Parte 31: "Bandera Blanca"

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"Cuando el frío fue absoluto ni siquiera yo lo soportaba. No podía ver mis manos porque la oscuridad me devoraba, sabía que así terminaría todo y tras lo que hice estaba bien para mí; simplemente y tras luchar por años fui un fracaso... Sólo cuando sentí merecer ese final me resigné, pero al mirar atrás, todo lo perdido, era tan doloroso no poder regresar... Fue cuando un destello en esa oscuridad me alcanzó. Jamás algo cálido se había sentido tan bien, pero lo estaba esperando; sabía que de haber una esperanza para mí sólo podía venir de él, mi maestro, la luz que me ha guiado hasta aquí".

Niflheim, tras enviar un mensaje a la mesa central y al noble lobo espíritu menor que halló en las montañas en su búsqueda por ayuda, finalmente sucumbió al cansancio cayendo en un sueño profundo que, obviamente, no fue nada agradable. Recordaba el día que se convirtió en noche por siempre, hace 14 años en el pueblo de Niflheim, cuando su compañera y amiga trató de matarlo y él, al no saber cómo defenderse de alguien a quien no quería dañar, finalmente perdió el control causándole la muerte. Fue un pestañeo, quizá un poco más, la verdad cómo fue que llegaron a ese punto tampoco le importaba ya, todo lo que atormentaba a ese niño de 12 años estaba ante él en ese momento; un segundo su hermana estaba ahorcándolo, y al siguiente, tras él recuperar la consciencia, ella ya estaba muerta en el suelo... por mucho que le gritara no iba a despertar. En pánico, el niño sin darse cuenta dejó que el dolor y la desesperación sacaran lo peor de su poder oscureciendo un pueblo en el que de todos modos jamás brilló el sol, pero hasta el peor de los días nublados era más amable que esta nueva oscuridad y el frío que conllevaba. El silencio se hizo absoluto y sólo el desgarrador llanto del niño era audible a kilómetros.

Desde el portal que lleva al pueblo, Horus llegó en su búsqueda pero era tarde para salvar a la joven Hela o a los habitantes del pueblo logrando congelar su corazón en un instante ante tal desastre, llenándose de coraje y a la vez ira, tratando de evadir la culpa que lo invadía. Aún así alzó el vuelo como un hombre halcón envuelto en llamas para protegerse del frío, pero sin importar que su elemento regente sea el sol más esplendoroso del Limbo no logró traer la luz de vuelta. Fue guiado por el llanto de su alumno pero al acercarse a él fue absorbido por su poder cada vez más fuerte, perdiendo su fuerza hasta que apagó sus llamas e incluso cayó a pocos metros del niño al suelo seco y duro por el frío. El egipcio con las piernas congeladas no logró avanzar mucho más, causó un destello con lo que quedaba de su fuerza para divisar al niño y llamar su atención, en ese momento Niflheim sintió levemente la luz y el calor emitidos por su maestro cesando el llanto pero estaba paralizado ante el cadáver congelado de su compañera, su hermana... Sólo el llamado desesperado de Horus clamando su nombre logró hacerlo voltear, dejar el cadáver de lado y dar un par de pasos hacia él antes de dejarse caer de rodillas nuevamente sin alcanzarlo. "Vete de aquí, ya no hay nada que salvar" murmuró el niño resignado, dejando que la oscuridad de su descontrol lo cubriera comenzando por sus ojos, cabello y extendiéndose ese negro profundo por todo su cuerpo. Horus se puso de pie una vez más al ver que su alumno llegaba al límite, que esa oscuridad lo mataría, logrando sentarse de rodillas ante él para sujetar sus hombros pero en ese momento vaciló sin saber qué decirle... Vio al niño ante él a punto de sucumbir ¿Sería mejor dejarle? Así terminaría todo, ese infierno negro cesaría. Pero no fue capaz, su corazón flaqueó cuando el niño bajó la cabeza sin fuerzas y pidió entre sollozos "por favor, sálvate de mí".
Horus estuvo a punto de guardar silencio ante el infierno negro que lo rodeaba, sólo debía esperar unos segundos y acabaría todo al apagarse esa pequeña vida y francamente a sus ojos ya no había nada que salvar pero... "Si aceptas morir aquí tendré que morir contigo. No te dejaré" dijo el hombre al estrechar al niño moribundo contra su pecho cálido, y no es que de verdad sintiera como decía, estaba tranquilo por ver el fin de esa pesadilla tan cerca, pero simplemente sentía que se lo debía o no podía hacerse llamar su tutor. Un intento débil y pobre por salvarlo no iba a funcionar ¿O sí? Los segundos pasaban, él resistía porque ya pronto debía terminar todo pero nuevamente este niño rompía sus expectativas, yendo contra toda lógica con sus decisiones y proceder.

SETRA; Almas DivinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora