🌺 ❝Hey sis!❞ 🌺

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Narrador omnipresente:

Como ya vimos anteriormente, Quinn no era una chica muy emocional, no sonreía, no lloraba, no se enojaba, no expresaba nada más que un vacío infinito lo que le hacía preguntarse a veces si aquél sentimiento suyo tenía algo que ver con el divorcio de sus padres.

–¿Qué te hace creer eso?– Preguntó su hermana mientras se peinaba pues era un día especial, Quinn pasaría a sexto de primaria, mientras que su hermanita pasaría a tercero.

–No lo sé, desde que ellos no están juntos siento que algo me falta– Decía mientras mantenía su mirada en el techo.

–Pff... No digas cosas incoherentes, tienes 11 años, ya casi 12, deberías tener más madurez para afrontarlo– Esto molestó a la mayor en cierta parte, a ella le desesperan ese tipo de comentarios en donde le dicen que debería ser más madura sólo por ser mayor.

–¿Acaso estás diciendo que estoy haciendo dramas?

–Sólo digo que no deberías preocuparte por ello y vivir el inicio de tu adolescencia, vas a comenzar a tener muchos cambios– Finalmente la menor había terminado de peinarse pero Quinn, al estar algo enojada, fue hasta ella y la despeinó. –¡Oye! ¿¡Qué rayos te pasa!?– Y así fue durante gran parte de su vida.

Quinn y su hermana se querían mucho pero a la vez deseaban ya no tenerse una a la otra.

Avery, ese es su nombre, ella era una chica muy competitiva, amaba muchas cosas pero su hermana mayor le desesperaba a todas horas, sus peleas parecían insoportables y si no fuera por su madre, quien siempre las detiene, posiblemente ambas ya se hubieran matado, fue así hasta que Quinn entró a la secundaria y su hermana cursaba el cuarto grado de primaria, como Avery pasaba mayor parte del tiempo con su padre, la mayor prontamente dejó de verla tan seguido.

Está bien, no le importaba, Quinn se divertía mucho con sus nuevos amigos aunque no podía negar que extrañaba un poco a su hermana menor, pues a pesar de las peleas ella le tenía un gran afecto, al tener amigos comenzó a valorar más sus relaciones familiares, por lo que buscaba la manera de dejar de competir con ella, quería arreglar una infancia rota por la sobre exigencia y la competencia en la que las ponía su madre.

[...]

Había un desastre en su habitación, claro, como su hermana no era la que tenía que limpiar dejaba su ropa tirada en todas partes, a Quinn le molestaba y mucho, era hartante tener que recoger y lavar todo lo que no era suyo, ver como sus cosas desaparecían porque su hermana las había tomado ❝prestadas❞ y como no la dejaba dormir por estar entrenando a mitad de la noche.

A la mayor aún le molestaban muchas cosas de su hermana porque creía que era una inmadura, creía que sólo venciéndola lograría ser mejor y a fuerzas quería convertir todo en una competencia aunque Quinn no quisiese, no comprendía muchas cosas de su hermana, siempre la veía tan enojada con ella, hasta que una noche que le dio ❝insomnio❞ (en realidad no quería apagar el celular) escuchó a Avery hablar con alguien, no estaba segura de quién así que sólo se quedó escuchando.

–¿Es que acaso tienes que estarme vigilando cada segundo?– Ella traía audífonos por lo que paró la música para poder escuchar. –No hablaré con mamá por ti, ya estoy harta– Quinn estaba algo asustada, parecía que su hermanita estaba hablando con su papá.

–Ajá... sí, te sientes mal, ¿y crees que yo no me sentí mal cuando ustedes se separaron?– La de cabellos negros se estaba también enfadando, su padre era todo un irresponsable, no se preocuparon por ellas en su divorcio. –Es que no entiendes... ¡Si ya no quiero verte es porque eres demasiado posesivo y torpe!– Estaba comenzando a llorar.

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