Capítulo 16:

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VICENZO:

Ya que mis esfuerzos son recompensados con la traición de la puta y más actitud de mierda de mi progenitor, quién me llama para que devuelva la camioneta, decido seguir mis propias reglas e irme a uno de sus bares. Por primera vez en años no les doy una mirada a las putas mientras bebo. Incluso estuve a punto en convertirme en Francesco cuando una de ellas coloca su mano en mi hombro sin permiso. Al salir, borracho como la mierda, posiciono la Range de Carlo en el estacionamiento privado del edificio en el centro en el que está mi apartamento de soltero en contra del castigo de mi padre. Cuando llego a él encuentro a Tiffany haciendo malabares en la cocina. La miro sin procurar hacer ruido por un instante.

Su cabello rubio está desordenado en un moño en la cima de la cabeza del que sobresalen la mitad de sus rizos. Su frente pecosa arrugada. Sus muslos están desnudos debido a la mitad inferior de su pijama de seda rosa, lo que empieza a endurecer mi entrepierna. El brillo en sus ojos desaparece cuando me enfoca y se da cuenta de que mi andar es inestable debido a la paliza de los hombres de Marcelo. Aprieto los dientes, pero no me quejo, cuando me siento en el sofá. Mis costillas crujen. Últimamente no hago más que permitir que me jodan. Tal vez es porque mis padres tienen razón y lo único que sé hacer bien es asesinar sin dejar rastro, seguir mi instinto. Tal vez tienen motivos para estar preocupados del legado familiar, para continuar insistiendo en mi compromiso con la perra loca Cavalli.

Tal vez soy muy estúpido para el negocio.

─¿Qué pasó?

Me encojo de hombros tanto como mis heridas lo permiten.

─Requerimientos del trabajo.

Pensé que huiría ante mi aspecto, pero en su lugar encaja mis piernas entre las suyas, aún de pie, y limpia la sangre que continúa goteando de mi ojo. Intento alejarme, pero mantiene inmóvil mi rostro en sus manos mientras me acaricia con su pulgar. El suave aroma que desprende relaja la tensión de mis músculos. Su toque no duele más de lo que me gusta, así que no la detengo. Desafortunadamente tocan la puerta cuando se inclina para juntar nuestros labios e iniciar el alivio que mi cuerpo pide a gritos. Quién está tras ella claramente desea morir. No sé si son los hombres de mi padre, así que envío a Tiffany de vuelta a la cocina para poder levantarme y echar un vistazo a través de la ranura. Me apoyo parcialmente en la madera, inhalando profundamente, mis puños apretados sobre ella, antes de abrir. Dejo que Francesco pase, pero acorralo a su prima contra la pared, mis manos en su delgada garganta, a penas se atreve a entrar en mi casa. Su papi no tiene ningún poder aquí. Solo mi pene, quién exige que su traición no quede impune, y yo. Nuestros padres son cassettos, no pertenecen al campo de guerra, pero tenemos los mismos principios de lealtad que toda la Cosa Nostra. Marcelo es el jefe, pero nosotros seremos familia. Mis hijos nacerán de su vientre. Eso está por encima de todo.

─¿Cómo te atreves?

─No estoy segura de ser la mujer de esta relación ─ríe cuando Francesco me obliga a retroceder y soltarla─. Eres tan sentimental.

Ya no está usando el vestido rosa de niña buena que traía durante la cena, sino vaqueros ajustados y una chaqueta de cuero. Botas. También lleva la molesta peluca morena que utiliza para escapar del control de su padre. No queda nada de mi prometida ahí, sino que luce como las actrices de acción en las imágenes del calendario con el que solía masturbarme a los once en el baño de la escuela. Pero sea cual sea su aspecto, una especie de fuego dentro de mí clama tener algo de su sangre azul adornando mis manos.

Miro a Francesco.

De continuar concentrado en ella iniciaré una guerra entre nuestras familias debido a su muerte. Arlette es la persona más inteligente y manipuladora que conozco, pero yo soy el más violento y fuerte de Chicago.

Arlette © (Mafia Cavalli I)  EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora