CAPÍTULO 14

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Alicia lo besó con todo su ser, porque ese beso era diferente a todos los anteriores con él, y otros hombres en su pasado. El intercambio sensual de sus bocas recaía en una dimensión que no alcanzaba a describir al completo. La pasión y el ardor no eran nimios comparados a la sensación de que eran dos almas fundiéndose la una con la otra, reconociéndose, y creando la poderosa certeza de que en ese instante estaban cambiando sus vidas. Chase sabía que ninguna otra mujer poseía el poder de ponerlo a sus pies como lo hacía ella.

—Dax está en su habitación —susurró, tratando de insuflar oxígeno en sus pulmones, mientras su respiración subía y bajaba agitadamente.

—¿Tiene el sueño ligero? —preguntó Chase en tono casual.

—No, pero si escucha cómo... —se aclaró la garganta—, pues, cómo interactuamos en la cama de seguro va a querer saber qué ocurre.

Él le hizo un guiño y la agarró de la mano.

—Entonces, te tocará ser silenciosa. —Ella lo miró con los ojos entrecerrados, acusándolo sin decírselo, porque ambos eran igual de ruidosos durante el sexo—. Intentaré ayudarte —concedió con una risa baja, mientras era guiado silenciosamente a lo largo del pasillo hacia la master suite, alejada de la habitación de Dax.

Apenas estuvo echado el pestillo, Chase le tomó el rostro entre las manos y empezó a besarla. Poco a poco esos dedos empezaron a quitarle la ropa. La blusa de seda y el sujetador strapless salieron primero. Él la miró, extasiado. Con lentitud le acarició los senos, palpando su suavidad y tersura. Ella soltó un suspiro y sus ojos verdes cobraron un tono más intenso, pero Chase estaba demasiado concentrado deleitándose en sus pechos para reparar en ese detalle.

—Eres deliciosa —murmuró.

—Tú tienes lo tuyo también... —replicó ella con descaro, casi sin aliento.

Bajó la cabeza, con una sonrisa pícara, y se llevó un pezón a la boca; con la lengua o rodeó para después succionarlo, primero suave y después con fuerza. Ella le sujetó la cabeza contra sus pechos, pidiéndole en silencio que no se detuviese. Él no podría hacerlo, imposible; aplicó el mismo esmero placentero en el otro pecho. La escuchó gemir, así que le cubrió la boca con la suya para silenciarla. Después le agarró el borde de la falda y subió la prenda hasta que quedó en la cintura. Con un movimiento rasgó las bragas. Otro par echado a perder, aunque en ese instante a Alicia era lo que menos le preocupaba.

A duras pena, ella consiguió quitarle la camisa, entre besos y susurros. Chase le ayudó hasta que estuvo desnudo. El hombre tenía un físico que recreaba la fantasía de cualquier mujer; él lo sabía, y aprovechaba sus habilidades en la cama para hacer que Alicia quisiera que cada minuto que pasara con él fuese infinito.

Chase la tomó de las nalgas y la apoyó contra la pared cercana al baño, y de inmediato sintió las piernas femeninas rodeándole la cintura. Ella se sujetaba de los hombros, mientras sus bocas colisionaban.

—No puedo contenerme más, cariño —dijo Chase antes de penetrarla con una potente embestida.

—Ah... —jadeó al sentirlo por entero en lo más profundo—, oh, Chase...

Él no creía poder perder la cabeza, pero Alicia parecía romper la excepción de todas sus reglas. Mientras su pene se deslizaba en el resbaladizo interior, él podía sentir la caliente tensión de los músculos rodeándolo. Sentía que con ella marcaba un antes y un después. Quizá no tenía el ejemplo de lo que era amar a una mujer que no fuese de su famlia, como Nana o Alana, pero sí tenía plena conciencia de que si estar enamorado y amar implicaba no saciarse de Alicia, pensar en su bienestar ante todo, y preocuparse por sus emociones, entonces le era suficiente como referente; como un inicio en un camino que jamás pensó recorrer.

©Oscura redención (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora