VICENZO:
Me equivoqué al papá me meterme en el negocio como mercenario y pensar que mi situación no podría empeorar. Sí podía. Cuando me dijo que trabajaría en el restaurante tenía en mente un puesto en el equipo de seguridad, pero Constantino hizo que me pusiera un traje y me convirtiese en anfitrión de sus clientes, en una copia del personaje sanguinario retirado de las calles en el que venía convirtiéndose desde hace un par de años.
Ahora mi reflejo es la definición de enjaular a la bestia.
─¿Listo para visitar a tu chica?
Separo mis dedos de la manija del auto para darme la vuelta y enfrentarme a los ojos oscuros, pozos negros sin fondo, de mi padre. Él ya sabe la opinión que tengo al respecto, así que no le veo sentido a expandir el fuego. En lugar de responder tomo la pequeña mano de Penélope, quién me dedica una sonrisa pequeña para darme ánimos, antes de subir las escaleras resguardadas por dos tipos macizos, nuestros padres detrás, de la casa de los Cavalli.
─Buenas noches ─saludo a Carlo cuando otro de sus hombres abre la puerta, a quién le tiendo la botella de vino que trajimos y toma con un gruñido─. ¿Cómo está, señor? Espero que el viaje haya estado bien.
Carlo asiente mientras aprieta mi hombro con una sonrisa.
─Consternado, ¿quieres saber por qué, hijo?
Trago.
─Sí.
─Esta es la primera vez desde que supe que Arlette y tú se casarían que tu presencia me causa algo parecido a la alegría. ─Mira a mi padre más allá de mi hombro─. Sin ofender, Constantino. Estoy seguro de que te sentirás igual cuando tengas que entregar a Penélope a un imbécil que sabes que no apreciará a tu pequeña como merece.
─Por supuesto que sí ─responde él.
Mi hermana aprieta mi mano tan fuerte que recuerdo que aún se encuentra a mi lado. Me doy cuenta de que debe estar pensando en el momento al que hace referencia Carlo. No la miro, pero él sí lo hace.
─Oh, aquí estás, dulce niña. ─Extiende la mano y aprieta su mejilla. Es su padrino, pero mentiría si digo que alguna vez he visto a Carlo ser cariñoso con alguien además de Arlette. Penélope es hermosa, pero es baja y regordeta. Su cabello es negro como el ébano. Sus ojos verdes. Su personalidad frágil. No hay nada en ella que le pueda recordar a su hija─. ¿Por qué no vas al jardín a jugar con Flavio? Está leyendo un libro, pero estoy seguro de que puedes encontrar cómo distraerlo.
Inocentemente, Penélope asiente antes de apartarse de mi lado para correr en dirección a los cristales que dan con la salida al jardín de rosas de los Cavalli. No pierdo de vista la tela púrpura de su vestido hasta que se aleja tanto, perdiéndose entre los arbustos para alcanzar la cúpula central dónde Flavio se encuentra, que es imposible para mí obtener un vistazo de esta.
─Volviendo al tema central. ─Acepto la copa con el vino que traje que me ofrece. Mamá se separa de nosotros para seguir a Penélope cuando papá, él y yo nos dirigimos a la sala. Su saludo con Carlo, dos besos en la mejilla, fue cariñoso sin rozar lo irrespetuoso. Se tienen un viejo afecto amistoso─. Sé que Francesco ya se acercó a ti para hacerlo, pero me gustaría darte las gracias por ayudar a Arlette cuando no estaba para ocuparme del asunto. Aunque nunca esperé que fueras la primera persona a la que llamaría estando en problemas, fue un buen gesto de tu parte.
Me encojo de hombros, restándole importancia.
─No se preocupe, señor, me encontraba cerca.
Papá se aclara la garganta antes de unirse a la conversación echándose hacia atrás y extendiendo sus brazos sobre los reposabrazos del sofá.
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Arlette © (Mafia Cavalli I) EN LIBRERÍAS
AcciónMi madre era una princesa de la Bratva. Mi padre un príncipe de la mafia siciliana. Su amor fue catastrófico, pero la consecuencia aún más. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. Pueden encontrar la versión editada por Planeta en librerías.