CAPÍTULO 5

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—La consideraste en la misma categoría de todas las mujeres que suelen trabajar en la organización y se entusiasman ante la idea de ayudarnos —comentó Pils con humor, mientras bebía de una botella de cerveza en casa de Chase—. No creo que puedas utilizar tu consabido encanto para evitar que la tal Alicia olvide su idea de hacerte participar en los eventos o actividades que se le dé la gana con tal de que la prensa empiece a ver tu lado menos temperamental.

Chase bufó, y después acabó el contenido de su whiskey. Estaban escuchando música, jugando pool, y en en ese preciso instante acababan de ver un partido de fútbol americano. Pils estaba esperando a que dieran las diez de la noche para ir al aeropuerto a recoger a Callie, su pareja, que llegaba desde Wyoming. No tenían una relación exclusiva, así que ambos veían a otras personas mientras estaban saliendo, pero eso no implicaba que Pils fuese un cretino y no se ofreciera a hacer ciertas cosas por ella, en especial cuando el sexo era tan bueno.

—Te aseguro que Buck no va a contradecirla —dijo con resignación.

Le debía una disculpa a la mujer, así que iba a dársela, porque Nana le había enseñado a reconocer sus estúpidas actitudes y rectificar. No era algo que hiciera siempre, sin embargo, él valoraba su tiempo, y el día anterior había dado por sentado que el suyo era más importante que el de otros. Debía cambiar de estrategia para distraer a Alicia y salirse con la suya: exponerse lo menos posible a la prensa y sus inquisiciones absurdas que no tenían nada que ver con el hockey.

Su disculpa no implicaría que fuese a dar el brazo a torcer si algo no le gustaba. Luego estaba esa indeseada lujuria al pensar en cómo sería tener los labios de Alicia dándole placer. Dios, necesitaba tener sexo. Era eso y nada más, lo que instaba a su lujuriosa imaginación a conjurar ideas con la persona menos idónea.

—Después de dejarla plantada, imagino que Buck le dará carta blanca, ahora más que nunca —dijo Pils, riéndose. Dejó la cerveza a un lado y calculó el tiempo que se haría desde el penthouse ubicado en Forest Glen hasta O'Hare. Veinte minutos —. Los dueños de nuestro equipo seguro tienen la intención de renovar contigo. Llevas una larga temporada como que te dejen ir, además tienes el récord de ser puntero en el tablero de goleadores de la liga por dos jodidos años consecutivos. Vamos, Chase, eres un jugador con gran valor para el equipo. Garrett solo está desesperado, porque para él la imagen pública siempre ha sido un referente importante. Debe ser que está en medio de algún negocio millonario y quiere la menor cantidad de cotilleos posibles —se encogió de hombros—. Escucha, ser un free-agent puede ser una ruleta rusa, pero puedes jugar bien tus cartas.

—Jamás he estado en la posición de que otros equipos pudiesen ofertar por tenerme en su lista. Ser un free-agent implicaría no solo negociar duro, sino que, si las ofertas no me convencen, me hallaré en un escenario complicado —dijo pasándose la mano por el rostro.

La posición de los jugadores, una vez que su contrato estaba por expirar, era de dos vías por lo general. O tenían la suerte de que su equipo quisiera renovar el contrato y renegociar o se convertían en free-agents, lo que implicaba que estaban a merced de las ofertas de otros equipos y que no necesariamente podían cubrir las expectativas que tenían en el ámbito económico y de crecimiento profesional.

Chase estaba en una posición estresante, a la cual se sumaba el haber tenido una temporada sin entrar en los Play-Offs, y ahora el hecho de que Alicia Krutcher poseyera un veto que el dueño de los Warriors estaba dispuesto a considerar como baza de medición para su renovación... La sola idea de que eso estuviese sucediéndole a un atleta ganador de medallas olímpicas con el equipo de hockey de Estados Unidos, ganador dos ocasiones de la Copa Stanley, y elegido dos años como MVP, le parecía humillante y estúpido. No se trataba de un asunto de ego, sino de respeto. Un respeto que debía contar por todo lo conseguido en el hielo. Malditos fueran los titulares amarillistas y las jodidas revistas del corazón que explotaban sin mirar cuánto daño hacían a los implicados en sus notas falsas con tal de elevar sus cuentas bancarias.

©Oscura redención (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora