Parte 35; "Despertar"

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Desde el inicio nada estuvo claro en su mente. Muchos espacios siempre estuvieron vacíos y los grandes quiebres de su vida derrumbaron varias veces lo que haya querido forjar... A fin de cuentas la actitud soberbia y arrogante surge, usualmente, en quienes siempre han cargado dudas e inseguridad acerca de su propia existencia y los lazos que ha formado. Por esta razón, para un niño como él, obtener esa confianza y el respaldo de alguien más a quien pertenecer se volvió una necesidad desde muy temprana edad. Lo difícil sería decidir...¿A quién?

"El espacio en blanco que llenamos con un alias..." resonaba la despectiva voz de Horus en sus sueños.

La oscuridad y el silencio perpetuo del bosque negro mantuvieron su mente en blanco, congelando la curiosidad temprana del niño como si no transcurriera el tiempo sobre él... Los lobos lo cuidaron con su limitación animal, no era mucho lo que podían ofrecer a su mente, hasta que sin ser esa su intención el niño los arrastró a la muerte en manos de los elfos oscuros del norte, los dökkálfar... De los cuales él mismo provino, cayendo en la culpa por su pérdida al menos al principio.

"La guiaste a su guarida en ese lugar tan oscuro y frío... Pero ¿Por qué?" volvía a oír la voz de su maestro recordándole que él mismo hizo posible que los elfos, guiados por Hela, cazaran a los lobos...

A él los elfos no lo quisieron, sólo por temor a una posible maldición y su extraño color, diferente a ellos que son grises o negros como el carbón, fue descartado y arrojado a un río. Toda su infancia vivió en la incertidumbre sin entender por qué él no era un lobo. Fue más adelante, ya al recuperar su reminiscencia, cuando por primera vez esa duda se convirtió en impotencia, resentimiento, incluso dolor por saber que fue descartado por la que debió ser su familia... Y ahí estaba Hela, su hermana, admitiendo desde que se conocieron que ella misma fue quien lo dejó caer al río pensando que sería un demonio... "Pero no lo eras. Nos equivocamos" aclaró la mujer, sin darle mayor importancia y con cierto cinismo, ante el niño que aún no estaba en edad para asumir algo así ni para intuir la ironía y el desdén en sus palabras, simplemente asintió aceptando la tregua, guardando la confusión que se armaba en su mente y que estallaba en forma de ira cada cierto tiempo. El origen de su mala actitud estaba más allá de la ausencia de una verdadera crianza en su infancia más temprana, radicaba en esas dos fuerzas creciendo en su interior, luchando por apoderarse de su mente; por un lado la lealtad que aprendió de los lobos, su esencia pura, la que lo llevaba a buscar apoyo y refugio en los suyos, en su equipo y tutores, mientras que por otro lado estaba el recelo de no confiar en nadie, de odiar todo, porque la vida misma en ese mundo era una injusticia para él.

"Lo que creí era necedad pura, el capricho de un niño berrinchudo era en realidad la demostración de lo fuerte que es tu alma y tu esencia pura, la lealtad"...

En el sueño llegó a recordar el primer gran quiebre en su vida, que echó por tierra los lazos que estaba forjando con su equipo; la traición de Hela y los elfos... Ellos ya le habían negado todo antes ¿Por qué quitarle lo que había logrado ahora? Quizá ya no valía la pena confiar en alguien más y la lealtad en su alma no tenía quien la mereciera... Entonces conoció a Abrahel, la astuta 1°D 9°, cuya carisma enredó rápidamente al niño solitario en sus redes con la promesa de ser amigos, de una compañía sincera, desinteresada... Y no era mentira, casi lo fue, pero el quiebre entre ellos llegaría precisamente a causa de la lealtad inquebrantable de Niflheim; ella deseaba destruir la organización setra arrastrándolos del lado Hitra pero él no sería capaz, disputa que lo llevó a otra gran decepción al entender que con ella no estaba su lugar.

SETRA; Almas DivinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora