, era una tela fina, mangas largas que opacaban una franela rosada que se ceñía al cuerpo, muy bonita la verdad, se están usando mucho. Ocupaba una falda negra bastante corta y se veía hermosa, como siempre.

Mientras Kathe a diferencia de nosotras fue con un vestido casual juvenil rosado fucsia que dejaba resaltar algunas partes de su abdomen en pequeños diseñitos de tela fina.

Hermosas, obviamente.

El chico nos miró a las 3 detenidamente, pero su vista luego de unos segundos pasó de todas hacia una sola persona, yo.

Todos se percataron de eso, no me incomodé, a cambio, estaba acostumbrada a las miradas puestas en mí, vamos, soy una capitana, ¿Debería o no? Seguridad ante todo.

Mis pensamientos fueron opacados al sentir unos brazos venir desde la parte de atrás rodeando mi cintura por completo, no tenía que voltear para ver quién era, era más que obvio.

—¿Se te perdió algo? —le preguntó mi Ken al rubio.

Su vista pasó de mí hacia él, para luego beberse de un solo trago el líquido en su vaso y limitarse a sonreír.

—Nada en absoluto —.su vista fue hacia cada uno de sus amigos, cosa que no entendía, todo estaba extraño.

—Mejor —respondió con toda naturalidad Alexis.

Jorge y Jonathan se llegaron a Kathe y a Jeanine ¿Dónde?, ni idea, mas no eran asuntos míos, GRACIAS A DIOS.

Como cosa rara, Alexis me deja después de 15 minutos en los que me permitía siempre estar a su lado. No es de permanecer mucho conmigo en fiestas, según él, se asfixia rápido; estoy acostumbrada, aunque no deja de dolerme un poco.

Me dispongo a sentarme cerca de la fogata que permanece al frente de la hermosa playa. Es una noche hermosa, sin duda alguna.

Todos empiezan a saludarme, personas que nunca he visto en mi vida me hablan como si me conocieran, pero es parte de ser "reconocida”. A estas alturas todos conocen de mí, pero... yo en cambio, no soy muy buena recordando nombres, tampoco ando divagando en la vida de los demás como hacen algunos con la mía, pero claro, soy muy buena manteniéndome a raya.

Ay, si supieran.

Pasa mucho tiempo luego de que me permito respirar un poco, solo sentarme fingiendo escuchar lo que hablan, riéndome de lo que al parecer son chistes, socializando, cosas que debería hacer, supongo. Todos empiezan a seguir la canción, un chico toca la guitarra mientras dos chicas se disponen a cantar. Voces preciosas por cierto.

Empiezo a sentirme un poco fuera de balance al consumir alcohol más del debido. En estos casos, Alexis debería de estar conmigo, o al menos es un pensamiento que divaga por mi mente y lo oculto en el fondo de mis pensamientos, aunque no del todo. Empiezo a buscarlo con la mirada, desesperada al no encontrarlo y al notar movimientos extraños, caigo en cuenta de que casi todo el mundo ha ido a un lugar en específico, ¿Qué estará pasando? No tengo ni idea, así que empiezo a pararme tambaleándome un poco. Ni siquiera puedo caminar bien, pero claro, nadie puede saberlo, ¿Nunca están cuando deberían no? Sacando a mis mejores amigas, siempre han estado, pero, ¿Por que no ahora?

¿Qué pasa allí?

Camino lentamente donde se encuentra toda la gente agrupada y intento concentrarme bien en lo que pasa a mí alrededor.

-¿Sí? ¿Por qué no vas y le dices lo que en verdad pasa? ¿Eh? Te da miedo? –oigo las preguntas que hace una chica, pero no logro saber ni quien es, ni para quien.

—¿Disculpa que está pasando? —me recargo un poco del hombro de un chico, al aue ni logro reconocer hasta que voltea su rostro hacia mí.

Es el rubio de ahorita.

—No, nada, nada —aún no estando en mis cincos sentidos, puedo notar el destello de sorpresa en sus ojos, pero luego eso se dispersa y siento otra clase de facciones que se van dibujando en su rostro.

—Eres un cobarde, ¡Eso es lo que eres! —no puedo oír más porque todo el mundo empieza en un constante movimiento, siento que me empujan, caigo y otra persona me levanta y me carga en brazos.

¿Empezó una pelea?

—¡¿Esto no acaba aquí, me escuchaste?! —oigo los gritos, y lloriqueos de una chica a mi alrededor pero poco a poco todo el ruido va cesando, estoy siendo llevada lejos, pero a dónde?

Cuando vamos subiendo la habitación y me aferro al pecho de la persona responsable de llevarme así, me percato de dos cosas.

La primera es que, es varón, la segunda que...

—Tú no eres Alexis...—no estoy tan mal, o eso creo. He tomado antes, no sé por qué me ha afectado tanto el poco alcohol que bebí.

Soy depositada en la cama cuidadosamente, como si sintiera que en cualquier momento me rompería.

—¿Estás bien? —pregunta. Esa persona, esa voz, es él de nuevo.

—Quiero ir con Alexis —le ordeno.

—Él está un poco ocupado ahora, me mandó a cuidarte, así que...

—Quiero a Alexis ahora mismo, ¿Qué no escuchaste? Sé hablar 4 idiomas ¿En cual quieres que te lo diga? —me expreso con molestia. Como es que mi novio manda a otro a ocuparse de mí, Una cosa es dar espacio, otra muy diferente dejarlo andar por su cuenta mientras yo me voy al diablo.

—Shh, tranquila, tranquila...—sus manos se encaminan a mi cuello, sobando la parte de atrás mientras me hala un poco más hacia adelante.

Hacia él.

—¡¿Pero qué carajos te pasa?! —intento levantarme rápidamente, pero al instante él hace lo mismo y me agarra con fuerza la cintura —suéltame, no me toques —digo cruda.

No oigo nada en respuesta, el lugar es oscuro, pero puedo jurar que está sonriendo. Intenta acercarme a él de nuevo y hasta ahora es que caigo en cuenta.

siento su mano entrar por debajo de mi blusa y mis alarmas empiezan a sonar en mi cabeza.

Mi mano pasa de intentar apartarlo a darle una fuerte bofetada en la mejilla derecha. No obstante me agarra de una mano y me intenta dejar inmóvil. He tratado tantas veces con estos tipos de situaciones que ni ebria me van a coger de pendeja.

Uso el plan B y le deposito un golpe bajo. Seguido, salgo lo más rápido que puedo cuando noto como se vuelca en el suelo por el dolor.

Imbécil.

Nadie nota que bajo corriendo lo más que puedo aun mareada, siguen hablando y tratando con el tema anterior, el cual no tengo ni idea de que fue, pero claro, me ocupo yo primero de lo mío.

El miedo empieza a sentarse en mí una vez que me pongo a pensar en lo que acaba de pasar. Me coloco al final de la gran casa, salgo disparada sin siquiera hablar con nadie y empiezo a respirar de forma agitada.

Me iban a violar.

Eve, te iban a violar, ¡Por Dios!

Digo que el alcohol me dio un poco de valentía al no ponerme histérica en ese preciso momento, pero también tengo que admitir que he pasado tantas cosas en mi vida, que esto no sería lo peor con lo que hubiera tenido que enfrentarme.

Y como siempre, nadie sabe lo que pasó.

Empiezo a llorar en silencio en el mismo lugar. Siento la sangre acumulándose cada vez más en mis ojos, el dolor no solo en mi cuerpo, si no más allá, más profundo, incluso peor.

Suelto un grito ahogado. Nadie debería de experimentar estos tipos de sentimientos, de sentirte tan inútil, tan nada por dentro, como si las personas solo pensaran todo el tiempo que sigues un tipo de prototipo no más, siempre es "la chica que no tiene sentimientos, la que le hace la vida imposible a otras". ¿Qué hay de mí? ¡¿Que hay?! Soy una persona, tengo mi vida, y es como si todos ignoraran que yo también merezco ser feliz.

Esta vez no lloro solo por lo que me acaba de pasar, esta vez lo hago por todo lo que ha acontecido en mi vida, el dolor, la desesperanza, frustración, decepción, todo se arremolina en mi interior y el odio va creciendo.

Enserio, ¡¿Qué es lo que quieres de mí?! —grito al cielo. Las estrellas van iluminando igual de hermosas como si no hubiera pasado nada.

Claro, el mundo sigue girando, no todo gira a mi alrededor, ¿Verdad?

Entonces si no gira a mi alrededor, ¿De quién gira? ¿Por qué estoy viviendo esto? ¿Quién es el bueno? ¿Y por qué pago yo?

—Dímelo, porque no lo entiendo —digo para mis adentros

—Cada día me percato más de lo dramáticas que son ustedes —una voz totalmente desconocida para mí se agrega además de mis sollozos.

Limpio rápidamente mis lágrimas, nadie debería de verme así, definitivamente no... ¿Qué dirían los demás?

—¿Y ú quién eres? —pregunto sin permitirme ver a detalle quién es el responsable de aquella voz un tanto ronca.

—Aunque te diga quién soy no valdría de nada, te olvidarías de mi a los pocos minutos, mejor obviemos esa parte —. escucho una leve risa de su parte.

—Bien, largo...—le respondo

—¿Deberías de estar con tus amigas o no?

—¿Qué? ¿Ahora vienes tú a decirme que hacer?, vaya...—digo con sarcasmo —no necesito que me vengas con los estúpidos argumentos que siempre sueltan, no estoy para eso.

—¿Cuáles  serían esos argumentos según tú? —responde tranquilo.

Respiro hondo antes de decir algo más e intento calmarme.

—Son mis mejores amigas, estoy harta de sus prototipos: "una te va a robar el novio" "la otra es una envidiosa" —cuando termino de hablar niego lentamente como si lo dijera más para mí que para él.

No necesito ver sus puntos de vista, con el mío estoy más que satisfecha.

Un largo silencio abre paso entre la fría noche, pero por muy extraño que suene, no se siente mal.

—No es lo que iba a decir —. es lo único que escucho de su parte.

Fruncí el ceño al no entender bien.

—¿He estado llamándote sabes?

Me sorprende la seguridad y más aún la tranquilidad que expresa él con sus palabras.

—Sí, todos me llaman, ¿Te impresiona que no conteste? —bufo en respuesta.

Suelta una risa más notoria.

Sus respuestas son tan contradictorias a las que me imagino, pero aun con todo, no me decido a verlo.

—Me impresiona que aún no hayas pedido un taxi para irte, ¿Qué esperas?

Pues estaba teniendo una crisis existencial amigo mío, pero viniste tú de la nada a interponerte y no me has permitido llorar bien desde entonces, normal, como siempre, ah, por cierto, te comenté que mi novio, si, ese, el más guapo de todos, el inalcanzable, me dejó tirada en una fiesta llena de drogas, alcohol y a que no adivinas? Casi me violan, ya sabes, cosas de la adolescencia.

Claro que no le respondí semejante disparate/verdad.

En realidad, no respondí.

Escuché como bufó al no obtener respuesta alguna de mi parte y para actuar tan diferente a como pensaba, pues, se sentó a mi lado.

Lo miré sorprendida al instante en que lo sentí ocupar el espacio de al lado, manteniendo una distancia moderada.

—Te contaré algo...

¿Qué? ¿Ahora me va a decir un secreto? ¿De dónde carajos salió este?

—En primer lugar, dije lo de tus amigas porque se la han pasado desesperadas buscándote, no tienes unas amigas falsas, las personas siempre comentaran lo primero que le vienen a la mente, no vives de lo que piensen los demás, ¿Está claro?

Quedé en total silencio al escucharlo, pero por muy loco que suene, su manera de hablar era tan tranquilizante por alguna extraña razón.

Nunca me disponía a mirar bien a las personas que no conocía, pero esta vez, sentí la necesidad de hacerlo. Algo en mi me decía que viera a la única persona que por lo menos el día de hoy ha demostrado algo diferente a lo que siempre veo, escucho o siento.

Y así lo hice.

Ahí estaba él, mirando el cielo como si nada hubiera pasado, como si no hubiera visto a una de las chicas más mencionadas del colegio llorar a mares. Por alguna razón lo agradecí internamente, el que no se riera de mi o cualquier otro tipo de escenario desagradable.

—Toma —me extendió algo que al principio no pude descifrar, pero era...

¿Una cámara?

—¿Y esto? —le pregunté confundida.

—Antes de que viera como te rompías delante de mi, te había tomado algunas fotos, no sabía que ibas a estar tan alterada y pues, creo que no es algo que debería ser publicado, no es lo mío exponer las cosas personales de los demás, tienes suerte...—dice esta vez fijando sus ojos en mi

—¿Suerte de qué?

—Estoy en el área de periodismo, ¿Sabes para cuántas personas esto sería la bomba?

Aprieto la mandíbula sin darme cuenta.

—Sí, lo sé...—lo imito y quedamos mirándonos, pero lejos de incomodarme, me transmitía confianza. – ¿Y por qué no lo harás? ¿Qué ganas tú?

—¿Yo? Creo que ganaría que una persona no se sienta tan miserable el día de hoy — me dedica una leve sonrisa que consigue hacer que imite su gesto.

Miré a los lados un tanto incómoda por como le había contestado antes

¿Qué estarás pensando? ¿Él sería un personaje en tu historia nulo?¿ O tiene que ver con algo importante? ¿Quién sabe? Eres muy loco/a.

Me río por mis pensamientos, cualquiera diría que estoy loca.

—¿Debería llevarte a tu casa? —sus palabras me sacan de mis pensamientos y enseguida vuelvo a la realidad. Me enfoco en su rostro, intentando grabármelo bien...

No quiero olvidar su rostro. Nombro cada una de sus características en mi cabeza y logro memorizarlas.

—¿Estás ahí? —me percato de que su sonrisa... es... lo más bonito que tiene.

Respiro hondo pensándolo bien, pero me doy cuenta de que no he dejado de mirarlo y no quiero hacerle sentir incómodo.

Asiento levemente con la cabeza.

No diré la típica frase, "algo peor puede pasar?" no vengas tú y me mandes al mismísimo infierno a mi recámara.

—No te escuché... —dice inclinándose hacia mí con su mano cerca de su oído.

Le doy una media sonrisa y le respondo:

—Sí, gracias.   
Y así fue como conocí a Ashton.

El inesperado clichéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora