Capítulo 41 (último capítulo)

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POV Nathaniel

Abrí mis ojos y me encontré con la imagen de Castiel durmiendo a mi lado. Por un momento me sentí desorientado, me senté en la cama con un leve dolor en el cuerpo, intenté recordar lo que había pasado la noche anterior con mi mano en el rostro y frunciendo el ceño, como si eso me ayudara a recordar mejor. Una lluvia de imágenes invadió mi mente, fue entonces cuando pude rememorar lo que había pasado, instantáneamente sentí como me llenaba de vergüenza a cada minuto que corría. 

Cerré mis ojos para fingir dormir por si Castiel se despertaba, poco a poco el sueño me invadía de nuevo y perdía la noción de lo que ocurría. El ruido de la cocina terminó por despertarme definitivamente, al volver a abrir mis ojos, él ya no estaba y quien ocupaba su lugar era su perro Demonio. Por un momento me sobresalté, al realizar un movimiento hacia atrás, caí sentado al piso.

-¡Ay! - no pude evitar lanzar un grito tanto de dolor como de sorpresa. Unos pasos acelerados se acercaron hacia mí, ya sabía de quién eran.

-¿Estás bien? ¿Sucedió algo? - me miró con preocupación, acercándose a mí. Sin pensarlo me tendió su mano, yo la agarré firmemente para ayudar a ponerme de pie. 

-Si, es solo que tu perro me asustó. - miré en dirección a la cama en la que el canino se encontraba completamente relajado y tranquilamente durmiendo en su lado de la cama. 

-Jajajaja, ¿de verdad te asustas por solo un perro? - reía burlándose de mí.

-¡No es eso! Solo me asusté porque estaba en frente de mí y no lo esperaba. - expliqué algo irritado.

-Está bien, está bien, te creo. - sonreía de forma burlona. Después de mirarme un momento fijamente cambió su expresión a una mucho más seria. - ¿Te...encuentras bien? - una pequeña pausa se hizo, ambos nos sentíamos de alguna forma avergonzados por recordar la noche anterior, a pesar de eso sabía que no lo olvidaría jamás.

-S-si... - intenté cambiar de tema. - ¿Puedo usar la ducha? 

-Claro. - no dije nada más y fui al baño. Debajo del agua tibia pude tranquilizarme un poco más y aclarar mis ideas ya que de alguna manera me sentía todavía confundido y avergonzado por la situación. 

Una vez bañado, salí del baño para sentir el delicioso aroma que provenía de la cocina. Me vestí y una vez que terminé pude ver dos platos con huevos y tocino al lado de pan integral tostado, además de dos vasos con jugo de naranja. 

-Wow, ¿tú cocinaste? ¡increíble! - me acerqué para apreciar mejor el desayuno.

-No suelo cocinar mucho, soy más de comida preparada, pero como te conozco y sé que no te gustan esas cosas decidí cocinar algo simple. No te acostumbres, la próxima vez tendrás que cocinar tú. - sonreía, su buen humor estaba a la vista y eso hacía que yo también lo hiciera. 

-Está bien, cuando vayas a mi casa seré yo quien te cocine. - sonreí tomando uno de los panes. 

 Ambos desayunamos en tranquilidad, invadidos por una extraña calma que llenaba el lugar. Al finalizar, yo lavé los platos insistiendo en hacerlo, Castiel parecía no querer dejarme hacer nada, como preocupado por mí.

-No estoy enfermo ¿sabes? Por lo menos puedo hacer esto. - no dijo nada pero en su rostro seguía la preocupación presente. Suspiré un poco. - Estoy bien ¿si? No estoy adolorido ni inválido - mis manos tomaron su rostro. 

-¿No estás diciendo esto solo para no hacerme sentir culpable? - me miró fijamente con una mirada seria. 

-¡No! - acerqué mi rostro al suyo rozando nuestros labios. - Me siento bien. - sonreí.

-Entonces... - hizo una pausa para terminar susurrando en mi oído. - ¿Podemos hacerlo otra vez? - al escuchar eso me di cuenta, no estaba preocupado por mí, si no de no poder hacerlo otra vez conmigo. Me sentí un poco irritado pero no pude evitar sentir que también quería estar de esa forma otra vez con él. Aunque estaba algo molesto besé otra vez sus labios, éste respondió besando mi cuello y rozándolo con sus dientes. 

Nos dejamos llevar y fuimos mucho más lento esta vez. La segunda vez no sentí tantos nervios y pude hacer las cosas que quería sin mayor temor, recordando mejor lo que pasaba en el momento. Los labios que se rozaban y entrelazaban a través de nuestras lenguas, el toque de nuestros cuerpos y su temperatura, su aroma y el roce de su pelo que hacía cosquillas, sus palabras que me hacían sentir tan bien, no podía evitar sentir que quería estar con él para siempre. En ese momento no pude ver la realidad y solo disfrutaba de esa hermosa ilusión que no duraría. 

Luego de eso, a pesar de que era tarde, ambos nos quedamos abrazados en la cama sin movernos, ese sentimiento de complicidad y cercanía que nos unía, lo sentí inquebrantable en ese momento. 

No importan los años que pasen, no puedo evitar recordar esos momentos que pasé con él, a pesar de que ahora quisiera olvidarlo. Desperté, lleno de sudor frío con esa imagen en mi mente, ¿cuantas veces tendré que rememorar esos recuerdos estúpidos y dolorosos? Me levanté de la cama, sabía claramente que él vendría a la ciudad otra vez para uno de sus conciertos que eran una molestia. Por alguna razón no podía evitar ir a verlo cada vez a pesar de que él nunca notaba mi presencia, escuchar sus canciones era irritante, pero verlo en persona se sentía tan extraño, esa distancia entre nosotros que se hacía mucho más evidente y sus ojos que brillaban a cada canción, como si no tuviera ningún arrepentimiento del camino que eligió, cuando lo veía entendía que él era feliz en lo que hacía y eso me hacía sentir tan...¿miserable? 

Lavé mi rostro con agua fría, era una tontería seguir pensando en el pasado. Un mensaje en mi teléfono me sacó de mis pensamientos, sabía que no había tomado lo decisión correcta al asociarme con esos sujetos, pero ya era muy tarde para retractarme. Salí del apartamento en dirección al callejón, ya no podía dejarlo, hoy sería definitivamente una noche agitada. 

Te quiero... ¡Te odio! Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora