Capítulo 32

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POV Nathaniel

Lysandro ya había vuelto al instituto después de ausentarse varios días. Aparentemente recuperó su memoria gracias a Sucrette, aunque como no habla mucho nadie supo con exactitud cómo. 

La semana había sido calmada y nadie parecía muy preocupado, pero yo no podía sacar algo de mi cabeza, era algo que siempre retumbaba en mi mente. Antes de que Lysandro volviera, ocurrió un incidente que no dejó indiferente a la clase, se trataba de Karla y su novio. La mayoría dio su opinión al respecto, y muchos comentarios no era muy agradables. No pude evitar sentirme identificado y empático con su situación, parecía estar sola en un mundo lleno de personas que lo único que hacían era juzgar sus elecciones y perjudicarla. Me sorprendió mucho la crueldad con la que los demás actuaron, sobre todo mi hermana y sus "amigas". No podía evitar preguntarme cómo reaccionarían si mi relación con el pelirojo salía a la luz, es por eso que sentía un poco de miedo, cada vez que estábamos juntos no podía dejar de pensar en lo que pasaría al ser descubiertos y eso hacía que quisiera que nos distanciáramos. Obviamente Castiel estaba muy enojado por eso, a pesar de que trataba de disimularlo.

Ya estaba terminando la semana, el fin de semana era festivo por lo que todos estaban ansiosos por salir. Lamentablemente, hoy tenía que encargarme del papeleo una vez más, ya me estaba hartando de que me dieran todo el trabajo. Suspiré ordenando lentamente los papeles mientras pensaba en mi relación con el pelirojo, sabía que tenía que hacer algo para que su mal humor cesara por lo que le había mandado un mensaje para hablar con él después de clases y ya que ambos nos quedaríamos hasta tarde, él por sus ensayos con Lysandro y yo por mi trabajo de delegado, me pareció bueno reunirnos hoy ya que no habrían muchos alumnos alrededor. 

Absorto en mis pensamientos, no pude oír que tocaban la puerta de la sala de delegados, pasaron unos minutos antes de poder reaccionar y decir "adelante". El cabello azulado y la sonrisa en el rostro me sorprendieron, no era muy común ver a Alexy en la sala de delegados. 

-Tal como esperaba, ¡aquí estás! - sonrió alegremente. Estaba seguro de que planeaba algo, lo veía en su rostro.

-¿Si? ¿Qué se te ofrece? - arqueé una ceja, como esperando a que hablara.

-Vine para invitarte a una fiesta. - sonrió aún más, se notaba que le hacía mucha ilusión la idea. 

-¿Una fiesta? ¿Cuándo? 

-Mañana, en la casa de Iris ¡Vamos a invitar a toda la clase! Espero que todos vayan. - definitivamente estaba muy entusiasmado.

-Bueno, creo que no me vendrá mal salir de vez en cuando. - sonreí. Sabía que estaba muy ilusionado, Alexy era una de las pocas personas con las que podía hablar tranquilamente sin temor a ser juzgado, además su sentido del humor me agradaba.

-¡Yay! Ahora solo queda mi hermano. Será difícil, pero lo lograré. - y diciendo esto se fue. 

Una fiesta...no había ido a una desde que era un niño. Mientras ordenaba, imaginaba como sería la supuesta fiesta, esperaba que no fuera demasiado ruidosa o extravagante, olvidé la idea cuando pensé que era en casa de Iris. La invitación hizo que olvidara todo lo demás y solo me concentrara en lo que haría antes y durante la fiesta. Las ideas se esfumaron cuando la puerta se abrió estruendosamente y la aparición de cierto chico se hiciera notar. 

-¿Todavía no terminas con eso? - su mal humor se había disipado un poco, se notaba en su rostro.

-No, solo me quedé pensando en algo y - no pude terminar mi frase.

-¿En la fiesta? - arqueó una ceja. 

-Si, hace tiempo que no voy a una... - reconocí.

-Yo también pienso ir. - hizo una pequeña pausa. - Bueno, más importante ¿por qué querías que nos encontráramos? 

-Yo... - con el asunto de la fiesta había olvidado cada una de las palabras que tenía pensado decirle cuando nos viéramos. Guardé silencio por un momento.

-Si no es nada importante, me voy a casa. - parecía estar algo irritado y sabía que era mi culpa. Llegó hasta la puerta dispuesto a irse, estiré mi mano para detenerlo antes de que lograra salir.

-Solo quería decir...que lo siento. - se volteó hacia mí mirándome fijamente. - Yo...después de lo que pasó con Karla y su relación, me sentía algo...asustado. No pude evitar ponerme en sus zapatos y pensar en que hubiera pasado si... 

-No digas nada más. Para mí también fue un shock ver como cuchicheaban y hacían comentarios sobre ella y su novio, pero no me preocupé, porque no importa lo que digan los demás, la gente que opina sobre algo que no le concierne es realmente basura. No me ha importado lo que todos dicen de mí y tampoco planeo darle importancia ahora, no importa si mi relación contigo se descubre, si alguien dice algo le partiré la cara. 

-Lo sé. No importan los demás... aun así, no dejo de pensar en cómo me miraban y me trataban todos cuando creyeron que yo había hacho eso. - cuando pensaba en eso me deprimía un poco.

-Eso ya pasó. No estás solo ahora, me tienes a mí y...a pesar de que no me agrada mucho también te llevas bien con el friki ¿no? Además está Kim a la que le das clases, ¿crees que ellos te juzgarían y dejarían de ser tus amigos? 

-No...tienes razón. Es solo que la sociedad no acepta fácilmente este tipo de relaciones, muchos piensan que es un problema mental o algo así. - no podía evitar ser algo pesimista, había visto lo cruel que podían ser las personas y lo fácil que era ganarse el odio de los demás.

-No tienes que preocuparte más por eso, idiota. - tomó mi rostro y lo acercó al suyo para darme un beso. Me sorprendió un poco ya que fue repentino, pero sentía que el estar con él me hacía pensar que no estaba solo, me hacía creer que no importaba nadie más que nosotros. 

Nos dejamos llevar en la habitación, entrelazando nuestros labios y abrazándonos con fuerza. Cada vez que estaba con él, a pesar de encontrar mil razones por las que esta relación no funcionaría, solo bastaba una razón positiva para quedarme a su lado y olvidar las demás. Era como si olvidara por completo que el mundo existía, solo podía verlo a él. Creo que esto se estaba volviendo adictivo tanto para mí como para él.



Te quiero... ¡Te odio! Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora