4. Satisfacción Rebelde

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Después de haber visto el tierno recuerdo de Neville, George acercó la botella de Firewhiskey y pidió un brindis por "los primeros orgasmos"; por los suyos propios y los que ellas habían logrado con ellos. La fiesta se estaba poniendo muy animada. Los tragos hacían muy bien su función. El interés en lo que faltaba estaba a la alza.

Bill tomó el saquito que guardaba los contenedores y empezó a sacudirlo mientras caminaba hacia Harry.

–¡Muero por ver el de Ron! Sácalo Harry, por favor jajaja – rogó George con una gran sonrisa.

Los dedos de Harry se enredaban dentro del saco sin poder escoger uno. Él también quería ver el de Ron. Finalmente escogió uno y lo mostró. Ron sonreía nervioso acercándose el vaso a la boca.

Todas las miradas habían ido hacia el menor de los varones Weasley mientras se acercaban de nuevo al pensadero. Harry lo destapó sonriente y lo vació.

La temperatura bajó un par de grados en el traslado, estaban en un lugar muy grande y algo frío. También estaba obscuro, parecía ser de noche. A Harry le pareció conocido pero no estuvo seguro de si estaría pensando lo correcto.

–Aquí, entra.

–¿Aquiii? Pero…

George empezó a reír, seguramente había reconocido esa voz al igual que todos. Voz grave e imperativa. No podía ser otro más que Percy.

Al entrar tomó a la mujer del cuello y la atrapó en un ardiente beso mientras avanzaban en la obscuridad de lo que empezaba a notarse como una majestuosa oficina.

La lengua del chico era insistente, cada vez que la mujer hacía un esfuerzo para hablar, el hombre atacaba impidiéndolo.

–¿Sabes? – Dijo él jadeante – Realmente necesito esos papeles. – para luego empezar a quitar el saco de la mujer y desabotonar su blusa.

–Nn-no puedo… necesitas la autorización del Min…

Percy la interrumpió con otro beso para después aventar la blusa al piso. La mujer se veía bastante entusiasmada a pesar de que parecía estar siendo claramente chantajeada por Percy.

–No puedo creer que no puedas hacerme ese pequeño favor… - murmuró suavemente Percy mientras quitaba muy despacio el sostén de la mujer revelando sus pechos desnudos.

Se recargaron en el amplio escritorio y Percy paseó los dedos sobre los pechos hasta dejar sus pulgares frotando sobre los pezones.

–Es que… no estoy muy segura… - jadeó la mujer mientras tiraba del saco del traje de Percy.

Él lo quitó, y luego, tomando ansiosamente sus pechos con las manos comenzó a besarlos al tiempo que la mujer se complacía.

–Oh sí…

Después de darse gusto y disfrutar esa área comenzó a subirle la falda y puso la mano descaradamente entre sus piernas. La mujer dio un ahogo pero se sonrió acalorada y unos minutos después empezó a gemir sin ningún recato.

–Ooh… me fascinas… lo haces divino.

–Gracias… - jadeó Percy orgulloso.

Entonces la soltó y le indicó que se diera la vuelta. Ella lo hizo de inmediato mientras se subía la falda muy diligentemente y se recostaba sobre el escritorio.

"Mujer ansiosa" pensó Bill, sorprendido de que Percy pudiera despertar semejante pasión. Jamás lo hubiera imaginado.

Percy abrió tranquilamente su pantalón, lo bajó junto con su trusa e hizo un extraño amarrado que anudaba la parte baja de su camisa. Luego se dio tiempo para acariciar su dura erección.

–Vamos hazlo, me matas…

–Ya voy…

Pero el hombre no llevaba tanta prisa, se lo daría a su debido tiempo. Le bajó la pantaleta y mientras se acariciaba lo hizo también con ella recreándose en mirarle el trasero amablemente ofrecido. Luego de que le dio la gana, se tomó el pene, se apoyó en el escritorio y se dejó ir hasta el fondo.

Si la mujer hubiera podido clavar las uñas en la lisa superficie del escritorio lo habría hecho sin duda, de lo que tampoco había duda era de que lo estaba gozando con todo sabor. Percy le estaba dando bastante aritmado y empezaba a sudar copiosamente. Harry pensó que era verdaderamente hábil o bastante ciego pues ni siquiera los lentes se había quitado.

Seguramente aquellas horas eran fuera de oficina pues los gemidos de la mujer no podrían haber pasado desapercibidos. Ella se corrió poco después y entonces Percy arreció la carrera haciendo que la mujer se corriera de nuevo.

Una larga secuencia de jadeos muy intensos invadió a Percy y se vino dando las últimas estocadas vigorosamente. Después empezaron a vestirse.

–¿Entonces? – dijo Percy volviendo en materia.

–Ah, eso. Sip, creo que si te los daré. Pero tendremos que vernos aquí mañana y el viernes… - dijo levantando la ceja sugestivamente. –Tal vez no necesitemos la aprobación del Ministro.

–Mañana no puedo. – dijo Percy abotonando su saco.

–¿Ah no? ¡Pues entonces no te los daré! – dijo la mujer dominantemente.

–Jaja no importa. La verdad es que ya los tengo. Jajajaja – Dijo Percy y salió de la oficina riendo mientras la mujer pateaba el piso con furia.

Inmediatamente después salieron expulsados del pensadero y George empezó a aplaudir. Los demás lo siguieron sonriendo. Percy se veía complacido.

–Quien te viera eh, Percy. – le dijo el gemelo con cierto orgullo.

Gracias, gracias. Mi regalo con esto Harry, es: "OjO". Las mujeres son unas águilas para conseguir las cosas que quieren de uno, seguro que Ginny no es la excepción. Mantente siempre un paso antes.

–¿O sea que ni ocupabas la autorización del Ministro? ¿Nomás quería que te la tiraras?– preguntó Ron inocentemente.

–Exacto, no sé cómo no pensó que yo investigaría. – respondió Percy.

–¿Y fue en la oficina del Ministro? – preguntó Neville sorprendido.

–Sip. – respondió Percy con una sonrisa de suficiencia.

–Y con su asistente… - murmuró Harry habiendo reconocido a la mujer desde el primer momento.

–Así es.

–¿Y desde cuándo tan rebelde, hermano? Eso si que es arriesgado. – rió Bill. –Total, si le gusta coger contigo que te invite unos tragos, ¿no?.

–Eso es lo que yo digo, esos trabajitos no se deben hacer gratis.- finalizó Percy riendo también.

Noche de Confesiones Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora