Capítulo 36:

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VICENZO:

A pesar de que no he hablado más que unas cuantas veces con Kai y Emi desde que Francesco se fue, estos se toman un día libre de sus responsabilidades con Carlo para ayudarme. Alquilamos un viejo modelo Toyota Corolla y llenamos su asiento trasero con todo lo que Kai necesita para hacer su mierda hacker. Emi toma el puesto de copiloto. Como no tenemos intención de salir del auto, los tres estamos en ropa de gimnasio, pero aún así vamos armados. En cualquier momento podríamos ser descubiertos y necesitar más que un hola, qué tal, Marcelo para defendernos. No creo que nos maten, pero sí llamarían a mi padre para que viniese a buscarme luego de darme la paliza del siglo.

Prefiero morir en una balacera antes de dejar que eso ocurra.

Kai interrumpe mis pensamientos asomando su cabeza desde atrás.

─Marcelo todavía no sale, ¿podemos comprar algo?

Afirmo, mi estómago vacío. Lleva unos minutos rugiendo por comida.

─SÍ.

A las seis de la mañana, Chicago apenas empieza a despertar. La mitad de los negocios en la ciudad continúan cerrados. Nos detenemos por café y rosquillas antes de dirigirnos al edificio de Marcelo. Es una propiedad de Carlo, lo que significa que es impenetrable, pero eso nos da acceso a las cámaras de su interior a través del servidor que Kai ayudó a diseñar para mantener vigiladas sus propiedades más valiosas las veinticuatro horas. A pesar de que ya debería estar más que acostumbrado a la riqueza de los Cavalli, no puedo dejar de estar impresionado con otra prueba de ello y el hecho de que aunque no lo heredará, sino Flavio, Arlette fue criada alrededor de esto. La construcción debe tener al menos sesenta pisos y está hecha en su totalidad de acero inoxidable y cristal azul. Hay cuatro vigilantes resguardando la entrada. Incluso hay tipos de nuestro lado de la calle asegurándose de que nada se vea irregular. Nuestros vidrios son oscuros, por lo que no tienen ninguna idea de quién está dentro.

Media hora pasa y él aún no sale.

Cuando Emi empieza a moverse de manera descontrolada, giro el rostro hacia él con la frente arrugada. Todos los que piensan que soy un imbécil, deberían conocerlo primero. Es un patán boca sucia. De no ser por sus habilidades de combate, el único gemelo que valdría la pena sería Kai.

─¿Qué mierda se supone que haces?

─Camuflaje, idiota, ¿por qué otra razón estaríamos estacionados tanto tiempo? Es mejor que piensen que estamos follando a que se den cuenta de que estamos espiando a Marcelo para derrocarlo. ─Aunque suena tonto, funciona. Los hombres que habían empezado a mirarnos con sospecha dejan de hacerlo conteniendo la risa y haciendo gestos obscenos mientras nos señalan─. ¿Ven? Funciona. ─Una sonrisa engreída se apodera de sus labios pálidos─. Ojalá alguno tuviera una chica encima y estuviera follándosela de verdad. Así no estaríamos perdiendo el tiempo.

Kai suelta un largo suspiro.

─Les pregunté si podría traer a mi novia y se negaron.

Pongo los ojos en blanco, pero es su hermano quién se gira sobre el asiento y lo regaña con expresión seria. Desde que la conoció, cada vez que salimos ha querido traerla con nosotros. Lo jodido del asunto es que es tres años menor y, por lo tanto, menor de edad. No sé cómo los padres de la chica no lo han metido a prisión por pedófilo. El anime enfermó su mente. De parte de un asesino que disfruta tener sangre en las manos, eso es mucho decir. Lo que hace con ella está mal. Es una inocente.

─Ninguna chica quiere estar en medio de un crimen. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? Si realmente es importante para ti, deja la mierda de llevarla a lugares peligrosos. No solo podría morir, sino que su muerte te distraería y podrías morir con ella, entonces sería un huérfano de gemelo.

Arlette © (Mafia Cavalli I)  EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora