Los integrantes del equipo del estudio fotográfico le pidieron a Chase que se alistara para empezar lo antes posible la sesión. El número de personas ese día era reducido, porque las tomas consistían en desnudos artísticos con los implementos de hockey, así como poses con escenarios que serían montados digitalmente.Una vez que Chase dejó la ropa a un lado, lo rodearon encargados del maquillaje y luces. Lo primero que hicieron fue untar un aceite especial en la piel masculina, después le aplicaron base de maquillaje para el rostro y productos para el cabello, para así conseguir efectos consistentes bajo los lentes de las cámaras. De fondo había música de Drake alternada con Arctic Monkeys.
Detrás de escena, Alicia revisaba sus correos electrónicos. La noche anterior había llegado a casa a las dos de la madrugada. El cliente de Kathrina, Amaro Hasth, era el dueño de una compañía siderúrgica con nexos sólidos en China, y cuando encontró a su esposa haciéndole sexo oral a un desconocido en la sala de su casa, perdió la cabeza; agarró el revolver que tenía en la caja de seguridad y les disparó.
Se trataba de un doble homicidio, y por más que Kathrina y el equipo de Push Fire trataron de minimizar los daños fue imposible, porque Amaro los llamó cuando el crimen había ocurrido hacía ya varias horas y la noticia estaba esparcida sin control en los alrededores. Las pruebas eran sólidas, en contra del cliente de Kathrina, y lo máximo que lograron hacer esa noche fue blindar la mansión de Hasth con seguridad, establecer un vocero para la familia —o lo que quedaba de ella, en este caso Amaro y su hijo de nueve años— y trabajar con los abogados para que la menor cantidad de detalles fuesen emitidos públicamente a partir de la detención y el proceso que seguiría a continuación. Iba a ser un desastre, pero Kathrina estaba ya a cargo. Hasth era un cliente que pagaba un millón de dólares anuales a la agencia por servicios de asesoría, así que los esfuerzos de todos los socios de Push Fire estaban enfocados en él.
—Es súper sexy, ¿verdad, Alicia? —le preguntó alguien—. No sé cómo puedes trabajar con él y no perder la capacidad de raciocinio —agregó, riéndose.
Alicia se giró con el ceño fruncido. Una mujer rubia y de labios gruesos la observaba con expresión conspiradora. Recordaba que la muchacha se llamaba Megyn y se encargaba de la organización de eventos internos para la fundación que recibiría los fondos que se recaudaran con la venta de los calendarios. Los ejecutivos de las compañías que trabajaban con los Chicago Warriors no poseían datos personales de los jugadores, sino tan solo de sus representantes. En este caso, contaban con el número personal de Buck, Trentos Moriner y Alicia.
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©Oscura redención (COMPLETA)
RomanceUna vida en las calles, la lucha constante por sobrevivir y una determinación de acero han convertido a Chase Beckett en una figura mediática de la que todos quieren un titular. Los fans de su equipo de hockey sobre hielo lo buscan por sus feroces j...