El proceso de mudanza había terminado para alivio de Chase. La compañía de seguridad era la mejor en la ciudad, y a él no le importaba el precio, sino la eficiencia. Le causaba gran alivio saber que no tendría que lidiar más con administradores incompetentes que ignoraban lo que realmente implicaba tener un equipo de vigilancia con todas las capacidades al ciento por cien. A veces solo se necesitaba tener un poco de sentido común, ¡por favor!
Buck se ocupó de todos los detalles junto a los abogados. Lo único que Chase hizo fue firmar los cheques y contratos, además de deshacerse las cajas que contenían sus pertenencias. La distribución la haría poco a poco. De momento tenía una cama inmensa para disfrutar, el jacuzzi para aliviar la espalda y los músculos después de un día de harto trabajo, y la cocina con todos los implementos necesarios. La decoración pensaba dejársela a Molly, una eficiente decoradora de interiores que solía cobrar miles de dólares, pero ya conocía sus gustos y trabajaba acorde a ello.
Gracias a todo el ajetreo, Chase llenó su cabeza con estrategias de juego bajo las órdenes del entrenador del equipo. La prensa desconocía que no vivía ya en el mismo sitio, así que él pudo pasar desapercibido, pero sabía que —después de la fotografía del hotel— ese anonimato no tardaría mucho en desaparecer. Imaginaba que Alicia estaba furiosa por esa noticia, pero le llamaba la atención que tan solo le hubiese pedido que mantuviera un perfil bajo hasta que pudieran hablar en persona sobre el incidente. La sesión fotográfica se había tenido que postergar, la retomarían al día siguiente. Ignoraba qué se traía Alicia entre manos, pero no quería arruinar la buena disposición que reinaba entre ambos, menos si pretendía seducirla.
Quizá la calma en la voz de Alicia, cuando hablaron por teléfono, tenía que ver con que su rostro no se hubiera reconocido como su acompañante. Era un golpe de suerte para ella, aunque no podía decir lo mismo de que los titulares fuesen —otra vez— sobre su maldita existencia fuera de las pistas. Al menos la gestión, después del incidente en el bar, había dado resultados. Chase no escuchó ni una palabra de parte del equipo de comunicación.
No podía controlar lo que se decía en los medios, pero sí era importante tener una persona que se encargara de aclarar la verdad o mejorar los ángulos. Era consciente de que el equipo de comunicación de los Warriors hacía todo lo que podía, pero no era una gestión individualizada o enfocada al ciento por cien en un solo jugador. La presencia de Alicia iba a ser de gran ayuda para los próximos meses. No iba a reconocerlo ante otras personas, pero tal vez se lo dijese a ella en algún momento. Era orgulloso, no estúpido, y sabía reconocer la valía de otros.
Pensar en Alicia empezaba a convertirse en una constante. No solía permitirse distracciones, pero ella conseguía colarse en su imaginación. La sola idea de ir descubriendo poco a poco lo que escondían las prendas de ropa femenina, lo excitaba. Le parecía un reto personal ser capaz de brindarle placer a una mujer que sabía conducirse a sí misma con aplomo y seguridad. ¿Qué le gustaba? ¿Cuáles eran sus puntos erógenos? Chase sabía que existía fuego cociéndose lentamente en cada poro de esa curvilínea mujer, y también que su pasión en las sábanas sería recíproca con la de él. No lo dudaba. Y no había mejor demostración que el beso en el hotel. Si un beso lo tenía en ascuas, no quería ni pensar en lo que sería cuando la tuviese a su entera vista. Desnuda y cálida en sus brazos.
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©Oscura redención (COMPLETA)
RomanceUna vida en las calles, la lucha constante por sobrevivir y una determinación de acero han convertido a Chase Beckett en una figura mediática de la que todos quieren un titular. Los fans de su equipo de hockey sobre hielo lo buscan por sus feroces j...