Capítulo 32:

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VICENZO:

La mitad de los casi cien hombres encargándose de la seguridad trabajaban para mi familia. La otra mitad estaban en la nómina de Carlo, así que había una exótica mezcla de amor a la sangre y al dinero resguardando el patrimonio de la familia de Arlette. Eso hacía casi imposible que cualquiera pudiera salirse con la suya si intentase acercarse a la colección con la intención de tomar alguna pieza y esconderla en su bolsillo, pero aún así el imbécil cubierto de sangre frente a mí lo intentó. Un guardaespaldas del maldito gobernador. Aprovechó el escándalo que mi prometida ocasionó y puso sus manos sobre un joya en la lista de diamantes con el valor más bajo, lo que lo hace parecer aún más estúpido. Si me hubiera arriesgado a morir, lo habría hecho por algo que valiera la pena, no por un estúpido anillo de compromiso.

─¿Qué crees que pasará contigo ahora?

Ni siquiera conozco al tipo frente a mí, así que la compasión está fuera de su alcance, pero esta vez no es como otras veces. No disfruto del olor de su miedo, a orine y sangre, o del poder de acabar con él como quiera porque mi mente está en otro sitio.

En el infierno que me espera fuera del granero de Carlo, exactamente.

─Moriré ─susurra.

Afirmo.

─Tienes razón. ─Me levanto. Había estado arrodillado para poder verlo directamente a los ojos mientras escuchaba su confesión. No estoy particularmente interesado en él, es solo un ladrón, pero había querido saber por qué un hombre haría algo tan estúpido como robar a un Cavalli en su propio terreno sin ningún tipo de planificación, apoyo o experiencia─. Pero debido a tu estupidez, arrastrarás a tu familia contigo.

Los ojos del sujeto se abren abruptamente ante la idea de los seres que ama siendo asesinados o heridos por su culpa. Intenta deshacerse de las ataduras que mantienen sus manos alzadas mientras maldice, todo su cuerpo cubierto de hematomas y sangre, pero ya no hay nada que pueda hacer. Decido que es su momento cuando se desploma con resignación, llorando y agitándose con la cabeza escondida en su pecho, poniendo una bala en su cabeza. No dudo que sus motivos para hacer lo que hizo sean ciertos: hijo enfermo, deudas, desesperación. Primero, no fue tras una pieza grande, sino tras algo que, como él mismo dijo, pudiera reponer en un futuro. Segundo, Milad confirmó su historia yendo al hospital en el que el pequeño Jeremy estaba recibiendo su sesión de quimio. Tercero, después de un tiempo, cuando haces este tipo de cosas, aprendes cuándo alguien miente y cuando no.

Me pregunto si es por eso que veo a Arlette por quién realmente es.

O si estoy equivocado y ella es la excepción.

─Hazlo desaparecer. Dale un cierre a su esposa. Haz que parezca que la enfermedad de su hijo fue demasiado y se fugó a Las Malvinas con su amante. ─Le tiendo el anillo a Milad. El odio es mejor combustible para avanzar que la pena. Jeremy necesita que su madre siga adelante. No tengo intención de asesinarlos, no tendría ningún sentido, pero el fallido intento de ladronzuelo no merecía morir en paz─. Empéñalo y dales el dinero. Estoy seguro de que a Carlo no le importará. Le encanta la caridad.

Milad me mira con el ceño fruncido.

─No estoy tan seguro de eso.

─No le importará ─repito con los dientes apretados, irritado con el hecho de que dude de mis órdenes y no las ejecute directamente: eso no pasaría si me tomara en serio como el jefe─. Estoy completamente seguro.

Después de que él y su difunta esposa estafaron a mi familia comprometiéndome con una mujer más que defectuosa, un anillo como ese no vale una mierda al lado de todos los dolores de cabeza que Arlette me ocasiona.

Arlette © (Mafia Cavalli I)  EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora