Lo siento...

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... Estaba aburrida en clase de química dibujando garabatos en la esquina de mi hoja. Se suponía que deberia prestar atención, debia aprobar el próximo examen o desaprobaria la materia. Entonces fue cuando recibí la llamada y mi corazón se paró.

Ya no importaba química, el profesor Wensey, Ian o cualquier otra cosa considerada importante para mi hace unos minutos.

Por un instante me quede completamente paralizada contemplando la pantalla del celular. Me habia puesto de pie de un salto al solo escuchar las palabras del médico. No podia oír al profesor Wensey diciéndome que tome asiento, sólo la voz del médico resonando en mi cabeza, tratando de entender lo que significaban aquellas palabras. Pero a pesar de que me negara rotundamente a aceptar su significado, lo sabía.

Me encontré corriendo por los pasillos de mi escuela hacia la puerta de salida. Los gritos del profesor exigiendo que vuelva al aula. Lágrimas aparecieron de repente recorriendo mis mejillas y volviendola roja por la agitación.

A pesar de la lluvia, corrí las 12 cuadras que me separaban del hospital. Al llegar, parecía que me habia caído en una sanja; chorreaba agua por todas partes, mi cara roja, mis ojos alterados miraban hacia todas partes y mis piernas llenas de barro y hojas que se fueron pegando a mí. La chica de recepción se dio cuenta de quien era y al decirme dónde se encontraba ella, me entregó una toalla un tanto vergonzosa, ya se había enterado...

Corrí por el angosto pasillo hacia donde se suponía que la encontraría. No me importaba cuanto me dijeran que no debía hacerlo, era alguien demasiado importante para mi como para romper las reglas.

Y allí, donde había estado yo tantas veces con ella, riendo juntas, jugando ajedrez, o simplemente disfrutando de la compañía de la otra en silencio, estaba quieta, inmóvil; sumamente palida. Y aunque quisiera ir y despertarla, se que no lo hará. Se que ella no despertara está vez por más escándalo que haga. No lloré, se que ella no querría que lo hiciera, en ves de eso me senté junto a cuerpo y acariciando su mejilla fría, canté la canción que solía cantarme de pequeña cuando no podía dormír a causa de las pesadillas. Al final de la canción, bese su frente, tratando de poder retener toda su esencia, su aroma y su dulzura en mi mente, encuadrandolos en una escena que jamás borraria.

-Buenas noches, nunca te olvidare-.

Los relatos de mis lágrimas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora