Capítulo 2

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Los rayos del sol entraban a través de las cortinas causando un ligero malestar. Solo pasaron unos minutos cuando la alarma comenzó a sonar de forma estrepitosa. Fruncí el ceño y estiré mi mano para acabar con el ruido que me irritaba cada vez más. 

Sentía mi cuerpo pesado, ayer el hecho de llegar tarde me había costado bastante caro y no tenía deseos de que se volviera a repetir. El humor de mi padre esta semana era mucho peor y como siempre, quien pagaba las consecuencias era yo.

Estaba a punto de irme cuando recordé que hoy tocaban clases de gimnasia, a regañadientes tomé el uniforme y lo metí en mi bolso. No quería imaginar lo que harían el día de hoy en la clase, ni hasta que punto mi cuerpo dolería por ello.

Al llegar al instituto me sentí extrañamente inquieto, como si algo fuese a suceder el día de hoy. No le presté mucha importancia y seguí con mi "trabajo" de delegado. Cuando me quedaba la mitad de los documentos por terminar de ordenar sonó el timbre que anunciaba la entrada a clases, dejé en perfecto orden los papeles y me dirigí hacia el salón.

Las horas parecían eternas cuando estabas aburrido, no podía distraerme y debía comprender a la perfección todo lo que los profesores decían. Era cansado ser el alumno perfecto y que todos esperaran algo de ti. 

Después de tres largas horas, el timbre que indicaba el primer receso se hizo oír por todo el instituto. Para la mayoría esto significaba un momento de libertad, pero para mí significaba tener que ir nuevamente a la sala de delegados a terminar mi trabajo. Lo único favorable de todo esto era que no tenía que ver la cara de Castiel, ya que se saltaba la mayoría de las clases y solo entraba al instituto cuando comenzaba el descanso. 

Había terminado todos mis quehaceres en la sala de delegados y estaba por irme cuando una chica que no había visto antes entró precipitadamente.

-Hola, me llamo Sucrette y busco al delegado principal - parecía un poco extraña por lo que decidí ayudarla un poco a adaptarse mejor al ambiente del instituto.

-Hola, yo soy Nathaniel ¿necesitas algo? - intenté ser lo más amable posible y sonreí ligeramente para que lograra relajarse un poco.

-La directora me ha dicho que viniera por lo de mi formulario de inscripción - ¿formulario de inscripción? Ah, debe ser la alumna nueva que tanto mencionaba la directora hace una semana.

-Oh, eres la nueva alumna, claro. Voy a verlo - y diciendo esto fui hasta el escritorio y busqué entre los papeles. En efecto se encontraba la ficha de la chica entre los primeros. 

Revisé cuidadosamente que todo estuviera en orden. Parecía que faltaban algunas cosas así que en cuanto lo noté me di la vuelta para comunicárselo.

-De hecho, faltan algunas cosas en tu formulario. Una foto de carné, $25 del formulario... Y creo que has olvidado una hoja del formulario, la que deben firmar tus padres. Tienes que traer eso para completar tu inscripción.

-Yo recuerdo haberlo preparado todo, ¿estás seguro? - Por su cara parecía bastante afligida, pero ya estaba siendo hora de volver a clase y no podía ayudarle más que eso. Luego recordé que aún me quedaban unos papeles que no había revisado, sabía que si no ordenaba eso la directora se enojaría.

-Bueno, de todos modos me quedan unos papeles que ordenar, así que veré si la hoja que te falta está entre ellas. Por el momento consigue el dinero y la foto.

-Está bien, gracias - en cuanto terminó de hablar se marchó a toda velocidad. No parecía una mala alumna pero por lo visto era un poco distraída.

Busqué en los últimos papeles y, efectivamente, entre ellos se encontraba la hoja de la chica. Metí la hoja en la ficha correspondiente y suspiré, la verdad solo quería descansar un poco pero la directora siempre me obligaba a estar más tiempo en la sala de delegados.

Estaba a punto de volver a clase cuando la directora apareció en el pasillo. Parecía algo irritada así que traté de evitarla pero me detuvo agarrando mi brazo.

-Nathaniel, ¿están listas las inscripciones de los alumnos nuevos? - dijo mientras me lanzaba una mirada inquisitiva.

-Todavía no, solo la chica llamada Sucrette me vino a ver, pero le faltaban algunas cosas para completar la inscripción - espera, dijo "alumnos", eso quiere decir que es más de uno. Esto me causará problemas.

-Debes permanecer en la sala de delegados para que ambos puedan completar su inscripción - ¿ambos? entonces eran dos alumnos nuevos.

-Pero señora Shermansky, ahora debo ir a clases ¿No podría encargarse usted de ello? - sabía que inventaría una excusa para no hacerlo, pero quise preguntar con la pequeña esperanza de que ella lo hiciera.

-Imposible, estoy muy ocupada como para encargarme de eso. Ve a la sala de delegados, yo hablaré con los maestros para que sepan de tu ausencia. En cuanto a lo pasado en clases, pide a Melody sus apuntes.

-Está bien - suspiré con resignación y me dirigí hacia la sala de delegados de mala gana.

Cuando entré se encontraba un chico de anteojos allí. Parecía algo desorientado por lo que pensé en ayudarlo un poco.

-¿Se te ofrece algo? 

-Vine para completar mi inscripción - cuando dijo eso en seguida noté que era el otro chico nuevo. 

-Está bien, déjame revisar un momento - repetí el proceso que hice con la chica nueva y curiosamente me di cuenta de que ambos venían del mismo instituto - falta tu foto carné y $25 de la tasa de inscripción.

-Está bien, aquí está el dinero. ¿Sabes dónde puedo hacerme la foto? 

-En el bazar que hay en la ciudad. No está muy lejos de aquí - respondí intentado explicar el lugar en el que se encontraba.

El chico me miró de forma extraña, pero luego agradeció y se fue. Estaba casi a punto de quedarme dormido cuando el sonido de la puerta abriéndose me despertó. 

-¿Si?

-Ya he conseguido el dinero y la foto. ¿Sabes si la hoja del formulario estaba por ahí? 

-Si, se había mezclado con otros papeles. Ahora deberías entregar eso a la directora.

-Está bien - salió de forma estrepitosa hacia el pasillo, mientras que la atmósfera de la tarde creaba una tranquilidad que te sumía en un sueño profundo.

Cerré mis ojos un momento, antes de quedarme dormido recordé lo que sucedió el día de ayer cuando llegué tarde a mi casa por accidente. Abrí mis ojos casi de inmediato y vi la hora, cuatro y cincuenta y cinco minutos, ya casi era hora de salir. Guardé las cosas de mi casillero en mi bolso y solo pude agradecer que hoy no me hubiera tocado hacer gimnasia.

Estaba a punto de salir del instituto cuando mis ojos se encontraron con la persona más desagradable, Castiel. Ignoré su presencia y seguí caminando hacia la salida, éste pareció notarme y chasqueó la lengua mientras intentaba esconder los notorios restos de un cigarrillo.

Rodeé mis ojos y seguí caminando. No me interesaba sermonear a una persona estúpida que solo intentaba llamar la atención con su supuesta personalidad de "rebelde". Es cierto que a veces si lo regañaba un poco, pero solo cuando lo que él hacía me afectaba de alguna manera, por lo que hoy nos haría un favor y evitaría el contacto con él.

Al llegar a casa estaba cansado, mi único deseo era dormir pero no era posible, ya que en cuanto daban las siete de la tarde, debía comenzar a hacer la cena y poner el servicio. 

En cuanto terminó la cena, mi padre parecía completamente irritado, a pesar de que hoy no había cometido ningún error. Parecía buscar cualquier excusa para desquitar su ira contra mí, y al no encontrar nada su irritación aumentaba aún más.

En la noche cuando estaba por acostarme alguien llamó a la puerta. Deseé con todas mis fuerzas que no fuera él, pero parecía que nunca mis plegarias eran oídas. Esa noche se desquitó conmigo sin ninguna razón, mientras me preguntaba si algún día esto terminaría definitivamente.



Te quiero... ¡Te odio! Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora