CAPÍTULO 11

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En el momento que Chase llegó al apartamento y la puerta se abrió, él creyó estar viendo a Jéssica Rabbit con el cabello rubio. Las curvas de Alicia se destacaban en un sensual vestido strapless de tono violeta oscuro, y llevaba unos zapatos de tacón alto que estilizaban su figura. No era un hombre de fetiches, pero los pies de Alicia era delicados y cuidados con esmero. Le gustaban mucho.

—Estás muy guapa —le dijo, a pesar de que ese adjetivo no le hacía justicia.

«Quizá se propuso torturarme toda la noche», pensó. No se creía capaz de quitarle la mirada de encima. Cada parte de ese cuerpo se marcaba con la tela suave, invitando a despojarla de cualquier prenda que se interpusiera al espectáculo de admirarla desnuda. A duras penas se contuvo.

—Tú no estás nada mal —le colocó la mano en la solapa del esmoquin, mirándolo con una media sonrisa y esos preciosos ojos enmarcados con delineador negro y tupidas pestañas. No era la primera ocasión en que lo veía vestido de etiqueta, pero sí la primera en que iría de su brazo como su novia, falsa o no, a un evento social tan chic—. Por cierto, mi hermano se quedó ayer muy feliz, gracias por haberte portado tan generoso con él —dijo con dulzura—. Todavía contamos con un poco de tiempo antes de salir. ¿Quieres tomar algo? Tengo café, té...

—No, gracias —replicó con frialdad—. Estoy listo para irnos lo antes posible.

Ella frunció el ceño, y se detuvo por un breve instante a mirarlo tratando de encontrar algún indicio del motivo esa súbita actitud. La expresión de Chase no revelaba nada. Alicia se encogió de hombros, y tomó el crutch que había dejado en la consola cercana a la puerta. Lo último que deseaba era discutir. Tal vez, si algo le había molestado a Chase, ya se lo diría más adelante.

—De acuerdo, vámonos —dijo y aseguró la puerta de su apartamento.

Esa noche Dax iba a quedarse a dormir en casa de la señora Andrews. No le gustaba que él estuviera fuera de su vista o control, pero alguien tenía que llevar el pan a la mesa y pagar los estudios. Esa era una de las desventajas de su profesión: eventos nocturnos, viajes inesperados, reuniones sin horarios fijos... Menos mal tenía la certeza de que ese fin de semana tendría un respiro, y la pasaría con su hermano. No se podía compensar el tiempo que permanecían alejados, pero sí que podía propiciar actividades para crear momentos bonitos que pudiesen guardarse en la memoria. En su plan incluía una visita al zoológico, para después ir al cine a ver una película con Dax. La que él quisiera.

Chase y Alicia eran los únicos en el elevador.

—En este evento estará la prensa, auspiciantes, gente con influencia política y también personalidades del arte. Se llevará a cabo la subasta de tres relojes únicos y el dinero se destinará a la construcción de un parque para personas con dificultades motrices. Quisiera sugerirte que no participes indistintamente de qué instante de la fiesta se elija para llevar a cabo la puja.

—¿Por qué? —preguntó sin mirarla, mientras el elevador descendía al lobby.

—Eres por esencia competitivo y si alguien quiere arrebatarte lo que crees que te debería pertenecer por derecho, o lo que fuese, no me gustaría que sacaras a relucir tu tendencia posesiva. Lo que menos necesitamos son murmuraciones y tergiversaciones a la mañana siguiente de la fiesta Rolex, Chase.

Él la miró con la ceja enarcada.

—Intentaré no parecer una bestia con mi comportamiento, no te preocupes —dijo con sarcasmo.

—Eso no es lo que traté de decir —replicó—. Si tienes algún problema puedes decírmelo. No necesitas comportarte como un idiota.

—Okay.

©Oscura redención (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora