8. Tarde Apacible

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Harry llevaba ya el recuerdo de Bill en la mano y se encaminó al pensadero. Era el único recuerdo del que conocían al propietario, era el último. Mientras Harry lo vaciaba lentamente lamentó que fuera el último, había disfrutado mucho sus regalos.

Cuando el recuerdo los llevó a un lugar lleno de brisa y con el fuerte sonido del las olas de mar reventando en la playa nadie se extrañó. Todos habían aparecido frente a una ventana mirando el reventar de las olas, el Bill del recuerdo estaba revuelto junto con ellos mirando una hermosa tarde de playa, una tarde muy apacible.

Dentro de la casa no había más que silencio. Cuando el Bill del recuerdo se movió de aquél lugar todos ellos se movieron con él. Avanzó hacia la recámara donde Fleur salía húmeda aún de un baño y se quitaba delicadamente el albornoz, dejando su cuerpo desnudo.

Era perfecta, parecida a un hada. Así desnuda, con el color tan blanco de su piel y de su cabello, tenía una luminosidad casi cegadora. Parecía no tener ni un solo vello en todo el cuerpo, prácticamente no tenía vello púbico, y era menos visible aún con el albino color. Su cabello caía húmedo por su espalda. Era delgada con formas sutiles.

Bill la miraba embobado y perdidamente enamorado desde el marco de la puerta. Ella esbozó una ligera sonrisa, una sonrisa dulce y maléfica que envolvió a más de un visitante. Después se dejó caer en el centro de la cama.

Su esposo avanzó hacia ella como atraído por un poderoso imán y deslizó superficialmente las yemas de sus dedos sobre aquella piel. No la tocaba, eran solo sus yemas resbalando por aquél cuerpo de marfil. Yemas que después fueron sustituidas por sus labios poniendo minúsculos besos sobre todas partes. Finalmente dejó sus labios sobre ese vientre perfecto. Ella estiró los brazos como si tratara de dibujar alas alrededor de ella con los brazos. El sonido de mar creaba un ambiente casi hipnótico.

El pelirrojo empezó a besar gradualmente más abajo hasta llegar a su húmeda cavidad. La chica flexionó sus piernas poniendo las plantas de sus pies sobre los hombros de su marido.

Bill estaba ahí, sumergido y movía su cabeza apenas perceptiblemente mientras ella seguía moviendo juguetonamente los brazos sobre el colchón. Eran instantes largos, en ocasiones las expresiones de ella reflejaban su placer, a veces se arqueaba entregándose. Sus gemidos eran ocasionales y muy discretos.

Permanecieron así por un largo rato, él concentrado en su labor y ella simplemente dedicada a disfrutar. Cuando sus gemidos empezaron a ser más audibles y agitados le sobrevino un sensual orgasmo, pero Bill siguió ahí sumergido un poco más. Después se tendió a su lado en la cama regalándose un amoroso beso.

Ambos quedaron echados sobre la cama boca arriba y se abrazaron dulcemente con el sonido del mar de fondo. Luego fueron saliendo del recuerdo con una curiosa sensación de serenidad.

Cuando estuvieron de nuevo alrededor del pensadero nadie hallaba qué decir. Hasta después de un momento George rompió el silencio.

–Caray Bill, después de que tu palabra fuera "explorar" me hubiera imaginado un recuerdo muy diferente…

–Hay momento para todo, cuando te cases lo sabrás. – dijo Bill tranquilamente.

–A mi me pareció genial. - dijo Neville románticamente.

–Lo fue, esos momentos… esas tardes son increíbles… - dijo Remus como si recordara claramente una… o varias.

Harry sacó el recuerdo del pensadero y entonces Remus volvió a vaciar todos los contenedores en el saco, Harry echó el último y tomó la jareta de la bolsa para cerrarla pero Remus lo detuvo y de su bolsillo sacó un contenedor más. Éste era completamente diferente. Éste contendedor era de oro y tenía diferentes grabados con hilos de brillante plata, se miraba algo viejo.

–¿Sabes qué es esto? – le preguntó Remus.

–¿Otro recuerdo?

–Éste es el recuerdo que entregó tu padre en su despedida de soltero. Es la noche que él y tu madre te engendraron. En este contenedor, esta el inicio de tu vida. Curiosamente entre las cosas que se rescataron estaba esto y yo lo guarde. Tengo los demás pero esos no te los mostraré jajaja… Este sí. Es el regalo de tu padre para ti.

Harry lo tomó dudosamente. –Esto es muy extraño, no sé que decir.

–Sólo guárdalo, si no deseas verlo no lo hagas.

–Gracias Remus, este regalo… y todos, han sido mucho, muy especiales. Gracias, gracias a todos por compartir todo esto conmigo.

Los chicos llenaron sus copas de nuevo con licor y brindaron por la felicidad de la pareja que estaba a nada de unirse en matrimonio.

Después de que Harry bebiera su copa hasta el final al igual que los demás, se preguntó si la despedida de Ginny ya habría terminado… y en qué consistirían las de chicas. Seguramente las de ellas no serían así, ellas no se reunirían para hablar de cosas íntimas…

Noche de Confesiones Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora